La vida desde cero
Los habitantes de Pedernales buscan la forma de salir adelante. Las autoridades temen los saqueos
La mayor parte de las viviendas de Pedernales tiene un aviso de demolición. El 70% de los hogares debe ser derribado y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército ya trabaja en esas labores. Desaparecerán 10.000 de las 14.000 viviendas que existen en el catastro municipal. Después de esto la ciudad prácticamente debe empezar de cero. De momento 1.880 personas no tienen un lugar fijo para vivir y están en los cinco albergues habilitados para acogerlos.
Pero también hay albergues improvisados por las personas cerca de las que fueron sus viviendas. Basta con montar un techo de plástico o zinc y colocar debajo una cama, una mesa y unas sillas. Las personas que deciden vivir así, a la intemperie, tienen temor a perder lo poco que les queda y no se quieren marchar. El problema es que para ellos la ayuda llega a cuentagotas porque no hay un registro de esos asentamientos. Algunos se han ubicado a pie de calle para llamar la atención de los pocos vehículos que estos días pasan por aquí. Casi siempre hay un hoguera junto a estos campamentos, que necesitan esa luz para no quedar en la absoluta penumbra. “No se sabe lo que pasará después”, dice César Sangucho, un trabajador de Movistar que recorre estos sitios llevando una unidad móvil desde la cual la gente puede hacer llamadas gratis y cargar sus celulares, servicio que, por cierto, brindan también las pocas personas que tienen un generador de luz y que cobran entre 50 centavos y un dólar por dejar cargar durante unos minutos el teléfono móvil.
Los primeros rescatistas empiezan a abandonar la ciudad
Pensar en el futuro es algo que agobia a la población en estos días en que los primeros rescatistas empiezan a abandonar la ciudad porque prácticamente ha terminado la fase de búsqueda y rescate de las víctimas. El hecho de que varias personas hayan empezado a usar una mascarilla para protegerse del polvo y del olor nauseabundo que emana de algunos edificios ha alimentado el temor a una epidemia. Un miedo con pocos fundamentos, a juicio de los expertos. “Es más psicológico”, dice Paola López, técnica nacional de respuesta de la Cruz Roja. “Las epidemias se dan cuando hay presencia de un virus en comunidades debilitadas en su sistema inmunológico”.
Pero el rumor puede más y como Pedernales ha vivido un luto colectivo, parece que a partir de ahora las sensaciones de unos son las de todos. Ayer por la mañana se produjo un saqueo en la ciudad, cuando un vecino decidió que era hora de entrar al Comercial Torres. Su dueño había sacado todo lo que consideraba de valor y luego se marchó, y la gente desesperada empezó a llegar a la tienda para hacerse con cualquier cosa. El grupo de asaltantes estaba compuesto por mujeres y hombres que temen quedarse sin comida cuando todos los organismos de ayuda se vayan del pueblo. El botín apenas fue de unos sacos de sal, harina, arroz, mantecas y aceites. Algunos de los sacos estaban manchados de sangre; en ese lugar murieron cinco personas, entre los dependientes y los clientes.
Las fuerzas del orden no descartan que se produzcan nuevos desmanes. La ciudad es vigilada por 1.129 policías y 1.138 militares, pero de cualquier manera queda poco que robar. No hay tiendas de abastecimiento ni locales comerciales. En las casas quedan pocas cosas de valor y en breve ya no habrá literalmente viviendas que saquear. Si acaso se teme que haya asaltos a los funcionarios del Estado, que están instalados en el estadio de la ciudad, con sus equipos de trabajo y generadores de luz, pero un contingente militar se mantiene alerta día y noche. Después de todo aquí pernoctan coroneles y generales de las Fuerzas Armadas, que junto con el ministro de Interior, José Serrano, han asumido el control de la tragedia en Pedernales.
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