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Las FARC migran hacia la paz

Más de 6.000 guerrilleros se desplazan por todo Colombia hacia las zonas donde iniciarán el tránsito a la legalidad

Fotografía cedida por el Bloque Sur de las FARC del domingo 29 de enero de sus integrantes viajando por el río Mecaya en el Putumayo.Vídeo: EFE | EL PAÍS
Ana Marcos

Cada capítulo del proceso de paz con las FARC en Colombia se envuelve en la épica de las palabras. En estos cuatros años se han silenciado los fusiles en cada una de los altos al fuego. La novela Cien años de soledad de Gabriel García Márquez ha sido mentada las mismas veces que Mauricio Babilonia ha tenido que soltar las mariposas amarillas con cada atisbo de que el final de medio siglo de guerra se acercaba. Los colombianos, como escribió el Nobel, han conseguido en más de una ocasión, su segunda oportunidad en la Tierra. Y la horrible noche, como se lee en el himno del país, ha cesado en varias oportunidades. La implementación de lo pactado se empieza a escribir con la misma liturgia. Más de 6.000 guerrilleros abandonan sus campamentos en la Colombia profunda camino de la vida civil en una suerte de migración que ya se conoce como La última marcha de las FARC.

La guerrilla se ha pasado los últimos cinco meses en unas zonas denominadas oficialmente puntos de preagrupamiento; de manera oficiosa: campamentos de paz. En estos territorios han esperado a que el Gobierno de Juan Manuel Santos aprobara por trámite parlamentario parte de los acuerdos pactados en La Habana. Y han cumplido su palabra de que la implementación no comenzaría hasta que la Ley de Amnistía estuviera vigente. En este tiempo no ha importado el calendario marcado en los textos. El día D, el pasado 1 de diciembre, solo sirvió de recordatorio en la agenda. El 6 de diciembre ningún guerrillero se movió de su posición. Dos meses después, las FARC ya están concentradas en la mayoría de las 26 zonas veredales de transición. Su casa hasta el próximo 1 de junio, previsiblemente.

Desde el pasado sábado y hasta este jueves, se habrán realizado 36 operativos por todo Colombia para la movilización de 6.300 guerrilleros. En su camino a estos territorios, a pocos kilómetros de donde se encontraban, cada frente, columna y bloque de la guerrilla ha sido acompañado a través de corredores humanitarios por el Mecanismo de Monitoreo y Verificación compuesto por el Gobierno, las FARC y la ONU. Para el desplazamiento por tierra se han utilizado 450 4x4, 200 camperas, 120 camiones, 100 autobuses, 80 coches, 35 mulas de carga, 10 tractores y se han ofrecido entre 10.000 y 15.000 raciones de comida, según datos de Carlos Córdoba, gerente de las zonas de transición.

Vídeo: Sinaí Films

Los milicianos que han colaborado con la guerrilla en estos años de guerra tendrán que registrarse en estas áreas, pero no tendrán que vivir en ellas obligatoriamente. Por el momento, el Gobierno no ha concretado cuántos son. Tampoco se conoce cuántos presos indultados decidirán viajar a estos campamentos temporales ni cuántos no amnistiables esperarán a ser juzgados por la Justicia Especial en estos mismos territorios.

Colombia ha aprendido que a la confrontación dialéctica de la negociación tenía que añadirle los problemas de la puesta en práctica. A través de las redes sociales de las FARC, desde el perfil de su máximo comandante Rodrigo Londoño hasta el de guerrilleros base con dotes tecnológicas, se han intentado viralizar cada uno de los impedimentos logísticos que han retrasado la implementación. Imágenes de vehículos atrapados en el barro de las vías de acceso a las zonas veredales. Comida podrida o en mal estado para alimentar a la guerrilla. Dificultades como los alquileres de los terrenos porque algunos campesinos se negaban a ceder sus tierras y porque otros, como ha contado en más de una ocasión Sergio Jaramillo, Alto Comisionado para la Paz, pedían el doble y el triple de lo que valen sus predios.

Todas estas dificultades han afectado especialmente a los trabajos de construcción de estas áreas. Hasta tal punto que Gobierno y guerrilla pactaron que levantarían estas zonas de manera conjunta. El Ejecutivo, a través de la Unidad de Gestión de Riesgos, se encargaría de los espacios comunes: cocinas, aulas, baños,… Los guerrilleros, con el material aportado por el Estado, de los dormitorios. Córdoba no ha querido dar datos del presupuesto que el país invertirá solo en las 26 zonas veredales repartidas en 14 departamentos.

A estos lugares, los guerrilleros llegan con su mochila de no más de 20 kilos, otro tipo de materiales, uniformados y con una bandera blanca de la paz. En la entrada se encuentran con los anillos de seguridad de la Fuerza Pública que velará por su seguridad. Y en su nueva residencia, terrenos en proceso de construcción. Tienen agua potable, luz, baños móviles y una cocina industrial, aseguran desde el Alto Comisionado para la Paz. Pero los dormitorios aún no están terminados, por lo que por el momento duermen en las zonas comunes, usan los cambuches que portan o una de las entre 50 y 100 tiendas de campaña de emergencia dispuestas por las autoridades. Para las mujeres embarazadas y los enfermos se han dispuesto habitaciones temporales. "Mientras las FARC estamos cumpliendo rigurosamente lo acordado, el Gobierno no lleva infraestructura a las zonas veredales", dice Londoño en Twitter. El mismo mensaje mandan las decenas de cuentas de la guerrilla con fotos y vídeos de lo que se encuentran al llegar.

¿Qué pasa con los menores?

El Gobierno de Colombia y las FARC pactaron que una vez los guerrilleros accedieran a las zonas veredales entregarían el listado de los menores de 18 años que tienen en sus filas. A partir de ese momento, los jóvenes se concentrarían en 10 puntos para ser entregados a sus familias y así garantizarles el tránsito a la vida civil. Por el momento, se desconoce el número de niños y niñas que aún siguen en la insurgencia.

En esas imágenes también se confirma que no han soltado sus fusiles, y no lo están haciendo al acceder a sus nuevas casas. Cada arma será identificada con un código de barras que incluirá información sobre su tipología y su dueño. Hasta estos lugares también llegarán otros materiales de guerra como lanzacohetes o ametralladoras. Este inventario se comparará con el que ya han entregado las FARC a la ONU y que no ha trascendido por seguridad. Por tanto, durante un período de tiempo, hasta que se lleve a cabo el almacenamiento en contenedores ubicados en los propios campamentos, los guerrilleros irán armados para su autodefensa en caso de que se produzca algún tipo de incidente con grupos ajenos al proceso de paz. De manera paralela, se destruirá armamento inestable -como bombas o granadas- fuera de estas zonas.

Los guerrilleros de las FARC recuperarán o tendrán por primera vez una identificación. En su tránsito a la vida civil decidirán si mantienen sus alias de combatientes o vuelven a sus nombres de nacimiento. El censo, en colaboración la Universidad Nacional de Colombia, servirá para que el Ministerio de Salud pueda garantizar su cobertura sanitaria en el régimen de subsidio hasta que comiencen a trabajar y recibir, por primera vez para muchos, un salario.

Si el 1 de junio la primera parte de la implementación termina según el calendario acordado, el único recuerdo que quedará de la guerra con las FARC serán tres monumentos esculpidos del hierro fundido de los fusiles. Después, habrá que esperar a que alguien empodere con palabras el próximo capítulo de la paz en Colombia.

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura. Forma parte del equipo de investigación de abusos en el cine. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional, además de participar en la fundación de Verne. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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