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Gambia estalla de júbilo con la llegada del nuevo presidente Barrow

El mandatario, procedente de Senegal, ha sido recibido por una auténtica marea humana

José Naranjo
El presidente de Gambia Adama Barrow saluda a sus seguidores a su llegada a Banjul.
El presidente de Gambia Adama Barrow saluda a sus seguidores a su llegada a Banjul.AFOLABI SOTUNDE (REUTERS)

Hay días que los pueblos no olvidan fácilmente y en Gambia este jueves será recordado durante mucho tiempo como el día en que dejaron atrás una larga dictadura de 22 años y se adentraron, por primera vez en su historia, en un régimen democrático salido de las urnas. El nuevo presidente de Gambia, Adama Barrow, esperaba en Senegal a que el dictador Jammeh se exiliara. Exactamente a las cinco y cinco de la tarde un avión de bandera senegalesa procedente de Dakar se posaba sobre la pista del Aeropuerto de Banjul provocando un estallido de júbilo en las miles de personas que desde dos horas antes rodeaban el recinto. A bordo iba Barrow que una hora más tarde hizo su entrada triunfal en las calles de la capital escoltado por una auténtica marea humana.

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Con el puño en alto, los brazos en cruz o haciendo la señal de la victoria. Barrow, encaramado sobre un coche blanco y con una sonrisa, emprendió el lento camino hacia la capital. Delante y detrás dos vehículos blindados con tropas senegalesas se encargaban de velar por su seguridad. El sonido de los tambores iba amenizando la marcha, en el que destacaba la enorme presencia de jóvenes con un entusiasmo contagioso que se dejaban la voz gritando “¡Presidente, presidente!”.

“Estoy más que feliz, es el día más grande de toda mi vida”, aseguraba poco antes un exaltado Ibrahima Touré bandera en mano en la puerta de la terminal del aeropuerto mientras sobre la pista del aeropuerto esperaban bajo un sol implacable los miembros del cuerpo diplomático y autoridades civiles y militares, así como soldados senegaleses y nigerianos de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental.

La ciudad de Banjul se levantó este jueves con la expectativa de la llegada de Barrow. Cientos de personas con banderas, casi todas gambianas pero también alguna senegalesa, pitos, tambores y las omnipresentes camisetas con el lema Gambia Has Decided se dirigieron al aeropuerto para dar la bienvenida al nuevo presidente. Desde las tres de la tarde el sonido del yembé amenizó la larga espera bajo el sol mientras cada vez llegaba más gente en coches, autobuses y camionetas, brazos en alto y sonrisa en la cara. Lo que viene siendo una fiesta por todo lo alto.

Al igual que la partida de su antecesor Yahya Jammeh entre lágrimas de sus partidarios y abucheos de decenas de jóvenes el pasado sábado marcaba el final de un régimen de miedo y terror que duró 22 años, la llegada de Barrow al ritmo de los tambores y los cantos de miles de gambianos que salieron a la calle a saludar el paso de la comitiva presidencial marca el comienzo de un nuevo tiempo. No debe ser casualidad que uno se fuera en la oscuridad de la noche y el otro llegara en pleno día. Todo está por hacerse, la tarea es inmensa, pero este jueves ha sido la gran fiesta que los gambianos esperaban hace tanto tiempo.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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