No hagan caso al presidente
La Casa Blanca está virando del caos a la división, al menos en política exterior
Al fin, alguien capaz de decir que no al presidente. El desastre de Michael Flynn, el consejero de Seguridad más efímero de la historia, ha terminado con su sustitución por otro militar, este en activo, con una hoja de servicio extraordinaria en Irak y Afganistán y un prestigio intelectual fuera de lo común: el teniente general Herbert Raymond McMaster es autor de una tesis doctoral sobre la guerra de Vietnam, 'Dereliction of Duty' (dejación del deber), en la que estudia los errores de las autoridades civiles y la incapacidad de los mandos militares para contarles la verdad.
John McCain, el veterano senador y candidato derrotado por Barack Obama en 2008, podría haberle nombrado consejero de Seguridad si hubiera alcanzado la Casa Blanca. Ahora ha elogiado la nominación, fruto de una jugada en la que ha perdido la baza el eje disruptivo formado por el presidente, su yerno, Jared Kushner, y su asesor estratégico Steve Bannon, a favor de la estabilidad y la previsibilidad de las políticas de seguridad, encabezadas por el secretario de Defensa, James Mattis.
Es la primera noticia tranquilizante después de un mes de delirio y caos que ahora culmina con el anuncio de las deportaciones masivas de extranjeros. La presencia de McMaster al lado de Trump aliviará algo más a los europeos que las balbuceantes palabras del vicepresidente, Mike Pence, ofreciendo unas garantías sobre las relaciones transatlánticas que su jefe ha demostrado despreciar. También equilibrará el Consejo de Seguridad Nacional, máximo órgano asesor al que ha accedido Bannon, a pesar de su falta de calificación y de los escasos antecedentes.
McMaster no comparte ninguna de las ideas de Trump sobre Rusia, la OTAN y el terrorismo islámico. Su voz se añadirá a las de Pence, Mattis y la del secretario de Estado, Rex Tillerson, que “han pasado por Europa en reuniones con la OTAN, la UE y el G20 con un mensaje bien claro: no hagan caso al presidente de los Estados Unidos”, según la afinada apreciación de Jeremy Schapiro, exalto funcionario del Departamento de Estado y actual director de investigación del think tank ECFR (European Center on Foreign Relations). En el mismo momento se ha conocido también que Bannon confirmó en una conversación con el embajador alemán en Washington todos sus peores propósitos destructivos respecto a la UE, en abierto mentís a las palabras tranquilizadoras de los otros altos cargos.
No será fácil entenderse con esta nueva Casa Blanca, que exhibe dos políticas exteriores contradictorias y obliga a distinguir entre los interlocutores, buscar alianzas con quienes representan la continuidad y apaciguar o evitar a los revolucionarios que quieren cambiar el mundo. Los aliados pueden contar con una rama fiable, que intentará ganar la partida al trumpismo con la colaboración de las agencias de espionaje y de los grandes medios, a los que el presidente ha jurado odio eterno. Pero será difícil no hacer caso a un presidente que, a golpe de tuit, intenta cambiar el mundo cada madrugada.
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