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Tribuna
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La reunión con Shannon

Nadie sabe de qué hablaron, pero todos vimos las fotos de Cabello y Shannon

Durante más de quince años la oposición venezolana no logró hacerse oír internacionalmente. El carisma de Chávez, el toque romántico que sienten muchos intelectuales cuando se habla de revolución en América Latina y, sobre todo, los petrodólares lograron que en el mundo entero se viera con entusiasmo el gobierno chavista y con desprecio a la “escuálida oposición”. Quizás el único renglón donde Chávez y sus ministros han sido exitosos fue la muy bien pagada propaganda internacional. Se conquistaron editores de periódicos de izquierda, actores de Hollywood, supermodelos internacionales y se compró la benevolencia de empresarios y gobiernos extranjeros con contratos gigantes, donaciones sin ningún control y jugosas ayudas en las campañas electorales.

Pero, aunque sus seguidores afirman lo contrario, Chávez está muerto y, peor aún, el flujo gigante de petrodólares se redujo en forma dramática. Ya no hay dinero para pagar asesores y “lobbies” internacionales, solo Cuba sigue recibiendo petróleo venezolano gratis y el presupuesto no alcanza ni siquiera para las más elementales necesidades internas. El gobierno de Maduro ha sido mucho más ineficiente y represivo que el de Chavez y, poco a poco, la opinión pública internacional ha comenzado a despertarse. Las ONGs especializadas en Derechos Humanos han revelado la situación en las cárceles, los presos políticos, la censura, la corrupción. Los ex presidentes Pastrana y Quiroga no pudieron ver a los políticos encarcelados. Luego, el intento fallido de Felipe González de asesorar en la defensa de Leopoldo López tuvo gran repercusión a nivel mundial.

Los muy lentos organismos internacionales comenzaron a manifestar su preocupación e incluso hasta Insulza, que no se movió durante sus largos años en la OEA, indicó cierta disconformidad con el régimen venezolano. Personalidades tan lejanas y prestigiosas como Desmond Tutu de Suráfrica escribieron en contra de la represión de Maduro, mientras que un centenar de personalidades políticas del mundo entero se interesaban por lo que ocurría en Venezuela.

Paralelamente surgieron revelaciones, publicadas en periódicos de España y EEUU sobre la investigación que estaba realizando la Fiscalía de Nueva York en materia de tráfico de drogas. En todas las noticias se decía que el Capo del “Cartel de los Soles” es Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional. El libro “Boomerang Chávez”, que contiene gran parte de esas revelaciones y muchas confesiones de chavistas que hoy en día cooperan con la justicia de EEUU, se convirtió en un best seller. A nadie le extrañó que en medio de tan graves revelaciones, Obama firmara una orden ejecutiva para prohibir la entrada a EEUU de algunos de los presuntos incursos en tráfico de drogas. El lenguaje desproporcionado que usó Washington, señalando a Venezuela como una “grave amenaza para la seguridad” causó sorpresa, pero se dijo que la primera lista de sospechosos era muy preliminar y que luego vendrían los nombres de los capos que habían convertido a Venezuela en un narco estado.

Pero mientras se esperaban las pruebas definitivas de la DEA o de algún otro organismo, ocurrió la gran sorpresa. Entre gallos y medianoches se reunieron en Haití Diosdado, el presunto capo, y Shannon, gran negociador del Departamento de Estado. Nadie sabe de qué hablaron, pero todos vimos las fotos que incluyen hasta un abrazo, algo poco frecuente en la diplomacia anglosajona. En Caracas, las teorías y especulaciones abundan. Se afirma que se le tendió una trampa al pobre Shannon, que Diosdado llegó a la reunión sin que nadie lo invitase, que el viejo Bush también se reunió con Noriega antes de que lo sacaran de Panamá. Pero Maduro ya ha dicho que Diosdado fue como “encargado de la Paz y de las relaciones con EEUU”. No hubo sorpresas.

Cabría más bien preguntarse si este insólito acercamiento al hombre fuerte del gobierno de Maduro, no se debe más bien a la estrategia de Obama frente a América Latina. El presidente saliente de los EEUU se tomó muy en serio su premio Nobel de la Paz y quiere dejar un “legado” en política exterior. Su área de mayor interés era el Medio Oriente, pero a pesar de su mano tendida, los conflictos en el área son cada vez peores. Obama no ha ganado nuevos amigos y más bien ha perdido la confianza de los más viejos aliados de su país. En Europa, no hay manera de lidiar con Putin. Está resultando que la única política de EEUU que tiene gran apoyo e incluso la bendición papal, es en América Latina. Esta área del mundo no le interesó al Presidente durante casi la totalidad de su mandato, pero ahora ocurre que el deshielo con Cuba es el único éxito internacional que puede exhibir en estos ocho años. Es posible que los cubanos hayan añadido un acercamiento con el chavismo a la larga lista de exigencias que le han planteado a Washington. Así como “Paris bien vale una misa”, para Obama un abrazo entre Cabello y Shannon no es un costo demasiado alto, si es el precio que tiene que pagar para lograr su legado de normalizar las relaciones con el vecino cubano.

*Maruja Tarre es profesora en la Universidad Simón Bolivar. Twitter: @marujatarre

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