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Tribuna
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El Tribunal Supremo, artífice de las conquistas progresistas en Brasil

De los tres poderes del Estado, el Supremo es el garante del cumplimiento e interpretación de la Constitución

Juan Arias

La democracia de Brasil le debe a las sentencias del Supremo la mayoría de las conquistas más progresistas en materia de defensa de las libertades y de los derechos civiles.

De los tres poderes el Estado, el Supremo que es el garante del cumplimiento e interpretación de la Constitución, es el que mejor ha sabido captar y sintonizar estos años con las exigencias de renovación y de modernización de la sociedad más abierta y exigente.

Gracias, por ejemplo, a una sentencia del Supremo las mujeres que se enfrentan al drama de haber engendrado un feto anencefálico, pueden hoy abortar sin ser encarceladas.

El Congreso, como poder legislativo, aún no se ha atrevido a abordar el derecho de las mujeres a una maternidad responsable que no las considere asesinas cuando deciden en conciencia someterse al drama de un aborto.

Ni siquiera el gobierno progresista del Partido de los Trabajadores (PT) en sus más de 12 años en el poder, se ha atrevido aún a tomar una iniciativa a favor del derecho de la mujer de decidir sobre su cuerpo. El aborto es considerado aún un crimen castigado con la cárcel y que empuja a cientos de miles de mujeres a abortar en la clandestinidad tantas veces con riesgo de la propia vida, sobre todo entre las más pobres.

La Presidenta Dilma Rousseff tuvo que comprometerse, en las elecciones que le dieron dos veces la victoria, con las iglesias y con las fuerzas políticas más conservadoras, a no colocar en discusión durante su gobierno el tema del aborto. Sólo después dichas fuerzas reaccionarias le aseguraron el voto.

Fue también el Supremo quién admitió el uso de las células madre, rechazado por los otros poderes.

Y fueron los magistrados de la Alta Corte quienes quebraron también en nombre de la Constitución que sanciona la laicidad del Estado y el respeto y defensa de la dignidad humana el espinoso tabú de los derechos de los homosexuales que viven en común.

Gracias a una sentencia del Supremo las mujeres que se enfrentan al drama de haber engendrado un feto anencefálico, pueden hoy abortar 

Fue el Supremo quién sancionó el reconocimiento jurídico del estado de parejas de personas del mismo sexo con los mismos derechos que los matrimonios tradicionales formados por varones y mujeres.

Fue ese reconocimiento a los derechos de los homosexuales otro de los muros del conservadurismo del poder legislativo y del gobierno quebrados con coraje por el Supremo, mientras el Congreso pugna por aprobar una ley en la que sólo sea reconocida como familia jurídica la unión de un hombre y una mujer.

Basándose en una interpretación de la Constitución, los magistrados de la Alta Corte permitieron que los jueces pudieran reconocer los matrimonios civiles de las personas del mismo sexo que pasaron a tener los 120 derechos que se les otorga a las familias formadas por personas de diferente sexo.

Con ese motivo, una de los magistrados del Supremo, Ellen Gracie, comentó que dicha decisión a favor de los derechos de los homosexuales "coloca hoy a Brasil entre los más avanzados del mundo".

Cada vez que las fuerzas conservadoras han acudido al Supremo para conseguir derribar alguna decisión progresista, los magistrados de la Corte han acabando decidiendo a favor de la apertura de los derechos civiles. Así fue con la ley de la Ficha Limpia que impide la reelección de los políticos condenados en dos instancias aunque sobre ellos no pese aún sentencia definitiva.

Impugnada la ley aprobada por petición popular, el Supremo sancionó su validez.

Así también sucedió con las cuotas para que negros, mulatos e indígenas pudieran entrar en las Universidades a través de una política de cuotas.

Y hace sólo 48 horas, una vez más, el Supremo y con el voto unánime de los nueve magistrados, rechazó una interpretación restrictiva del Código Civil que imponía una censura previa para la publicación de biografías, una discusión que movilizó a la sociedad.

La decisión del Supremo de rechazar dicha censura previa ha sido considerada como un ejemplo de defensa de la libertad de expresión, ya que abarca no sólo el capítulo concreto de la autorización previa para la publicación de una biografía sino toda la información.

La decisión del Supremo no era fácil ya que la censura previa de las biografías era defendida por los mayores ídolos de la música popular brasileña, como Chico Buarque, Gilberto Gil y Caetano Veloso entre otros muchos.

Los magistrados de la Corte han acabando decidiendo a favor de la apertura de los derechos civiles, contra las fuerzas conservadoras

Según los votos emitidos por los magistrados, el derecho a la libertad de expresión y la condena de todo tipo de censura supone uno de los "fundamentos pétreos" de la Constitución brasileña.

A esta postura del Supremo a favor de un ensanchamiento de las libertades y derechos civiles se ha añadido la lucha contra la impunidad frente a los desmanes de los políticos, que ha hecho que por primera vez en este país personajes de alto rango, incluso del partido del gobierno (PT), hayan sido procesados, condenados y encarceladas como en el caso del mensalão

Es eso lo que les está conquistando la simpatía de la calle.

No es por casualidad que mientras que los índices de rechazo de los políticos y gobernantes nunca fueron tan altos crece cada día el aplauso a las decisiones valientes y comprometidas del Supremo.

Quizás sea ello lo que explique que mientras a personajes importantes del Congreso y del Gobierno, empezando por la Presidenta Rousseff, les resulte difícil aparecer en público, incluso en actos privados, sin ser objeto de abucheos, sean dos jueces, el expresidente del Supremo, Joaquim Barbosa, que fue el alma del proceso del mensalão y el juez, Sérgio Moro, protagonista del proceso en curso contra el escándalo de corrupción de Petrobrás, quienes, al revés, su sola presencia en un cine, un restaurante o una librería acabe siendo objeto de aplausos y entusiasmo ciudadano.

Los otros poderes con menos valentía que el Supremo a la hora de defender ciertos valores en la defensa de las libertades civiles han llegado a acusar a dichos magistrados de injerencia en el ámbito de los otros poderes. Ellos se defienden recordando que lo único que hacen es interpretar la letra y el espíritu de la Constitución en consonancia con los tiempos nuevos e inéditos que vive el país y el mundo.

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