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Obama mantendrá la estrategia contra el ISIS pese a los ataques en París

El presidente rechaza las peticiones de que Estados Unidos y Europa frenen la acogida de refugiados de Oriente Próximo

Marc Bassets
El presidente Obama durante la rueda de prensa.
El presidente Obama durante la rueda de prensa.OZAN KOSE (AFP)

El presidente Barack Obama mantendrá la estrategia contra el Estado Islámico (ISIS, en sus iniciales inglesas) pese a los atentados del viernes en París. En una rueda de prensa al final de la cumbre del G-20 en Turquía, Obama se defendió ante las críticas por titubear ante el ascenso del yihadismo en Oriente Próximo y de las presiones para que revise su estrategia. Rechazó enviar tropas de combate terrestres, visto el fracaso de la invasión de Irak en 2003. Y dijo que, aunque Estados Unidos y sus aliados han contenido el avance del ISIS en Siria e Irak, esta será una guerra larga.

Obama advirtió contra cualquier tentación, en Estados Unidos y en la Unión Europea, de hacer pagar a los refugiados por el ataque en París, reivindicado por el ISIS. El ataque ha dejado 129 muertos, según el último recuento, y ha reabierto el debate sobre la acogida de las decenas de miles de personas que huyen de la guerra en Siria. En París y en Washington, aumenta el volumen de la retórica belicista, y las dudas sobre una estrategia, la de Obama, que no ha frenado la sangría ni ha derrotado al ISIS.

El discurso de Obama, defensivo ante las críticas y prudente ante una posible sobrerreacción, contrasta con el del presidente francés, François Hollande. Dijo que no actuará para paracer, él o Estados Unidos, más duro. ¿Acto de guerra? "Esto no es una guerra convencional", dijo. "Jugamos a favor del relato del ISIL [iniciales que utiliza Obama para el Estado Islámico] si actuamos como si fuese un estado, y usamos tácticas militares rutinarias diseñadas para combatir un estado que ataca a otro estado".

La estrategia de la Administración Obama contra el ISIS es doble. En Irak, consiste en bombardeos aéreos y en el despliegue de unos 3.500 militares que ayudan a las fuerzas armadas iraquíes. En Siria, además de los bombardeos, Obama ha anunciado el despliegue de 50 militares para ayudar a grupos de rebeldes moderados, es decir, opuestos al régimen de Bachar el Asad y al mismo tiempo a los rebeldes radicales del ISIS.

Las alternativas

Ni siquiera los halcones más belicosos defienden una invasión de Siria con tropas estadounidenses o europeas. Algunos aspirantes republicanos a suceder al demócrata Obama, como Jeb Bush, sí han pedido que aumente el número de militares que ayudan a las fuerzas locales, una versión más robusta de lo que EE UU ya hace.

Un despliegue masivo de tropas sería un error, dijo Obama. Requeriría, como ha ocurrido en Irak y Afganistán, quedarse durante años, décadas quizá, y abriría la posibilidad de invadir cualquier país —el presidente citó Yemen— si de allí surgiese otro atentado terrorista. Obama recordó, para justificar su reticencia a una mayor implicación militar, sus visitas periódicas al hospital Walter Reed, en las afueras de Washington, donde se recuperan los heridos de guerra.

Otra alternativa sería aceptar abiertamente que el dictador sirio El Asad es el mal menor y aliarse con él y con Rusia e Irán —sus protectores— para destruir al ISIS. Uno de los problemas desde que la guerra civil siria estalló en 2011, y una causa de la parálisis de EE UU y Europa, ha sido la ausencia de un bando al que ayudar. El adversario era El Asad y al mismo tiempo los yihadistas que querían derrocar a El Asad.

El debate, en EE UU, adopta tonos partidistas. Varios estados gobernados por el Partido Republicano han anunciado que no aceptarán a refugiados sirios para evitar que se infiltren terroristas. "Los que huyen de Siria son los más dañados por el terrorismo", dijo Obama.

El candidato Bush ha sugerido que EE UU debería ayudar a los sirios cristianos. Discriminar por religiones contraviene los valores estadounidense, según el presidente: "Esto no es América. Nosotros no somos así".

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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