Las claves del informe sobre los interrogatorios de la CIA
EE UU publica un informe sobre el tratamiento a sospechosos de Al Qaeda tras el 11-S
Sobre más de 6.000 páginas se pactó en el Senado el pasado mes de abril que solo 524 fueran accesibles al público por razones de seguridad nacional. Cerca de doscientas de las más de 500 páginas se dedican a la historia del programa de interrogatorios y se documentan 119 casos de presos –al menos 39 de los cuales sufrieron las torturas consideradas como Técnicas de Interrogatorio Reforzadas (EIT, Enhanced Interrogation Techniques, siglas en inglés)-. La investigación fue realizada por la mayoría demócrata del Senado y cuenta con una réplica republicana por parte de los miembros de ese partido en el Comité de Inteligencia que preside Dianne Feinstein.
Tras cinco años de recopilación de documentos, investigaciones y negociaciones, 20 puntos resumen las conclusiones sobre el uso de controvertidos métodos de interrogatorio a sospechos y miembros de Al Qaeda retenidos en instalaciones secretas –‘black sites’, en inglés- en diferentes lugares del mundo en los años posteriores a los ataques terroristas del 11-S.
Estos son los más relevantes.
El uso por parte de la CIA de las técnicas reforzadas de interrogatorio no fue un medio efectivo para adquirir información que sirviera al espionaje o lograra la cooperación de los detenidos.
Según la CIA, siete de los 39 presos que fueron sometidos a las brutales técnicas de interrogatorio no proporcionaron ninguna información útil. Es más, en algunos casos, los interrogados –se evita el término torturado- ofrecieron datos falsos, lo que se tradujo en mala información para el espionaje.
La justificación de la CIA para usar esas técnicas de interrogatorios se basaba en una falsa declaración de que eran efectivas.
La Agencia hizo creer a la Casa Blanca, el departamento de Justicia y al Congreso que se evitaban complós terroristas como consecuencia directa de la aplicación sobre ciertos detenidos de esas técnicas de interrogatorio.
Los interrogatorios de la CIA a los detenidos fueron mucho peores y más brutales de lo que la CIA reconoció a la Casa Blanca, el Congreso y otros, así como las condiciones de confinamiento.
Empezando por el primer detenido de la Agencia, Abu Zubayda –hoy en Guantánamo-, y siguiendo con otros muchos, la CIA aplicó técnicas durísimas –calificadas como torturas por la senadora Feinstein- durante días e incluso semanas. Entre los métodos empleados para ‘romper’ a los sospechosos se encontraba el waterboarding (asfixia simulada por agua); la privación de sueño; la violencia sexual; la amenazas de muerte: y el walling (golpear contra un muro al detenido), entre otras.
En algunos casos, las técnicas aplicadas fueron tan duras que el personal de la CIA pidió que se suspendieran pero los altos mandos ordenaron continuar con ellas.
Con la aprobación del personal médico de la CIA, a algunos prisioneros se les sometió al método conocido como 'alimentación rectal' o 'hidratación rectal', ya que el jefe de interrogatorios de la Agencia consideraba que el procedimiento lograba "un total control sobre el detenido".
La CIA proporcionó de forma repetida información incorrecta al departamento de Justicia, lo que impidió un apropiado análisis legal del programa de detención e interrogatorios, así como de forma activa impidió que el programa fuera supervisado por la Casa Blanca y el Congreso.
La Agencia coordinó filtraciones de información clasificada a medios de comunicación, incluyendo información errónea, para contrarrestar las críticas, moldear la opinión pública y evitar acciones del Congreso para restringir el programa.
La CIA no estaba preparada cuando empezó a operar el programa, más de seis meses después de recibir, el 17 de septiembre de 2001, una autorización del presidente George W. Bush, en un memorándum de notificación de acciones encubiertas, para detener secretamente a sospechosos que supusieran un riesgo para EE UU o prepararan atentados terroristas.
Para 2005, la CIA había ‘subcontratado’ la gran mayoría de las operaciones que tenían que ver con el programa de interrogatorio ascendiendo al 85% la subcontratación hacia su final. Cuando comenzó a ponerse en práctica el método de detención, la Agencia contrató a dos psicólogos que habían trabajado antes para el Ejército pero que carecían de experiencia en operaciones de interrogatorio.
La CIA no reprendió o hizo responsable a nadie por lo sucedido así como marginó e ignoró las numerosas críticas que se efectuaron desde el interior de la organización.
En 2006, la CIA ponía fin al programa de detención e interrogatorios debido en parte a la falta de cooperación por parte de otros países. La Agencia necesitaba contar con el máximo secretismo y eso no quedaba garantizado después de que George Bush admitiera la existencia del programa en septiembre de aquel año. Desde el inicio del programa fue muy difícil para la CIA encontrar países dispuestos a colaborar y proporcionar lugares clandestinos de detención. A excepción de un país –cuyo nombre, como todos, está tachado en el informe-, la CIA se vio forzada a reubicar a todos y cada uno de los prisioneros de los países en los que había establecido un centro de detención debido a la presión de los gobiernos o la salida a la luz pública del programa.
Este martes ha concluido una larga espera y más de 10 años después de que el último operativo de Al Qaeda fuera sometido a waterboarding (asfixia simulada con agua), estas eran algunas preguntas y las respuestas sobre cómo, por quién, para qué y qué beneficios –si alguno- tuvo el controvertido programa.
¿En qué ha consistido el trabajo de los investigadores del Senado?
Durante los cuatro años de investigación, se analizaron más de seis millones de cables, memorandos y otros documentos oficiales. El esfuerzo requirió de la creación de protocolos e instalaciones especiales para analizar los documentos, así como de un acuerdo de colaboración entre la CIA y el comité, rodeado de polémica. En agosto, la CIA admitió que algunos de sus empleados espiaron ordenadores reservados para los investigadores del Senado, como había denunciado en marzo Feinstein.
¿Por qué ha tardado tanto en publicarse el informe?
Principalmente por la disputa entre el comité del Senado y la CIA -con la Casa Blanca de apoyo- sobre qué detalles del informe debían de ocultarse o matizarse. Es habitual que, al desclasificar documentos confidenciales, el Gobierno revise y elimine algunos detalles amparándose en la protección de la seguridad nacional. La senadora Dianne Feinstein ha criticado una injerencia desproporcionada.
¿Qué opina la CIA y la Administración Bush del informe del Senado?
Tras la difusión del informe, la CIA tiene previsto publicar un documento que refutará sus principales conclusiones. Según el diario The New York Times, el actual director de la CIA, John Brennan, ha estado preparando junto a ex altos cargos de la agencia una contraofensiva para rebatir el informe del Senado y minimizar su impacto público. El expresidente Bush y sus más próximos asesores han decidido apoyar a la que era la cúpula de la CIA durante su etapa en la Casa Blanca. “Estos son patriotas y diga lo que diga el informe, si disminuye sus contribuciones a nuestro país, estará fuera de lugar”, dijo el expresidente en una entrevista a la cadena CNN.
¿En qué consisten las Técnicas de Interrogatorio Reforzadas (EIT, Enhanced Interrogation Techniques, siglas en inglés) y de qué sirvieron?
En abril de 2009, el Departamento de Justicia hizo públicos unos informes en los que detallaba las técnicas de interrogación usadas por la CIA y que se elevaban a diez, entre otras la privación del sueño; la manipulación en la dieta; la desnudez forzada; golpear el abdomen o abofetear la cara para producir desconcierto; amenazas de carácter sexual; encierro con insectos; y por supuesto el tristemente famoso waterboarding así como el llamado walling (sostener al detenido contra un muro mientras se le sujeta cuello y cabeza con una toalla…).
Tanto republicanos como demócratas sabían del uso de las técnicas. Obama reconoció el pasado agosto que “se había torturado a algunos tipos”. ¿Sirvieron las técnicas EIT para capturar a Osama Bin Laden? El informe es categórico: no.
¿Qué ha hecho el presidente Barack Obama sobre los métodos de tortura?
El último miembro de Al Qaeda en ser interrogado con la técnica del ahogamiento simulado por waterboarding lo fue en 2003. Pero no fue hasta enero de 2009 cuando, nada más llegar a la Casa Blanca, Barack Obama acabó con el polémico programa secreto de detención e interrogación de la CIA. Sin embargo, su Administración no ha llevado a la Justicia a ningún empleado de la agencia por esos hechos. La práctica de la detener e interrogar sospechosos en otros países continuó.
Obama apoya la difusión del informe, pero su Administración ha trabajado intensamente entre bastidores para ocultar detalles. El presidente calificó a principios de agosto como tortura las técnicas empleadas por la CIA para interrogar a sospechosos y enfatizó que se cruzó una “raya”. Sin embargo, pidió tener en cuenta el contexto de miedo generalizado tras los atentados de septiembre de 2001 para “no juzgar con demasiada dureza” a quienes “hicieron cosas que estaban mal”.
¿Cuántas personas han respondido ante la Justicia por torturas?
Ninguna. Y el informe no prevé revelar la identidad de los torturadores. De hecho, el comité no ha podido entrevistar ni a uno solo de los operativos de la CIA que formaron parte de la guerra sucia de Bush. Al llegar al poder, el presidente Obama abogó por pasar página. Hoy es difícil que haya ya consecuencias jurídicas.
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