Bruce Springsteen anula un concierto en protesta contra una ley anti LGTB
Las empresas y la cultura de Estados Unidos se movilizan contra las leyes que discriminan a homosexuales y transexuales
Carolina del Norte obliga a los transexuales a utilizar los baños para las personas de su género biológico, no con el que ellos se identifican. Misisipí permite a las empresas discriminar contra gais, lesbianas y personas transgénero, así como negarles servicios si los dueños consideran que atenderles violaría sus derechos religiosos. Y la ciudad de Houston, en Texas, vio cómo el pasado otoño fracasaba su ley contra la discriminación por una campaña centrada en el acceso a baños públicos.
Es la última frontera de la ofensiva para congelar el avance de los derechos de gais, lesbianas, bisexuales y transexuales en Estados Unidos. Y Bruce Springsteen es el último en levantarse en su contra, cancelando su concierto previsto para el domingo en Greensboro, Carolina del Norte, porque “es la manera más fuerte que tengo de alzar mi voz en rechazo a quienes intentan empujarnos hacia el pasado”.
“Siento que es el momento de que mi banda y yo mostremos nuestra solidaridad con estos defensores de la libertad”, aseguró Springsteen en un comunicado en el que pide disculpas a sus seguidores y alega que “hay cosas más importantes” que un concierto de rock. “Esta lucha contra los prejuicios y el fanatismo, que siguen ocurriendo mientras escribo, es una de ellas”.
30 Estados cuentan con una legislación que permite al dueño de un hotel oponerse a dar una habitación a un transexual
El país se encuentra atrapado entre dos corrientes. La primera la consolidó el Tribunal Supremo cuando legalizó el año pasado el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo. La segunda es una reacción a esta medida y, en nombre de la libertad religiosa, busca proteger a quienes quieran discriminar contra la comunidad LGTB.
Las iniciativas impulsada por las asambleas estatales de Carolina del Norte y Misisipí en las últimas semanas es similar a la que tuvo lugar la primavera de 2015 en Indiana y Arkansas. Y como entonces, el sector de la cultura y las empresas del país ha emergido como único actor capaz de frenar la avalancha de leyes.
Varios actores y estudios de Hollywood también han amenazado con retirar sus rodajes en la región hasta que se anulen estas normativas. El exjugador de la NBA Charles Barkley ha pedido que el partido del All Star no se juegue en Charlotte. Y la presentadora y actriz Ellen DeGeneres declaró en su programa que, a pesar de que no suele entrar en política “esta es una cuestión de derechos humanos”. DeGeneres calificó la ley de Misisipí como “la definición exacta de discriminación”.
Más de la mitad de la comunidad LGTB vive en un Estado que no prohíbe discriminar contra ellos en el lugar de trabajo
En el mundo empresarial, PayPal ha dado más visibilidad a la causa LGBT contra estas leyes al anunciar esta semana que retira un proyecto pa trasladar su sede de operaciones a Charlotte (Carolina del Norte) —una inversión de 3,6 millones de dólares que hubiera llevado 400 empleos a la ciudad en 2017. Otro centenar empresas han firmado un documento en el que rechazan la ley y la Casa Blanca ha revelado que está estudiando cancelar parte de la financiación federal a Estados que aprueben leyes discriminatorias.
Este tipo de presión ya dio sus frutos en Georgia, donde el gobernador vetó una ley que ampara la discriminación por parte de iglesias, organizaciones religiosas de caridad o empresas privadas que consideren que atender a homosexuales, bisexuales o transexuales viola sus creencias. Pero Carolina del Norte y Misisipí no son una excepción. La organización Human Rights Campaign ha identificado más de 200 leyes estatales, aprobadas este año, y que discriminan de algún modo contra la comunidad LGBT.
En total, 30 Estados cuentan con una legislación que permite al dueño de un hotel oponerse a dar una habitación a un transexual y da derecho al responsable de un restaurante a negar su atención a una pareja de lesbianas. Como resultado, más de la mitad de la comunidad LGTB vive en un Estado que no prohíbe discriminar contra ellos en el lugar de trabajo, su vivienda o espacios públicos.
La reacción de estos últimos meses responde al rápido cambio de la opinión pública estadounidense y de sus leyes a favor de la igualdad. Series de ficción como Transparent y Orange is the new black, experiencias personales como la de Catlyn Jenner y los avances legales han aumentado la visibilidad de los transexuales en Estados Unidos. Entre la sociedad, el apoyo al matrimonio igualitario aumentó más de 20 puntos en menos de una década, según Gallup.
Esta evolución es mucho más rápida que la que dio lugar a avances en la regulación del aborto o el movimiento por los derechos civiles y ha sido recibida con el mismo abanico de normativas que intentan restringir su avance. A pesar de que un 60% de los estadounidenses respalda el matrimonio igualitario, el rechazo sigue siendo especialmente fuerte entre los que se oponen. Y en pleno año electoral, varios Estados con gobiernos republicanos podrían expandir una iniciativa que ya ha arraigado especialmente en el Sur del país y aprovechar la movilización de este sector para atraer su voto en noviembre.
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