Del locutorio a WhatsApp: emigrar en tiempos de Internet
La tecnología facilita los desplazamientos y se ha convertido en una herramienta clave para la seguridad y la movilidad de los refugiados
“¡Horrible!”, exclama Alejandra Guapacha. Con 40 años y oriunda de Manizales, en Colombia, puso pie en España por primera vez en 2001. Le horroriza recordar la mecánica que tenían las comunicaciones hace más de tres lustros. "Cuando no existían ni WhatsApp, ni Skype, ni nada, había que ir hasta un locutorio para poder llamar", rememora, "y solo podías hablar cada ocho o 10 días porque era muy caro". A su lado, la ecuatoriana Carolina Cadenas sonríe. Llegó de Quito el pasado octubre para cursar una maestría en Madrid. Tiene 27 años y no sabe cómo está hecho un locutorio por dentro. “Sé qué es pero nunca lo he usado", dice. "Hasta con mi abuelo hablo por FaceTime", una aplicación para hacer vídeollamadas con móviles, tabletas u ordenadores.
Ambas son voluntarias en Aculco, una asociación sociocultural ubicada en el madrileño barrio de Tetuán y dirigida a la población inmigrante, sobre todo latinoamericana. "Antes, nos dábamos a conocer a través de nuestra revista en papel, que distribuíamos en varios sitios", asegura el presidente de la organización, Iván Santos. "Ahora hemos dejado de editarla porque ya no compensa", añade este colombiano de 46 años que ha pasado casi la mitad de su vida en España. "Hay un montón de grupos de WhatsApp de latinoamericanos, por ejemplo para buscar asesoría legal o trabajo en otros países", comenta: "Ya no existe un liderato físico, sino virtual".
En el mundo hay 3.700 millones de internautas y casi 5.000 millones de suscriptores móviles
Es complicado no estar conectados en un mundo con 3.700 millones de internautas y casi 5.000 millones de suscriptores móviles, aproximadamente el 70% de la población total. "Ahora hablo todos los días con mi familia, puedo hacer videollamadas con el móvil y es como si estuviéramos al lado", asegura Guapacha satisfecha. Aunque siga habiendo más de 8.000 kilómetros de distancia entre Madrid y Manizales, lnternet ha transformado la comunicación en una cita mucho más frecuente y personal —algo impensable hace unos años—, que también favorece los desplazamientos y simplifica la integración.
El cambio es mucho más profundo de lo que parece: los medios para comunicar online se han convertido en una nueva fuente de relaciones sociales y de información, que además alienta las aspiraciones migratorias, señala un estudio publicado en la revista especializada Population, Space and Place. "La información disponible ahora es mucho mayor y se basa menos en la rumorología", dice por teléfono Héctor Cebolla, doctor en sociología por la Universidad de Oxford y profesor en la UNED. "Migrar es un reto, pero es más fácil desde que existe esta tecnología, porque se puede organizar mejor el viaje y la llegada es siempre acondicionada por otro".
Migrar es un reto, pero es más fácil desde que existe la tecnología Héctor Cebolla, profesor de sociología
"Además", continúa el sociólogo, "las redes sociales y la posibilidad de hablar de forma instantánea hacen que la ruptura [con el país de origen] no sea tan tremenda". En el pasado, las migraciones internacionales eran fábricas de desarraigados que tenían que cortar de raíz todos los lazos sociales con su comunidad, atizados solo por llamadas —de teléfono fijo a teléfono fijo— o cartas esporádicas; ahora, Internet ha cambiado todas las dinámicas.
The New Arrivals
Cuatro millones de inmigrantes han llegado a España en dos décadas en avión, en patera o saltando la valla. Más de un millón de personas pidieron asilo en Europa en 2016. EL PAÍS cuenta, en un proyecto de 500 días con los diarios The Guardian, Der Spiegel y Le Monde, cómo se adaptan estos nuevos europeos y cómo Europa se adapta a ellos. Una mirada a un fenómeno que está transformando España y el continente
Las redes sociales en particular han asumido una función que va más allá de la mera comunicación: garantizan los contactos con el país de origen, fortalecen los lazos sociales más débiles y favorecen la creación de nuevos vínculos, apunta un estudio de la Universidad de Oxford sobre redes sociales y migración. Además, abunda la investigación, las redes se han convertido en una fuente de información abierta, que propicia una "democratización del conocimiento" para los migrantes y funge de "resistencia silenciosa" contra aquellos sistemas "restrictivos de la inmigración". "Sobre todo para los inmigrantes en situación potencialmente irregular, esta información tiene un valor inmenso", concluye.
Desigualdad de acceso
En varios Estados africanos no es ni siquiera necesaria la itinerancia de datos para acceder a Facebook: la compañía de Mark Zuckerberg lanzó en 2010 una alternativa offline (Facebook Zero) de su famoso portal, disponible en varios países del mundo y que a diferencia de la versión clásica no permite visualizar ni descargar contenido multimedia, pero sí chatear. Una operación sensata, a la luz de que en la región menos de dos hogares de cada 10 tienen acceso a Internet —frente al 46% de Asia y al 84% de Europa—, pero la penetración móvil alcanza el 80% de la población, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Es así que, incluso cuando los recursos menguan, las nuevas tecnologías se han consolidado como una herramienta y fuente de información fundamental para desplazarse.
"Es curioso es que, más allá del nivel educativo, todo el mundo busca un lugar para acceder a Facebook cuando llega", confirman Dario Terenzi, psicólogo, y Laura Verduci, coordinadora de desembarcos en Sicilia para Médicos Sin Fronteras, quienes atienden cada año a centenares de migrantes que llegan como pueden, en pateras y botes hinchables, a las costas italianas. También la agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) ha destacado la importancia de la conectividad casi como un bien de primera necesidad para migrantes y refugiados. Los móviles y el acceso a Internet permiten "dar y recibir información vital, comunicarse con miembros separados de la familia y ganar acceso a servicios esenciales", aseguraba el Alto Comisionado para los Refugiados, Filippo Grandi.
Pero todo tiene doble cara. En este caso, el reverso de la moneda son las mafias, que han transformado la Red en una herramienta más para ampliar su telaraña y engrosar sus beneficios —estimados por Europol entre 3.000 y 6.000 millones de euros—. Las redes sociales se han convertido en un escaparate de viajes ilegales a Europa y documentos falsos. A través de Internet los traficantes son también capaces de "modificar rápidamente sus ofertas en respuesta a cambios políticos o en los itinerarios", como ocurrió cuando se firmó el acuerdo entre la UE y Turquía y se cerró la ruta de los Balcanes, señala el estudio de la Agencia Danesa para los Refugiados Getting to Europe the ‘WhatsApp’ way (Llegar a Europa vía WhatsApp). Por otro lado, los teléfonos inteligentes y aplicaciones como Facebook, WhatsApp, Twitter, Viber o Google Maps son fundamentales para conocer las mejores rutas y evitar los peligros.
"En realidad, el uso de las tecnología no es un aspecto típico o exclusivo de las migraciones", matiza Verduci. "Es que las migraciones lo llevan al extremo".
El proyecto The New Arrivals está financiado por el European Journalism Centre con el apoyo de la Fundación Bill & Melinda Gates.
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