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Los expertos en seguridad de la frontera ven inútil el muro de Trump

Profesionales reunidos en un simposio en Texas apuestan por la tecnología de vigilancia y rechazan la imagen de que la situación esté fuera de control

Pablo Ximénez de Sandoval
Migrantes centroamericanos, en Roma, Texas, el pasado jueves.
Migrantes centroamericanos, en Roma, Texas, el pasado jueves.AFP

Es la promesa estrella de esta campaña electoral en Estados Unidos. Donald Trump entra en un auditorio y el público empieza a corear: “Build the wall!”. Trump va a construir un muro en la frontera con México que mantendrá a EE UU a salvo de los violadores y narcotraficantes que, en su opinión, pasan a diario y sin control desde México. El millonario ha basado parte de su campaña en transmitir la idea de que la frontera sur del país es una zona salvaje. Esta semana, alrededor de 100 empresas de seguridad y otros tantos expertos en la frontera se reunieron en una feria comercial en San Antonio, Texas. Ninguno de ellos era constructor.

La conferencia anual Border Security Expo reúne cada año desde hace una década al sector de la seguridad de fronteras, empresarios, policías y lobistas. En la exposición nadie vende cemento ni hormigón. La competencia es por venderle al Gobierno radares, cámaras, software de reconocimiento biométrico, sistemas de gestión de datos y sofisticados vehículos todoterreno. EL PAÍS preguntó por la idea del muro y las respuestas de los profesionales fueron desde la risa hasta la preocupación.

“Es bueno que se hable de ello y se enfoque el interés en la protección de la frontera”, opina David Aguilar, excomisionado de la agencia de seguridad fronteriza de Estados Unidos, con 35 años de experiencia y hoy miembro del lobby Global Security Innovative Strategies. “Pero lo que se está viendo en la política puede ser negativo porque se exagera. Se deja de lado la realidad para dar paso a la política”. La imagen de una frontera fuera de control “no es real”, dice Aguilar. “Los muros que hay ahora mismo son los necesarios para reforzar la capacidad de los agentes. Decir que se necesitan 2.000 millas de muro en toda la frontera es ridículo. No es la clase de inversión que necesitamos”. Esto lo dice alguien a quien le interesa que se invierta mucho en seguridad fronteriza.

Expositores de la Border Security Expo, en San Antonio.
Expositores de la Border Security Expo, en San Antonio.

En la frontera ya hay un muro. O una valla, concretamente. Está construida allí donde es útil, explican los expertos, que es en las zonas urbanas. Una valla separa San Ysidro de Tijuana, Calexico de Mexicali, las dos ciudades Nogales, El Paso y Ciudad Juárez, y así sucesivamente. Estas vallas se construyeron hace años para evitar ingresos masivos a través de los puntos fronterizos, cuando grupos de decenas de inmigrantes entraban corriendo todos a la vez y se mezclaban con la población haciendo imposible detenerlos. Pero fuera de los pasos urbanos hay otro tipo de muros, que se llaman desiertos, ríos y montañas, barreras naturales que hacen casi imposible cruzar. Los que lo intentan son más una emergencia humanitaria que una amenaza para la seguridad, reconocen los expertos en seguridad que lo viven a diario.

Manuel Padilla, jefe de la policía de fronteras en Texas, responde con la prudencia de quien sigue en activo y es responsable de uno de los puntos más calientes de EE UU: “El muro tiene su propósito sobre todo en áreas urbanas. En lugares con mucha población, si no hay un muro tienes unos 15 segundos de capacidad de respuesta cuando la gente cruza y se mezcla con los locales. El muro te da la posibilidad de frenar a la gente y aumenta tu capacidad”. Pero allí donde hace falta, “ya está”, admite Padilla. “Tener un muro a lo largo de toda la frontera sur no digo que sea imposible, pero no es práctico presupuestariamente. Cuesta demasiado dinero y no vale para nada en zonas montañosas”.

Lo mismo reconoce el comandante de los Rangers de Texas J. D. Robertson, también con la prudencia de no señalar a ningún político. “En ciertas áreas, un muro es una barrera que permite mejorar el tiempo de respuesta a operaciones ilícitas”, afirma. Pero en esas áreas ya está construido. “Sí, así es. Y es efectivo”.

Michael A. Braun, exjefe de operaciones de la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA) y hoy socio ejecutivo de la consultora SGI Global, responde así: "Basándome en 42 años de experiencia en seguridad en los niveles más altos del Gobierno de Estados Unidos, puedo decir que no hay muro en el mundo que el crimen organizado y los grupos terroristas no puedan pasar por encima, por debajo o a través. Siempre superarán una barrera física". "Sin embargo", añade como matiz, "barreras colocadas en puntos estratégicos y reforzadas con tecnología como la que hay en esta feria, y junto con políticas fronterizas inteligentes, pueden tener mucho éxito a la hora de asegurar nuestra frontera compartida".

Otro de los efectos de esta campaña electoral es que se generalice la imagen de que la frontera está fuera de control y las ciudades fronterizas están sometidas a un acoso de inmigración y narcotráfico. Víctor Rodríguez, jefe de policía de McAllen, Texas, uno de los puntos calientes del cruce de menores no acompañados, se quejó durante la conferencia del injusto trato mediático que se le da a su ciudad. “Se hace una caricatura de los pueblos de la frontera. Esa caricatura no es cierta. Las cinco ciudades más grandes de la frontera de Texas tienen menos criminalidad que las cinco ciudades más grandes del interior”, dijo Rodríguez. Se quejó de que “McAllen es el destino de tours de cualquiera que se presenta a algo” en EE UU. De hecho, uno de los primeros viajes que hizo Trump fue a Laredo.

Federico Garza, jefe de la oficina del sheriff del condado de Webb, Texas, donde se encuentra Laredo, comentó a EL PAÍS que en su opinión hay que tener en cuenta antes de hacer propuestas de ese tipo que las fronteras son fuente de comercio y riqueza. “La realidad es que las fronteras se usan para el comercio. No podemos poner la bota y decir ‘así es como se van a hacer las cosas’ sin pensar en el impacto en nuestras vidas”. De nuevo, rechaza la idea de construir un muro. “Tienes que ser más listo. Hay que construir un muro virtual. Eso es tecnología, cámaras, sistemas de identificación, inteligencia”.

“Queremos que nuestro país esté seguro”, continúa Garza, “pero si construimos muros que impiden nuestro modo de vida nos convertimos en un país comunista, un país policial, con restricciones, es no es la forma de sobrevivir de América. Siempre henos sido un país abierto a los demás, y si empezamos a restringir esos valores, el país se verá afectado de una forma u otra”.

Si el presupuesto para protección de la frontera se gasta en un muro, no se gasta en drones, radares, cámaras, capacitación del personal, integración de datos y relación con los países de origen, asuntos que centraron las discusiones en los dos días del foro empresarial. En la frontera la prioridad ahora no es la inmigración ilegal, sino frenar el crimen organizado al tiempo que se permite el mayor intercambio comercial posible.

El jefe del mando conjunto del Oeste, Robert Harris, lo expuso así: “Cuando yo empecé, éramos 3.000 agentes y deteníamos a 1,5 millones de personas al año. Hoy somos 20.000 agentes y detenemos a 300.000 al año”. Además, explicó, la inmigración irregular de mexicanos ha caído en picado. El 50% de los que intentan pasar son de Centroamérica y huyen de situaciones de violencia, explicó. La prioridad, “es la lucha contra los criminales”.

En una de las ponencias, el subdirector de la agencia federal de emergencias (FEMA) Joseph L. Nimmich explicó que la prioridad se ha mudado a la frontera entre Mexico y Guatemala. “México está cambiando mucho”, dijo. “Cuanto más aseguremos la frontera sur de México más aseguramos nuestra frontera sur”.

Todos los consultados reconocían además que la relación con México ha cambiado enormemente. “Cuando empecé mi carrera en 1978 la relación con México era mínima”, cuenta el excomisionado Aguilar. “El último al que pedías ayuda era a México. No había intercambio de información ni interés en proteger las fronteras. Hoy, México es el primero al que hay que llamamos en cualquier situación. Los tiempos han cambiado dramáticamente”.

"No he oído a ningún experto en seguridad fronteriza que quiera un muro", concluye John Moriarty, de Clarion Events, organizadora de Border Security Expo. "Hay que saber distinguir entre familias que vienen por la frontera dispuestas a entregarse frente a los que traen drogas. No creo que el público vea la diferencia, solo ve gente llegando, pero es más un desafío humanitario que una amenaza para la seguridad". "Lo que hace falta", afirma haciendo suyo el eslogan de Trump, "es un muro de tecnología".

En el sur de Estados Unidos ya hay un muro, no hace falta más. Cerrar la frontera dañaría el comercio. México es un aliado fiable contra la inmigración. Hay que invertir en inteligencia para frenar el crimen y no en barreras físicas para frenar inmigrantes desesperados. Cuando se pregunta a los que conocen el tema de verdad, resulta que Trump habla de una frontera que ya no existe.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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