El presupuesto de Trump recortará en Medio Ambiente y ayuda exterior
La Casa Blanca presenta este jueves una primera propuesta de gasto que deberá aprobar el Congreso
Más Ejército, más seguridad, menos ayuda internacional. Las prioridades de la Administración de Donald Trump se han ido conociendo desde que el 9 de noviembre se alzó contra pronóstico con la victoria electoral, pero este jueves se pondrá por primera vez por escrito líneas maestras del que será su primer presupuesto. Esta propuesta inicial para el próximo año fiscal, que comienza el 1 de octubre, solo cubre una parte de todo el presupuesto federal -la parte en la que tiene margen de maniobra- y deja fuera los programas obligatorios (pensiones o sanidad para los desfavorecidos, por ejemplo). Pero sirve para ver una primera traducción en números de lo que significa el Primero, América que define al trumpismo.
Desde la campaña electoral, la adhesión a Trump avanzó a lomos de las promesas de menos impuestos, más fondos para los militares o el desmantelamiento de la reforma sanitaria de Obama, entre otros. En dinero contante y sonante, el rearme del que hablaba el presidente cristalizaría en un incremento de los gastos de defensa de 54.000 millones de dólares (un 9,3%), el mayor aumento en una década, tal y como avanzó el propio Trump hace un par de semanas. “Tenemos que empezar a ganar guerras otra vez”, dijo, apelando a la supremacía militar estadounidense.
El de 2018, también, el primer presupuesto de sello republicano de los últimos ochos años y servirá para enterrar –ya no con palabras, sino con números- algunas de las señas de identidad de la Administración de Obama, con un recorte de calado en la política medioambiental, en la ayuda exterior o en el empleo público. En esta línea, según fuentes del Congreso citadas esta noche por The New York Times, el presupuesto de la Agencia de Protección Medioambiental y del Departamento de Estado sufrirán un tijeretazo similar, de hasta el 31%.
El adelgazamiento de las agencias y estructuras públicas, así como la eliminación o reducción de muchos programas, se traducirá en una rebaja histórica del número de empleados públicos, según el análisis de The Washington Post de hace un par de días. Se esperan a su vez recortes en los fondos destinados a los medios de comunicación públicos.
Trump también enfatizó durante la campaña la apuesta por la construcción de nuevas infraestructuras, aunque una vez en la Casa Blanca ha evitado entrar en detalles, a diferencia de las cifras que sí dio sobre el gasto militar. El nuevo presidente ha prometido que todas sus políticas expansivas en estas áreas se llevarán a cabo a costa de recortes en otras, de modo que no suba el déficit público, que para el próximo año fiscal se ha calculado que llegará a los 488.000 millones de dólares. La Administración también debe determinar los ingresos fiscales que espera en función de la marcha de la economía, aunque prepara una reforma tributaria de la que aún no hay datos concluyentes.
El plan que se presente este jueves también incluirá probablemente un guiño a una de sus promesas electorales más estelares y controvertidas, el número de separación en la frontera con México, con una primera partida para empezar a diseñar su construcción.
El documento fijará las prioridades de gasto pero no abordará ninguno de los programas obligatorios, como las pensiones de los jubilados (la Seguridad Social) o la atención sanitaria para la gente sin recursos o para la tercera edad. Es el Congreso el que debe aprobar el presupuesto federal completo, que se entregará en mayo, y las negociaciones serán complicadas con demócratas y republicanos, pese a la nueva mayoría conservadora.
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