Los jefes de Exteriores y Defensa de EE UU marcan las líneas rojas frente a Rusia
Tillerson abre los contactos con Rusia con la petición de cumplir el pacto sobre Ucrania
Dos pesos pesados del Gobierno estadounidense lanzaron el jueves desde Europa un mensaje de firmeza a Rusia. El primero fue el secretario de Estado, Rex Tillerson, que reclamó al Kremlin el cumplimiento de sus compromisos para rebajar la tensión en Ucrania. El secretario de Defensa, James Mattis, negó la posibilidad de una cooperación militar a corto plazo con Moscú, a quien además acusó de tratar de influir en elecciones democráticas. Estos discursos coinciden con el escándalo destapado en Washington por la cercanía con Rusia de varios colaboradores de Trump.
Tillerson inauguró sus relaciones con Rusia con un doble mensaje. El jefe de la diplomacia de Estados Unidos mantiene el discurso oficial de exigir a Moscú que respete el tratado de paz para el este de Ucrania. “Esperamos que Rusia cumpla el compromiso de Minsk y rebaje la violencia en Ucrania”, dijo desde Bonn. Al mismo tiempo, ofreció a Rusia colaboración allí donde “puedan encontrarse áreas de protección práctica que beneficien al pueblo estadounidense”. Pero dejó claro que en caso de que Washington y Moscú no se pongan de acuerdo, EE UU defenderá “sus intereses y los de sus aliados”.
La visita de Tillerson a Alemania era importante porque suponía la primera toma de contacto con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov. Ambos se vieron en un encuentro bilateral con motivo de la reunión del G20 de Exteriores que el viernes continuará en la antigua capital de la RFA.
Desde Bruselas, el secretario de Defensa rebajó las expectativas de acercamiento entre la Casa Blanca y el Kremlin. “No estamos en posición de colaborar militarmente con Rusia ahora mismo”, aseguró sobre una eventual cooperación contra el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). Aunque tanto Rusia como la coalición liderada por EE UU combaten al ISIS en Siria, mantienen estrategias separadas y su contacto se limita a cuestiones de seguridad formales para evitar que sus aviones coincidan. El antiguo marine dijo que Rusia primero "ha de probarse a sí mismo" y seguir las leyes internaciones, antes de que EE UU y la OTAN se planteen nuevos vínculos militares.
Hubo más recados rumbo a Moscú. Mattis acusó a Rusia de tratar de inmiscuirse en los comicios de otros países, sin aclarar si entre ellos está la votación que llevó a Donald Trump a la presidencia. “Ahora mismo diría que hay muy pocas dudas de que ha interferido o intentado interferir en un buen número de elecciones democráticas", dijo.
Moscú confiaba en que la llegada de Trump a la Casa Blanca sirviera para mejorar unas relaciones, que se encontraban en el punto más bajo desde la guerra fría. Pero esta posibilidad parece alejarse. El portavoz de Trump ya indignó a muchos en Moscú cuando dijo que esperaba que el presidente Vladímir Putin devolviera Crimea, península que Rusia se anexionó en 2014. Los discursos de Tillerson y Mattis alejan una opción particularmente inquietante para el futuro de la OTAN: la de una reorganización del tablero defensivo mundial bajo el liderazgo de Trump y Putin.
Lavrov, por su parte, negó que Rusia haya interferido “en asuntos internos de otros países”. Salía así al paso de las especulaciones sobre supuestas injerencias rusas en EE UU. “Deberíais saber que no interferimos en los asuntos internos de otros países”, dijo a los periodistas que le preguntaron por la dimisión del asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Michael Flynn, que se vio obligado a dejar el cargo cuando trascendieron sus vínculos con diplomáticos rusos durante la campaña presidencial. Los dos ministros no hablaron sobre la posibilidad de levantar las sanciones a Rusia, según dijo Lavrov.
Pese a las distancias que el jefe del Pentágono marca entre las dos potencias, EE UU se perfila como un aliado incómodo y dispuesto a “moderar su compromiso” en la Alianza Atlántica si no percibe claras señales de cambio. Esto es, si no se avanza en el compromiso de gastar un 2% del PIB en Defensa en 2024. La OTAN ha captado el mensaje: "Lo que Mattis dijo claramente es que EE UU espera que Europa y Canadá inviertan más en defensa. Si eso no pasa, tendremos un desafío", dijo su secretario general, Jens Stoltenberg.
Aun así, tras el duro rapapolvo dirigido a sus aliados durante el primer día de reunión de la OTAN por su bajo gasto militar, Mattis dedicó sus mensajes de despedida a tranquilizar a sus socios garantizando el compromiso estadounidense con el artículo 5, que considera el ataque contra uno de los miembros de la OTAN como una agresión contra todos ellos.
París critica la “confusa y preocupante” política de EE UU en Oriente Próximo
París ha reaccionado con rapidez al giro de EE UU en torno al conflicto Israel-palestino. Un día después de que el presidente Donald Trump se alejara de la solución de los dos Estados, el ministro de Exteriores francés, Jean Marc Ayrault, criticó la política estadounidense en la región, a la que calificó de “confusa y preocupante”. Ayrault, que participaba en el G20 de Exteriores celebrado en la ciudad alemana de Bonn, mostró cierto alivio por los pronunciamientos estadounidenses sobre Rusia, pero no sobre Oriente Medio.
El ministro francés coincidió en Bonn con el secretario de Estado de EE UU, Rex Tillerson. “Quería recordarle que, desde el punto de vista francés, no hay otra opción que la solución de los dos Estados. Y que la otra opción que mencionó Tillerson no es ni realista ni justa ni equilibrada”, añadió Ayrault, que reaccionó solo un día después de que Trump dinamitara una de las bases de la política exterior de su país. “Ante una solución de dos Estados y de un Estado, me gustará la que le guste a las dos partes. Puedo vivir con cualquiera de las dos salidas”, dijo Trump junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Casa Blanca.
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