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Las claves del ‘caso Penta’

Los datos y los protagonistas fundamentales de una trama que destapa en Chile la corrupción política y evasión de impuestos

Rocío Montes
Santiago de Chile -
Carlos Délano, durante una audiencia del 'caso Penta'.
Carlos Délano, durante una audiencia del 'caso Penta'.S. S. (EFE)

Esta semana comenzaron en Santiago las audiencias de formalización de los diez imputados por el caso Penta, una trama que afecta a uno de los principales grupos empresariales de Chile y que en las próximas horas podría derivar en sus primeros detenidos. Entre ellos, los controladores de la compañía, Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, conocidos empresarios ligados a la derecha y a su principal partido, la Unión Demócrata Independiente (UDI).

A raíz de la investigación que lleva adelante la Fiscalía, no sólo se ha destapado una máquina compleja montada por la compañía para defraudar al Fisco a través de evasiones millonarias de impuestos. El caso también ha dejado al descubierto que Penta había configurado un sistema para financiar irregularmente a candidatos presidenciales y al Parlamento. Los dueños del grupo no solo buscaban el triunfo de dirigentes afines a su posición política de derecha, un sector del que son financistas e ideólogos, sino que contar con parlamentarios en el Congreso para, supuestamente, sacar adelante las iniciativas que les favorecían. También ha mostrado que, con este mismo objetivo, pagaron sueldos paralelos a funcionarios públicos.

Estas son las principales claves de un caso complejo en el que es fácil perderse y que entra en una etapa crucial cuando la sociedad chilena está impactada por diversos escándalos producidos por los cruces de política y dinero. Uno de ellos, el caso Caval o Nueragate, involucra al hijo de la presidenta socialista Michelle Bachelet, Sebastián Dávalos, que en febrero tuvo que renunciar a su cargo en La Moneda por los negocios millonarios de su esposa.

¿Qué es el grupo Penta?

Es uno de los principales grupos empresariales de Chile que tiene inversiones en negocios de previsión social, seguros, el sector financiero, inmobiliario, la salud y educación, con activos de unos 20.000 millones de dólares.

Los dos controladores del grupo, Délano y Lavín, por sus relaciones personales y políticas están estrechamente ligados a la coalición de derecha y, sobre todo, a la Unión Demócrata Independiente (UDI), que ha sido el partido más afectado por esta trama. En 1999, Délano fue uno de los principales ideólogos de la candidatura presidencial de Joaquín Lavín, el alcalde de Santiago que en primera vuelta llegó a empatar al socialdemócrata Ricardo Lagos, que finalmente logró triunfar y llegar a La Moneda. También es uno de los amigos más cercanos del expresidente Sebastián Piñera (2010-2014), que milita en otro de los partidos del conglomerado, Renovación Nacional (RN).

Después de la primera jornada de formalización, uno de los dueños de Penta, Carlos Eugenio Lavín, señaló: “[La Fiscalía] nos presenta como una mafia, como si nosotros fuéramos Al Capone o algo parecido y es lamentable escuchar eso…no soy ningún mafioso”.

Los dos controladores de la compañía fueron acusados por soborno y delitos tributarios. De ser finalmente condenados después de la investigación, arriesgan una pena de cárcel de entre 541 días a cinco años.

¿Cómo se destapó el caso?

El caso arrancó hace más de dos años por una arista relacionada al fraude tributario que no hacía sospechar a la Fiscalía de los alcances empresariales y políticos que alcanzaría la trama.

En octubre de 2012, el Servicio de Impuestos Internos (SII) detectó que 122 contribuyentes habrían obtenido devoluciones de impuestos a la renta de manera irregular, entre 2007 y 2010. Un año después, en septiembre de 2013, la Justicia formalizó a exfuncionarios del SII y surgió el nombre de Jorge Valdivia, que habría sido uno de los captadores de los contribuyentes. Poco antes de morir, Valdivia envió una carta al fiscal Carlos Gajardo, reconociendo que tenía un vínculo con el grupo Penta. Después se produjo un hecho clave: en agosto de 2014, el exgerente de la compañía Hugo Bravo, que había sido despedido un mes antes de la empresa, declaró ante el Ministerio Público que los dueños de Penta, Délano y Lavín, le ordenaron gestionar recibos de honorarios falsos a nombre de sus esposas y políticos. Luego allanaron las oficinas y el caso tomó caminos insospechados, con un alto impacto social.

¿No existe en Chile un organismo que controle las campañas?

Justamente es uno de los aspectos que llaman la atención: pese a que se investigan infracciones graves de dirigentes de primera línea en sus respectivas campañas, la trama pasó desapercibida para el Servicio Electoral (Servel), que no cuenta ni con los recursos ni con las atribuciones para fiscalizar que se respeten los límites al gasto y la utilización de dineros negros.

¿Qué ha ocurrido esta semana en Santiago de Chile?

El miércoles comenzó la formalización de las acusaciones en contra los diez imputados del caso Penta, que se extendió también durante este jueves y probablemente el viernes, cuando el magistrado Juan Escobar tenga que resolver las peticiones de medidas cautelares de la Fiscalía. El Ministerio Público pidió prisión preventiva para Délano, Lavín y Pablo Wagner, el exsubsecretario de Minería del Gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014), formalizado por cohecho, lavado de dinero y delitos tributarios. Para el resto de los seis imputados, los fiscales han solicitado arresto domiciliario y firma semanal.

La ciudadanía observa con expectación la resolución del juez Escobar, porque en Chile se desconfía de la igualdad ante Justicia. En un país azotado por la falta de equidad en todos sus frentes, existe la sospecha que a la gente humilde se le castiga con prisión por delitos menores como la copia ilegal de DVD y a los poderosos, de cuello y corbata, son tratados con permisividad y guante blanco.

¿Cómo funcionaba la máquina para defraudar al Fisco?

El caso Penta tiene distintos frentes: presuntos aportes irregulares a campañas políticas, devoluciones de dinero indebidas por parte del Estado y la reducción del pago de impuestos. De acuerdo con la presentación de la Fiscalía en las audiencias de formalizaciones, en definitiva, el grupo Penta creó una “máquina para defraudar al Fisco”.

En presentaciones a cargo a cargo del Fiscal Nacional, Sabas Chahuán, el Ministerio Público ha expuesto las evidencias recogidas en los primeros cuatro meses de indagatorias. De acuerdo a la investigación, hasta ahora han sido detectadas unas mil boletas y facturas falsas, además de 102 contratos forward, por un total de más de tres mil millones de pesos chilenos (unos 4.831.695 dólares). Gracias a este mecanismo, la empresa sellaba contratos simulados en divisas extranjeras y luego, declaraba falsas pérdidas para rebajar y eludir impuestos.

“Emitían boletas o facturas que daban cuenta de servicios que no fueron realizados, en algunos casos por familiares de los imputados, en otras por secretarias de los mismos, dineros que eran defraudados y utilizados en algunos casos para campañas políticas de cargos de elección popular”, señaló el Fiscal Nacional el pasado miércoles. El fiscal Gajardo agregó: “Lo que ha habido acá, su señoría, es una cultura de la evasión en este grupo económico. Desde el más alto ejecutivo, desde su controlador, hasta el último júnior. Todos daban boletas falsas”.

¿Cuál es la arista política de la trama?

Existen varias aristas que vinculan a este caso a la política. Una de ellas es la que involucra a Pablo Wagner, el exsubsecretario del Minería del Gobierno de derecha de Sebastián Piñera (2010-2014). “Viene delinquiendo por años”, señaló este jueves el fiscal Pablo Norambuena.

De acuerdo con los antecedentes del Ministerio Público, los dueños de Penta habrían sobornado a Wagner con 14 pagos por un total de unos 42 millones de pesos chilenos (unos 68.000 dólares) mientras era funcionario del Ejecutivo. Wagner a su vez fue imputado por cohecho, lavado de dinero y delitos tributarios por emitir 59 boletas falsas que causaron perjuicio fiscal el Estado. La Fiscalía ha solicitado este jueves que, como a los controladores de Penta, se le deje en prisión preventiva.

Pero en esta fase de la investigación, el Ministerio Público todavía no entra de lleno en la fase política de la causa y se espera que en una segunda etapa se imputen a dirigentes políticos. En las audiencias de formalización de esta semana, la Fiscalía ha nombrado al menos a diez políticos, entre parlamentarios y exautoridades, que habrían entregado comprobantes falsos a Penta por trabajos que nunca realizaron. De esta forma, la compañía lograba colaborar con sus candidatos afines y, de paso, obtener rebajas tributarias.

¿De qué sector son los políticos involucrados?

Además del exsubsecretario Wagner, que hasta hace poco militaba en la UDI, ocho de los diez políticos nombrados en las audiencias de formalización pertenecen a este partido de la derecha doctrinaria. Entre ellos, uno de sus principales líderes, Jovino Novoa, considerado uno de los principales recaudadores de dinero de campaña.

Otro de los mencionados es Andrés Velasco, el exministro de Hacienda del primer Gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010), que fue precandidato presidencial en las primarias de la coalición de centroizquierda Nueva Mayoría. También la Fiscalía ha involucrado a otro dirigente de la derecha, el exdiputado de Renovación Nacional (RN) Alberto Cardemil, que hace algunos días tuvo que suspender su militancia.

La UDI, sin embargo, ha defendido la presunción de inocencia de sus militantes y no les ha pedido que dejen el partido. Entre ellos se cuentan dos senadores en ejercicio, Iván Moreira y Ena Von Baer, y el diputado Fernando Hermann. La presión pública para que la UDI tome alguna medida y los congresistas dejen el Parlamento es cada vez mayor.

¿Es el único caso judicial que tiene en vilo a las instituciones políticas?

La Fiscalía investiga varias tramas que entrecruzan la política y el dinero. Uno de ellas es el caso Caval, que indaga el presunto uso de información privilegiada y tráfico de influencias del primogénito de la presidenta Bachelet, Sebastián Dávalos.

En el segundo semestre de 2013, en plena campaña presidencial chilena, el hijo de Bachelet y su esposa, Natalia Compagnon, realizaba intensas gestiones para conseguir un crédito de 10 millones de dólares para la empresa Caval, de la que ella es dueña en un 50% y en la que Dávalos se desempeñaba como gerente de proyectos. Ambos habían realizado trámites infructuosos ante distintas instituciones financieras, pero no tenían éxito dado que su firma era pequeña y no tenía ni trayectoria ni patrimonio. El 6 de noviembre, sin embargo, la pareja logró concertar una reunión con el vicepresidente del Banco de Chile, Andrónico Luksic. El lunes 16 de diciembre, solo 24 horas después de que Bachelet ganara las elecciones, el banco concedió el préstamo.

La empresa necesitaba los 10 millones de dólares para formalizar la compra de tres fincas en Machalí, a unos 100 kilómetros al sur de Santiago. El negocio consistía en comprar a bajo precio y luego revender, porque se estimaba que las tierras se revalorizarían con la transformación del plan regulador que se discute en la región y cuya decisión depende el Gobierno. Aunque todavía no se ha concretado el cambio de uso de suelo que permitiría la construcción de viviendas, el paso de rural a urbano, hace algunas semanas se selló el negocio de Dávalos y su esposa: lograron revender y obtener una ganancia de unos 3,8 millones de dólares.

El caso Caval provocó la renuncia de Dávalos a La Moneda y provocó que la jefa de Estado, que ha perdido popularidad hasta bajar a un índice de un 39%, quedara en una incómoda posición: “Como madre y como presidenta han sido momentos dolorosos”, afirmó el pasado 23 de febrero, en una rueda de prensa en la que señaló que se enteró por la prensa de los negocios de su hijo y de su nuera.

Mientras la Fiscalía investiga todas las aristas abiertas, el Gobierno busca un acuerdo con todos los sectores políticos para regular el financiamiento de la política en Chile.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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