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Columna
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Un motivo más para la esperanza

El acuerdo para reparar a las víctimas en Colombia supondrá un desafío, pero también una oportunidad para conocer más el impacto del conflicto

El pasado agosto, un grupo de mujeres del sur de Colombia vio el mar por primera vez. Se habían conocido en la estrategia de reparación para víctimas de violencia sexual, convocadas por la Unidad para las Víctimas, la institución del gobierno colombiano que atiende a los afectados por el conflicto armado. Todas cargaban sus miedos pero, al avanzar las sesiones, emergieron las fortalezas y luchas que por años llevaron en silencio.

Como símbolo de la confianza retomada, acordaron ir juntas a la playa. Aquel día sonrieron ante la perspectiva de un futuro mejor. Como ellas, miles de mujeres han recuperado la autoestima. “Pensaba que no había quien nos tomara en cuenta (…). Las cosas son muy diferentes. Hay quien nos quiera”, nos dijo una mujer.

En el noroeste, los campesinos de Leticia cultivaron tranquilos hasta que llegaron los grupos armados. “Había prohibiciones, miedo de salir a cosechar”, decían. Hoy la comunidad es uno de los 303 procesos de reparación colectiva en el país. “Nos vamos a levantar como el Ave Fénix”, nos contaron.

En 2001, los paramilitares robaron ganado y mataron a varias personas en una vereda llamada El Neme. Tras el retorno de los que se desplazaron y con la estrategia de rehabilitación comunitaria ‘Entrelazando’, ahora los campesinos tejen los vínculos quebrados por la violencia. Mejoraron la escuela, pintaron murales y recuperaron la confianza entre ellos. “Antes no podía contar esto sin echarme a llorar. Hoy lo cuento con tranquilidad”, nos explicó un vecino.

Cuatro años atrás, cuando asumí la dirección de la Unidad para las Víctimas, desconocía que meses después se iniciarían los diálogos entre el Gobierno y las FARC-EP para terminar el conflicto armado. Hoy sé que la Ley de Víctimas (2011) ha sido indispensable para alcanzar el acuerdo sobre el quinto punto de las negociaciones, anunciado en diciembre.

Las víctimas se han vuelto protagonistas de un relato histórico que las había relegado a segundo plano. El Presidente Juan Manuel Santos aprobó dicha ley aun cuando el conflicto no había acabado. Hoy existen más de 582.000 víctimas reparadas en Colombia, siendo el único país del mundo en haber alcanzado esa cifra.

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La novedad es que ahora no solo el Estado asumirá la reparación, sino que quienes ocasionaron directa o indirectamente los daños deberán resarcir a las víctimas. Para ello, se acordaron los siguientes mecanismos: una Comisión para el esclarecimiento de la verdad; una Unidad para la búsqueda de personas dadas por desaparecidas en el contexto del conflicto; una Jurisdicción Especial para la Paz; medidas de reparación integral; y garantías de no repetición.

Sobre las medidas de reparación, quisiera resaltar el reconocimiento de responsabilidades que los implicados harán voluntariamente, sin que ninguna instancia judicial les obligue. Así se contribuirá a esclarecer la verdad y dignificar las víctimas.

El acuerdo contempla además fortalecer los procesos de reparación colectiva, que actualmente suman 303 grupos, entre campesinos, comunidades étnicas, asociaciones de mujeres, defensoras de derechos humanos, sindicalistas, periodistas, concejales y diputados.

Como parte de esa reparación colectiva, la Unidad para las Víctimas puso en marcha la estrategia ‘Entrelazando’, donde las víctimas reflexionan sobre el conflicto y tratan de recuperar los lazos del grupo. El acuerdo reafirma la voluntad de ampliar esta iniciativa psicosocial que ha beneficiado a más de 100 comunidades.

Resulta también relevante el reconocimiento de las víctimas en el exterior, a quienes se facilitará el retorno a Colombia siempre que lo deseen. A nivel nacional, hemos acompañado alrededor de 80.000 casos y está por ver qué demandas se generarán una vez firmado el acuerdo final.

Coordinar este aspecto con las medidas judiciales y extrajudiciales del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición supondrá un desafío, pero también una oportunidad para conocer más el impacto del conflicto en las víctimas, repararlas y escucharlas en espacios participativos cada vez más amplios.

La gigantesca tarea que asumimos no debe desalentarnos. Nos merecemos una sociedad comprometida, dispuesta a cicatrizar las heridas. Rescatar los proyectos de vida de tantos ciudadanos golpeados por la violencia nos debe impulsar a continuar con la reparación. Se abren nuevas puertas a la esperanza. La posibilidad de que no exista una sola víctima más del conflicto debería bastarnos para elegir el camino de la paz.

Paula Gaviria Betancur es directora general de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas de Colombia.

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