Era la ciudad de la esperanza
"Mi hermano se fue como un guerrero", clama la familiar de Rubén Espinosa en un acto
Para Rubén Espinosa México DF era la ciudad de la esperanza. Antes de él, muchos otros reporteros escogieron la capital como hogar después de abandonar Estados donde la práctica del periodismo se ha convertido en un oficio suicida. “El refugio se rompió”, clamó en la tarde de este domingo un compañero de profesión durante un acto de protesta en la céntrica Avenida Reforma. “Rubén es el primer periodista refugiado por amenazas en la Ciudad de México que es asesinado”. Las aseveraciones de un grupo de reporteros y amigos del fotógrafo no pudieron ser más contundentes: “La violencia de Veracruz lo alcanzó en el DF”. “Ya no hay lugar seguro”. A través de un manifiesto, compañeros del gremio responsabilizaron a las autoridades y exigieron que se esclarezca su muerte. “El ejercicio periodístico debe ser la primera linea de investigación, dado los antecedentes que él mismo explicó antes de morir y que lo hicieron huir de Veracruz”.
“El ejercicio periodístico debe ser la primera linea de investigación, dado los antecedentes que él mismo explicó ”
En la concentración, convocada a las cuatro de la tarde, también participó brevemente la hermana de Rubén: “Mi hermano era un ángel. Un ángel en favor de la verdad, con tanta luz que algunos cobardes le tuvieron miedo”. Espinosa pidió que se haga justicia y aseguró antes de ceder el micrófono que Rubén “se fue como un guerrero”.
Entre quienes tomaron la palabra se encontraba también el académico veracruzano Alejandro Saldaña, que pidió responsabilidades al Ejecutivo y aseguró que el Estado que gobierna Javier Duarte es una “fosa abierta”. Después de varios pronunciamientos que se extendieron hasta las cinco de la tarde, los manifestantes se desplazaron hacia las oficinas del Gobierno de Veracruz en la Ciudad de México. Las vallas de la entrada a la sede quedaron cubiertas en pocos minutos de fotografías con el rostro de Rubén y pancartas pidiendo justicia. Ni la lluvia torrencial de agosto a las seis de la tarde pudo apagar las voces del casi millar de personas concentradas. “Urge paz y amor”, se leía en mitad del diluvio.
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