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Muere un soldado francés en Malí por una mina colocada por “terroristas”

El militar fue herido junto a dos compañeros en octubre en el norte del país africano

José Naranjo
Un soldado francés cubre la entrada de una base cerca de Bamako.
Un soldado francés cubre la entrada de una base cerca de Bamako.REUTERS

Un militar francés ha muerto como consecuencia de las graves heridas sufridas por el estallido de una mina colocada por "grupos terroristas" en el norte de Malí, según ha informado este jueves en un comunicado la oficina del presidente François Hollande. El fallecido es un sargento jefe del Comando Paracaidista del Aire número 10 que había resultado "gravemente herido junto con dos de sus compañeros cuando su vehículo pisó una mina colocada por grupos terroristas" el pasado 13 de octubre.

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Francia es, de lejos, el país europeo más implicado en la lucha contra el terrorismo en el Sahel africano, donde tiene desplegados a unos 3.500 soldados que se reparten por cinco países, Burkina Faso, Mauritania, Malí, Níger y Chad. Además del elevado gasto económico, que en 2014 se elevó a unos 518 millones de euros y se prevé aún superior para 2015, el esfuerzo galo en el Sahel ha tenido su coste en vidas humanas: 13 soldados han fallecido desde que las tropas de este país pusieron el pie en Malí para frenar el avance del yihadismo en África.

Sufriendo también numerosas bajas, pero sin mandato para actuar contra los grupos terroristas, forman parte también de los 10.200 efectivos de MINUSMA desplegados en Malí, a los que hay que sumar los 550 soldados de la Unión Europea destinados a la formación antiterrorista del Ejército local, entre ellos 117 españoles.

La presencia militar francesa en el Sahel no es nueva. De hecho, después de las independencias de los países africanos nunca se fueron del todo y mantuvieron bases en numerosas capitales. Sin embargo el debut del gran despliegue actual contra el terrorismo hay que situarlo en Malí el 11 de enero de 2013 con el inicio de la Operación Serval. El avance hacia Bamako de varios grupos yihadistas instalados en el norte del país provocó una llamada de auxilio del entonces presidente maliense, Dioncounda Traoré, a François Hollande, quien decidió enviar tropas a combatir en el terreno. La llegada de los franceses fue acogida con una mezcla de alivio y euforia por buena parte de la sociedad maliense, especialmente en el norte del país convertido durante nueve meses en un santuario del yihadismo.

La Operación Serval, que llegó a movilizar a 4.500 efectivos, se llevó a cabo en coordinación con el Ejército maliense y contó con el apoyo en el terreno de una decena de ejércitos africanos, de manera muy intensa Chad, y el sostén en misiones de transporte aéreo y reavituallamiento de ocho países europeos, entre los que se encuentra España, que puso un avión Hércules a disposición de las necesidades del operativo.

En pocos días, los franceses lograron detener el avance yihadista y en apenas dos semanas conseguían poner en fuga a los terroristas de las dos principales ciudades del norte, Gao y Tombuctú. En los meses posteriores, eliminaron a cientos de terroristas que se habían refugiado en el desierto maliense y se aprehendieron de 220 toneladas de armas y explosivos. Sin embargo, pese al enorme golpe recibido por los radicales, Serval se saldó con varios fracasos: ni pudieron acabar con los principales líderes terroristas, entre ellos Mojtar Belmojtar o Iyad Ag Ghali, ni lograron restablecer la integridad territorial de Malí, uno de sus objetivos declarados, pues aún hoy quedan vastas zonas del país en manos de grupos rebeldes o fuera de todo control.

Pese a ello, el 1 de agosto de 2014, Francia decide dar por concluida la Operación Serval y poner en marcha un nuevo dispositivo denominado Operación Barkhane con la intención de proseguir con sus operaciones antiterroristas en el Sahel. El operativo, coordinado desde Yamena, cuenta con dos grandes bases, una en la propia capital chadiana, y la otra en Gao, en el norte maliense, donde están acantonados unos 1.000 hombres. Sin embargo, disponen de destacamentos de hasta 35 soldados localizados en las denominadas bases avanzadas, como Tombuctú, Menaka, Tessalit o Kidal (Malí), así como otras en Níger, Mauritania, Burkina Faso y Chad. En total hay algo más de 3.000 soldados sobre el terreno y tienen a su disposición cinco drones, unos 200 vehículos logísticos, 200 blindados, 6 aviones de combate, una decena de aviones de transporte y una veintena de helicópteros, entre otros medios.

La Operación Barkhane ha logrado en menos de año y medio de vida eliminar o capturar a 125 terroristas y destruir 20 toneladas de munición y 25 vehículos, así como interceptar 3.500 kilos de droga, lo que confirma los vínculos entre estos grupos radicales y el narcotráfico en la región. La presencia militar francesa en el Sahel se completa con los Comandos de Operaciones Especiales (COS) con base en Burkina Faso, la denominada Operación Sabre, que cuenta con unos 220 efectivos de enorme movilidad. Por ejemplo fueron ellos quienes fueron aerotransportados con celeridad a Bamako para intervenir en el reciente ataque terrorista del hotel Radisson Blu.

Aunque los franceses llevan casi todo el peso de este combate contra el yihadismo, hay otras fuerzas militares extranjeras desplegadas en el terreno. A lo largo del año 2013, el grueso aparataje de la ONU desembarcaba en Malí y nacía la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de Naciones Unidas en Malí (MINUSMA), que en la actualidad cuenta con unos 10.200 efectivos uniformados (9.149 militares y 1.059 policías) procedentes de unos 50 países, muchos de ellos africanos, desplegados sobre todo en el norte y centro. Aunque en su mandato no se incluye combatir a grupos terroristas (excepto en el caso de que fuera necesario para proteger a la población civil), esta misión se ha convertido en objeto de frecuentes ataques y atentados en los que se han producido 56 bajas, la última este mismo lunes a unos 30 kilómetros de Tombuctú tras la explosión de un artefacto explosivo durante una patrulla.

El grueso de la presencia militar extranjera en Malí se completa con la Misión de Entrenamiento Militar de la Unión Europea (EUTM), que cuenta con unos 550 efectivos que se encargan de formar a las tropas malienses en lucha antiterrorista, entre otros objetivos. Aquí es donde España tiene un mayor compromiso, pues aporta 117 efectivos para esta misión, la mayor parte soldados con base en Koulikoro y una decena en el cuartel general localizado en Bamako. Sin embargo, está totalmente excluido que el personal militar de EUTM participe directamente en acciones en el terreno.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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