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Dimite el líder de la oposición marroquí por la crisis en el Rif

La decisión de al Omari coincide con la muerte del primera activista como consecuencia de las heridas sufridas el 20 de julio

De momento, el movimiento de protesta del Rif, con epicentro en Alhucemas, no ha logrado ninguna de sus reivindicaciones. Sin embargo, ya deja hacer sentir su peso en las altas esferas de la política marroquí. Ilyas al Omari, el líder del principal partido de la oposición parlamentaria en Marruecos, el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), presentó el martes su dimisión “irrevocable” en una conferencia de prensa. Su decisión llega el mismo día en que ha fallecido la primera víctima de la represión de las manifestaciones en Alhucemas. Se trata de Imad Atabi, un joven que se encontraba en estado de coma después de haber recibido un golpe en la cabeza, probablemente de bote de gas lacrimógeno, el pasado 20 de julio en el transcurso de unos enfrentamientos entre manifestantes y policías.

El ya ex secretario general del Partido marroquí Autenticidad y Modernidad (PAM), Ilyas al Omari, este martes durante la rueda de prensa
El ya ex secretario general del Partido marroquí Autenticidad y Modernidad (PAM), Ilyas al Omari, este martes durante la rueda de prensaMohamed Siali (EFE)
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“El secretario general asume la responsabilidad política de las diferentes etapas de la vida del partido desde un año y medio, incluidos los resultados de las elecciones”, reza un comunicado público emitido por el partido para explicar la dimisión. En su comparecencia ante los medios de comunicación, al Omari ejemplificó el fracaso del PAM en la pobre gobernanza de los ayuntamientos que controlan, que se cuentan por centenares, la mayoría en las zonas rurales, y por el absentismo de sus cargos electos.

Precisamente, ambos temas constituyeron el núcleo de la reprimenda que lanzó el rey a la clase política el pasado 29 de julio en un discurso a la nación, y que incluyó veladas alusiones al PAM, un partido considerado muy cercano al Palacio, pues fue fundado en 2008 por Fuad Ali el Himma, un influyente consejero del monarca.

Aunque al Omari aseguró que es una decisión “individual” y que “no tiene ninguna relación con lo que pasa en Alhucemas”, la mayoría de analistas políticos sí conectan su caída a la incapacidad del PAM de contener las movilizaciones populares en el Rif. Y es que su responsabilidad es mayor que la de los otros partidos. Al Omari, nacido en Alhucemas, situó en posiciones de liderazgo dentro del partido a varios políticos de su misma región, lo que ayudó al PAM a dominar la mayoría de las instituciones políticas locales del Rif. Curiosamente, un rifeño es la primera víctima política del Hirak, como se conoce en Marruecos el levantamiento pacífico de Alhucemas iniciado a finales de octubre del 2016 con la muerte del pescadero Mohsen Fikry.

Ahora bien, los problemas del secretario general del PAM preceden las protestas del Rif. En las pasadas elecciones legislativas del 7 de octubre, fracasó en su objetivo de desbancar a los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) como partido más votado del país. Tras los comicios, el popular primer ministro islamista, Abdelilá Benkirán, tuvo que dimitir al ser incapaz de forjar una coalición con suficientes apoyos parlamentarios. Finalmente, el cargo recayó en el número dos del PJD, Saadedín al Otmani.

En las negociaciones para la formación del gabinete desempeñó un papel clave el Reagrupamiento Nacional de Independientes (RNI), un partido con un ADN muy parecido al del PAM. Ambos son partidos de notables, marcadamente antiislamistas, muy cercanos a Palacio y que se definen como “liberales”, si bien no tienen realmente una ideología muy marcada. La caída en desgracia de al Omari podría anunciar la sustitución del PAM por el RNI como contrapeso a los islamistas favoritos del makhzen, el poderoso entorno real, y por tanto, una cierta reconfiguración del panorama político marroquí.

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El ascenso y caída de al Omari, un antiguo militante de extrema izquierda, representa un ejemplo más de una vieja ley de la política marroquí: la cercanía o cooptación por Palacio acaba quemando la popularidad de cualquier opositor. De ahí la ambigua relación del astuto Benkirán, y en general el PJD, con Mohamed VI. Y es que la verdadera oposición en Marruecos no se halla en las instituciones, sino en la calle, en el Hirak. De momento, ni la represión de las manifestaciones, ni el arresto de los líderes del grupo han conseguido silenciar las demandas de dignidad, reconocimiento y desarrollo del Rif. La muerte de Atabi puede encender de nuevo los ánimos en una región tradicionalmente marginada, y cuya lucha ha conseguido suscitar la solidaridad y simpatía de otras zonas de Marruecos.

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