_
_
_
_

La relación entre policías y negros entra en un nuevo nivel de tensión

El precedente de los disparos a sangre fría contra policías en una manifestación contra el racismo abre interrogantes sobre la actuación de ambos en el futuro

Un manifestante frene a la policía, el viernes en Phoenix.Vídeo: AP
Pablo Ximénez de Sandoval
Más información
Un francotirador mata a cinco policías en Dallas en una protesta contra los abusos de los agentes
“Los negros no somos yihadistas”
Estados Unidos sufre otros ataques a policías en tres ciudades del país

Habían pasado 24 horas exactas del comienzo de los disparos. En la Iglesia del Cuerpo Inspirador de Cristo, en un barrio de abrumadora mayoría de raza negra en el sur de Dallas, a las nueve de la noche el reverendo Rickie Rush había convocado una reunión de los hombres de la comunidad para “tener una conversación” sobre la situación. La situación es que a las ya tensas relaciones entre la policía y la comunidad negra se añade un hecho sin precedentes: la respuesta armada de un negro ante abusos policiales.

Hay una primera vez que alguien dispara en un instituto. Una primera vez que alguien secuestra un avión. Hay una primera vez que un musulmán obsesionado con el terrorismo internacional decide matar a sus vecinos. El temor que subyace después del jueves es que esta sea la primera vez de un fenómeno nuevo. El empeño de las autoridades en considerar el incidente como algo aislado, producto de la deriva obsesiva de un personaje oscuro que nada tiene que ver con las reivindicaciones de justicia racial, se produce en este contexto.

El reverendo Rush hizo un apasionado discurso sobre el odio, la rabia, la “mentalidad del miedo”. Entre el público había unos mil hombres negros de todas las edades, que fueron relatando sus pensamientos. Uno decía sentirlo por las familias de los policías, se quejaba de lo difícil que es tragar con los vídeos de los tiroteos de policías contra negros. “Seguimos viendo estas escenas. ¿Cómo podemos procesarlo? ¿Cómo debemos sentirnos?”.

Otro hombre explicó que tiene entrenados a sus hijos sobre lo que tienen que hacer cuando les para la policía. Que tienen que levantar las manos, que se muevan despacio, cuando les pidan la licencia de conducir, que pregunten con calma si la pueden sacar, que le digan al agente que están sacando la licencia… “Solo queremos volver a casa vivos”, decía.

¿Cuál es la consecuencia de Dallas? ¿Los policías tendrán ahora en su mente la posibilidad de que los negros quieran matarlos a tiros cuando se acercan a un sospechoso? ¿Cómo influye eso su actitud? Y si el sospechoso piensa que el policía está pensando en eso, ¿cómo influye en su comportamiento? Es un nuevo nivel desconocido.

Pernell Martin, un hombre negro de 49 años que estaba en la iglesia. La pregunta que se hará un policía ahora es “¿es esto una emboscada?”, opinaba Martin. “Ahora ya no sé si este tipo al que he parado me está engañando (para matarme). Van a tener eso en la cabeza. La gran pregunta es ¿qué hacemos ahora?”. Martin no es especialmente partidario de Black Lives Matter, se queja de que protesten cuando un policía blanco mata a un negro, pero no por los miles de asesinatos de negros a manos de otros negros. “¿Esas vidas negras no importan?”.

En el otro lado, los cuerpos de policía de todo el país miran con espanto a Dallas, en unos días donde se suceden manifestaciones como la del jueves sin cesar. El portavoz de la policía de Sacramento, en California, lo expresó elocuentemente el viernes al periódico local: “Esto es algo que va a estar en la mente de todos los agentes de policía para siempre”. Ese día, el alcalde de la ciudad californiana había pedido al jefe de policía que pusiera en marcha planes para asegurarse de que están preparados para un suceso así.

“Anoche (el jueves) hubo fotos de los manifestantes de la mano con los policías, haciendo bromas, dejando que discurriera la Primera Enmienda”, explicaba a EL PAÍS el alcalde de Dallas, Mike Rawlings. “Ahora es más, un momento, me estoy jugando la cabeza en cualquier momento, podría pasar algo. ¿Esto nos lleva a un nivel diferente en la forma de tratar con manifestantes que intentan que quieren, con todo el derecho, llamar la atención? Eso sería decisión del jefe de policía. Pero en esta ciudad ya hemos tenido este debate antes. Este es un loco que lo llevó al extremo”.

El viernes hubo nuevas protestas de movimientos negros contra la violencia policial en al menos 18 ciudades, en medio de este clima. En Rochester, Nueva York, una manifestación de apenas 400 personas derivó en enfrentamientos con 74 detenidos. En Phoenix, Arizona, una manifestación de 300 personas fue dispersada por la policía con gas pimienta y pelotas.

Habrá nuevos casos como los de Ferguson, Baton Rouge y Minneapolis, habrá nuevas manifestaciones en momentos de gran dolor para la comunidad negra. ¿Qué se debe hacer en esos casos? ¿Se prohíben? ¿Se aumenta el nivel de equipamiento militar? ¿Se ponen francotiradores en las azoteas? ¿Qué pensarán los que vayan a esa manifestación? ¿Y los vecinos de las calles por las que pase? La matanza de Dallas ha abierto preguntas que aún no tienen respuesta pero que tienen el potencial de profundos cambios en los cuerpos de policía, en las comunidades negras, y en la relación entre ellos que reverbera en todo Estados Unidos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_