Inês Etienne Romeu, única superviviente de la Casa de la Muerte
Compañera de guerrilla de Dilma Rousseff, sufrió torturas durante la dictadura brasileña
Inês Etienne Romeu murió el pasado lunes a los 72 años en su casa de Niterói, en la región metropolitana de Río de Janeiro. La exguerrillera fue la única superviviente de uno de los principales centros de tortura de la dictadura brasileña (1964-1985).
Nacida en 1942 en Pouso Alegre, Minas Gerais (sureste de Brasil), Romeu formó parte de la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares, organización de extrema izquierda que secuestró al embajador suizo en Río de Janeiro de la que también formó parte la presidenta Dilma Rousseff. La militante fue detenida en mayo de 1971 en São Paulo y trasladada a la conocida como Casa de la Muerte de Petrópolis, municipio cercano a Río de Janeiro, no sin resistencia de su parte: llegó a tirarse delante de un autobús cuando la trasladaban de una ciudad a otra.
Quien entraba en la casa de Petrópolis no salía vivo. “Claro que dábamos sustos, y el susto siempre era la muerte. La casa era para eso”, reconoció el teniente coronel Paulo Malhães ante la Comisión de la Verdad, que investigó los crímenes de la dictadura. Allí perdieron la vida una veintena de personas. Solo Romeu sobrevivió. Pero los 96 días de torturas, violaciones y vejaciones la marcaron para siempre. "Estaba destrozada, enferma, reducida a un gusano, obedecía como una autómata", contó después. Durante el secuestro intentó suicidarse otras dos veces. Consiguió salir al fingir que aceptaba convertirse en informante de sus captores.
En noviembre de 1971, la justicia hizo oficial su detención y la condenó a cadena perpetua. Fue la última presa política del régimen militar en ser liberada, con la ley de amnistía de 1979.
Las notas que tomó Romeu al salir de la Casa de la Muerte, todavía en plena dictadura, ayudaron a identificar a nueve militantes izquierdistas asesinados en el mismo centro. La exguerrillera hizo un registro detalladísimo y presentó las notas al Colegio de Abogados de Brasil en 1979. Sabía hasta el número de teléfono de la vivienda adonde la llevaron “con los ojos vendados” porque escuchó a uno de los torturadores responder al teléfono. Identificó a un médico que ayudaba a los torturadores, Amílcar Lobo, y al propietario de la casa: “Visitaba el lugar y tenía relaciones cordiales con sus ocupantes. Es extranjero, posiblemente alemán. Tiene un perro danés cuyo nombre es Kill. Aunque no participe personalmente de las actividades y atrocidades cometidas allí, tiene pleno conocimiento de ellas”.
En 2003, a los 61 años, Etienne Romeu sufrió un misterioso percance. Un carpintero acudió a su casa para hacer unos arreglos. Una limpiadora la descubrió al día siguiente en el suelo, herida en la cabeza. La policía lo calificó de accidente doméstico, pero otro informe médico aseguraba que había “señales de traumatismo craneal debido a múltiples golpes”. El sospechoso nunca ha sido identificado, y desde entonces ella tuvo dificultades para hablar y moverse.
En 2009 recibió el premio a los Derechos Humanos de Brasil en la categoría de Derecho a la Memoria y la Verdad. El entonces presidente del Gobierno, Lula da Silva, le dijo: “Mi querida Inés, solo quería decirle una cosa: valió la pena cada gesto que hicieron, cada descarga eléctrica que recibieron, cada golpe”.
En marzo del año pasado, Romeu declaró ante la Comisión de la Verdad, que en diciembre publicó un escalofriante documento según el cual 434 personas murieron o desaparecieron durante la dictadura. Después de la audiencia pública en la que Etienne Romeu habló de ahogamientos, descargas eléctricas y violaciones sistemáticas, el público le dio una ovación cerrada y su hermana Celina declaró : “Tu historia es de heroísmo, no tienes más qué temer. Has vencido”.
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