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Juncker dice que si la UE no quita el visado a los turcos será culpa de Erdogan

El presidente de la Comisión sugiere que la promesa de la UE a Turquía no podrá cumplirse

Un policía detiene a un manifestante en Estambul durante una protesta por la persecución del partido kurdo HDP.Vídeo: EFE | EPV
Lucía Abellán

Europa comienza a asumir que mantener la candidatura turca a integrarse en la UE es una ficción. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha instado este martes al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, a decidir si quiere o no acceder un día al club comunitario y ha sugerido que Bruselas podría no eximir a los turcos de visado, como había prometido. Para aclarar la disyuntiva, Juncker constata que Turquía “se aleja de Europa”. Poco antes, la alta representante para la Política Exterior, Federica Mogherini, había expresado “grave preocupación” por los últimos acontecimientos ocurridos en el país vecino.

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Las instituciones comunitarias llevan casi un año tratando de tejer un complejo equilibrio con Turquía. Por un lado, la prioridad de los países miembros consiste en mantener vivo el pacto migratorio que desde el pasado marzo ha reducido drásticamente las entradas de migrantes y refugiados en la UE a través de las islas griegas. Por otro, esa necesidad coincide en el tiempo con un recrudecimiento del conflicto con los kurdos y una ola terrorista en Turquía, acompañada de un deterioro del Estado de derecho y las libertades, que la UE observa con estupor.

Juncker ha querido expresar esa frustración este martes: “Un día Turquía deberá decirnos si verdaderamente quiere formar parte de la UE. Hoy todo lo que hacen las autoridades turcas me lleva a pensar que Turquía no quiere estar lista para respetar los valores europeos. Si mañana no concedemos la liberalización de visados a Turquía, no será culpa de la UE, sino de Erdogan. Será él quien no habrá respetado las condiciones que acordamos”, ha avisado el presidente del Ejecutivo comunitario en un discurso pronunciado en el Colegio de Europa, situado en Brujas (Bélgica).

La promesa de liberar del visado a los turcos que viajen a territorio Schengen es, junto a los 6.000 millones prometidos, el principal incentivo que tienen las autoridades turcas para respetar el pacto migratorio, por el que el país contiene los flujos y acepta a los migrantes que se hayan desplazado a Grecia desde el pasado marzo. Bruselas quiere mantener viva la esperanza de que Turquía cumplirá esas condiciones en un futuro próximo y entonces la UE podrá eximir a sus ciudadanos de los trámites consulares. Pero las últimas detenciones de los líderes del partido kurdo (HDP) en el Parlamento turco, que ahora no gozan de inmunidad parlamentaria, desconciertan a Bruselas.

Mogherini ha ofrecido una lista de acontecimientos que considera “extremadamente preocupantes”. Entre ellos, el debate sobre la posible reinstauración de la pena de muerte en Turquía, las restricciones a la libertad de expresión (incluidos los últimos cierres de medios de comunicación y las detenciones de periodistas) y la persecución al partido kurdo HDP, el segundo mayor de la oposición. “Las decisiones de levantar la inmunidad deben basarse en casos concretos, con criterios transparentes y no por consideraciones políticas”, ha criticado la jefa de la diplomacia europea.

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La Comisión debe presentar este miércoles un nuevo informe sobre la evolución de los compromisos de Turquía, que será necesariamente más duro de lo previsto hace solo unas semanas. Ankara está lejos de cumplir la reforma de la ley antiterrorista que exige Bruselas para hacerla más restrictiva (es decir, para que no permita detenciones de periodistas, académicos y otros excesos con la excusa de luchar contra el terrorismo). Y el escenario de aprobar la libertad de visados antes de que acabe el año es cada vez más remoto. “Necesitamos a Turquía, pero no podemos ceder sobre nuestros valores principales”, ha resumido Juncker.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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