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Driss el Yazami | Presidente del Consejo de Derechos Humanos

“Las reformas sistemáticas son las que acaban con los malos tratos”

El dirigente marroquí acepta que aún hay procesos injustos en el país

Javier Casqueiro

Driss el Yazami no es solo el presidente del Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de Marruecos. Es una de las pocas figuras respetadas por todos los actores políticos y sociales del país porque sus informes y su actuación, pese a dirigir un organismo consultivo y oficial impulsado por el rey Mohamed VI, se consideran bastante objetivos y en ocasiones hasta críticos y molestos para el Gobierno, algo inusual en Marruecos.

Pregunta. ¿Es evidente que el foro, por su importancia mundial, es una buena oportunidad para exponer cómo está la situación de los derechos humanos en Marruecos. ¿Cómo la definiría brevemente y que espera conseguir de estos debates?

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Respuesta: No se trata de un foro de comprobación de un país u otro. Existe un mecanismo en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas que establece el balance global del estado de los derechos humanos de cada país, a través del examen periódico universal, en el cual Marruecos ha participado dos veces. Más bien es un foro para debatir una serie de cuestiones universales. Algunas son conocidas como los derechos civiles y políticos y otras nuevas, como el medioambiente, la empresa y los derechos humanos. Este foro es un momento histórico decisivo. El hecho de que Brasil, un país Latinoamericano, haya organizado la primera edición y ahora, Marruecos, país africano, la segunda, muestra la entrada en combate de los países del sur en el escenario internacional de los derechos humanos. Estos países ya no quieren ser simplemente objetos, sino sujetos, actores de pleno derecho.

Esta segunda edición es un testimonio del movimiento de universalización de los derechos humanos, implementados desde hace unos decenios. Los derechos humanos se han convertido progresivamente en una variable inevitable de la vida política de las naciones y una componente fundamental de sus relaciones internacionales. La universalidad de los derechos humanos está en expansión, pero también está en crisis, y constantemente encasquillada por la política de doble juego. También ha sido viciada por una cierta concepción de universalismo, que ha ido hasta la locura de querer universalizar por la violencia y la invasión militar, y cuyos efectos sufrimos aún.

P. Algunas ONG, entre ellas la más importante de Marruecos, han anunciado su boicot al encuentro por su preparación unilateral, costosa y poco transparente y en un momento muy crítico para ellas, con numerosas prohibiciones de actos y ataques desde el Ministerio del Interior del país. ¿Entiende esas críticas, esa desconfianza y ha hecho algo para remediarlas?

R. Estas asociaciones han sido implicadas en todas las etapas preparatorias del foro con la sociedad civil que empezaron en junio. Todas sus propuestas de actividades han sido aceptadas sin ninguna condición. El problema esencial es la prohibición del Ministerio de Interior de las reuniones de las asociaciones. La justicia marroquí acaba de multar al ministerio por la prohibición de una de esas reuniones. Creo que debemos dejar que la justicia actúe, luego veremos. Si tuviéramos que esperar que todo fuera bien en el mejor de los mundos para organizar encuentros nacionales, regionales o internacionales sobre derechos humanos, no se organizaría ninguna actividad, ni en Marruecos, ni en ningún país del mundo. La verdad es que estamos asaltados por las solicitudes de participación y no por los anuncios de boicot.

P. ¿Se restringe la actividad de algunas ONG en Marruecos?

R. Existen hoy en día más de 90.000 asociaciones en Marruecos, con un crecimiento anual de 5.000 asociaciones cada año. Estas ONGs desempeñan un papel social fundamental, ya que expresan las aspiraciones de la sociedad, sobre todo, la de los grupos más vulnerables, como los niños y los discapacitados. Sobre esta cifra, alrededor de 50 asociaciones no han sido autorizadas por el Ministerio de Interior. El CNDH se ha pronunciado claramente sobre la cuestión, pidiendo que la Justicia actúe. Hay también las recientes prohibiciones de las que usted habla. Es imprescindible resolver estas dos cuestiones, garantizando la liberad asociativa y dejando la palabra ultima a la justicia, que demuestra una mayor y más constante independencia.

Pero yo creo que el problema es mucho más amplio. Tenemos una sociedad civil dinámica, probablemente las más fuerte del sur del mediterráneo, junto a Túnez. Sin embargo, la tasa de formación asociativa de la población sigue siendo relativamente frágil. La Constitución ha dado un espacio primordial a la sociedad civil y los poderes públicos necesitan, en Marruecos y en todo el mundo, socios e intermediarios. Nuestras asociaciones carecen de recursos humanos y financieros y de formación. Nuestro Consejo va a publicar, justo después del foro, un memorándum sobre este aspecto.

P. ¿Hay presos políticos y de opinión en Marruecos, cuántos y por qué se consiente esa lacra?

R. Se trata de una expresión muy global. Pienso que ha habido una serie de procesos, a menudo después de manifestaciones en la calle, donde todas las condiciones de un proceso equitativo no han sido reunidas; en otros, las comprobaciones legales necesarias, sobre todo sobre las alegaciones del mal trato, no han sido llevadas a cabo y los juicios de civiles ante los tribunales militares van en contra de la Constitución de 2011 y del derecho internacional. Sin embargo, hay que señalar también que desde julio de 2011, el Ministerio de Justicia abre sistemáticamente investigaciones en caso de alegación de malos tratos. La ley que ha acabado con los juicios de civiles en tribunales militares ha sido votada hace poco. Y el proyecto del futuro Código de procedimiento penal, que ha sido publicado, prevé la presencia de un abogado, una hora después de que comience la detención preventiva.

P. ¿La tortura, que hasta el propio Ministerio de Justicia acepta que se produce pero no estructurada desde el Estado, y la pena de muerte, que aún no está formalmente abolida, son compatibles con un Estado democrático que quiere presumir de modelo en el mundo árabe?

R. Marruecos acaba de depositar este 24 de noviembre los instrumentos de ratificación del protocolo opcional de la Convención contra la tortura. Lo que significa que tiene que crear un mecanismo de prevención, que tendrá la libertad de visitar todos los lugares de privación de libertad. Es por medio de este tipo de reformas sistemáticas que se acaba con los casos de los malos tratos, en Marruecos y otros sitios. En cuanto a la pena de muerte, usted sabe como yo que grandes democracias la mantienen desgraciadamente. En Marruecos cada vez somos más numerosos los que reivindicamos su abolición, sobre todo que nuestro país aplica una moratoria de hecho desde 1993

P. ¿Entiende a los observadores y ONG que denuncian pasos atrás en la situación de la mujer en Marruecos?

R. En el CNDH, hemos publicado nosotros también varios memorandos sobre esta cuestión y para el 2015 tenemos tres prioridades: una ley de lucha contra las violencias hacia las mujeres, la ley sobre el trabajo doméstico de las niñas y la ley la autoridad por la paridad y la lucha contra las discriminaciones.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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