Kirchner denuncia una conspiración contra la izquierda latinoamericana
La presidenta reaparece, exhibe la fuerza de La Cámpora, y ataca a Macri y a los empresarios que con un "golpe de mercado" hundieron a Alfonsín y ahora van contra ella
Después de 15 días desaparecida, algo muy raro en ella, Cristina Fernández de Kirchner volvió por todo lo alto con una exhibición de su poder entre el movimiento juvenil de La Cámpora, liderado por su hijo Máximo, y con miles de jóvenes que gritaban enfervorecidos en la Casa Rosada y pedían su reelección, que la Constitución impide. Kirchner ofreció un larguísimo discurso en el que atacó a todos, en especial a Mauricio Macri, el principal candidato opositor, y denunció una conspiración para acabar con la izquierda latinoamericana, con movimientos en Brasil, en Ecuador o en Argentina, para “frustrar los procesos de inclusión social” de los últimos años.
La presidenta atacó desde la Casa Rosada a EEUU y a toda la oposición, en un mitin que la devuelve al primer plano de campaña y resta protagonismo al candidato de su partido, Daniel Scioli, que aplaudía a su lado. Scioli necesita todos los votos que le pueda aportar el kirchnerismo pero no le basta con eso y necesita ampliar el espacio para ganar las elecciones. Los militantes gritaban “para Cristina, la reelección” sin citar en ningún momento a Scioli y después también coreaban “para el proyecto, la reelección”; un mensaje hacia el candidato y gobernador de Buenos Aires para que continúe en la línea de los Kirchner.
La presidenta dijo que los movimientos de protesta contra algunos presidentes como Rafael Correa o Dilma Roussef en los últimos meses le recuerdan a los de 1973 contra Salvador Allende. "Los cacerolazos llevan la marca de la CIA" llegó a decir, tras asegurarles a sus militantes que en Brasil persiguen a Lula "porque saben que ganaría si se volviera a presentar a las elecciones". Habló incluso de Grecia y la dimisión de Alexis Tsipras como una muestra más de ese movimiento contra la izquierda.
Todo el discurso estaba centrado en esa supuesta campaña contra la izquierda latinoamericana y en Argentina contra su partido y contra ella. "No hay una campaña contra Scioli, hay una campaña contra el Frente para la Victoria", aseguró, y culpó a los empresarios y al líder de la pposición, Macri, hijo de uno de los industriales más ricos -y cercano al kirchnerismo- al que crítico con dureza después de repasar todos sus escandalos. "Ya sé que erais amigos, Daniel", le dijo a Scioli en referencia a la relación con Macri, "pero a veces hay decepciones. Ahora no ha salido ahora su peor cara, es la misma de siempre, la que con un golpe de mercado acabó con el gobierno de Alfonsín" en 1987. Alfonsín era radical, y le sucedió el peronista Menem, al que los Kirchner apoyaron –y ahora él les respalda a ellos desde el Senado- pero la presidenta ha logrado atraerse la respetada figura de Alfonsín en plena crisis del Partido Radical, ahora aliado con Macri.
La presidenta ha ocupado durante los últimos años todo el espacio político en Argentina, hasta el punto de que nadie fue capaz de construir una oposición sólida contra ella y arrasó en las últimas dos elecciones. Por eso sorprendía mucho su desaparición en un momento especialmente convulso, mientras el candidato a sucederla, Scioli, recibía críticas muy duras por su viaje a Italia mientras Buenos Aires sufría durísimas inundaciones que han dejado cinco muertos y 20.000 afectados y llegaban algunos datos económicos preocupantes para Argentina sobre todo en el entorno internacional, con la devaluación de China, la subida del dólar y la caída de las materias primas.
En un momento delicado, la presidenta se puso así al frente de la campaña electoral de su partido, con Scioli en segundo plano, y mostró que las críticas contra el candidato por su ausencia durante las inundaciones han hecho mella. “Disfrazarse de día de lluvia e ir al barrio a juntarse con los pobres no, por favor, eso es obsceno”, lanzó para atacar a la oposición y su papel en las inundaciones.
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