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El Observador global
Columna
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Granos, iPhone y Google

La agricultura está sufriendo una expansión tan importante como la revolución tecnológica

Moisés Naím

Apple acaba de vender 10 millones de unidades del nuevo iPhone6 en solo un fin de semana. Un récord. Google está bajo presión de las autoridades europeas, preocupadas por proteger la competencia y la intimidad de sus ciudadanos. Amazon tiene una disputa comercial con la editorial Hachette y decide discriminar a los autores de esa casa; muchos de los más prestigiosos novelistas firman una carta abierta denunciando la conducta de Amazon. Las empresas de tecnología de la información e Internet ejercen, por sobradas razones, una gran atracción mediática. La agricultura, mucho menos. Y, sin embargo, en los mercados agrícolas también se están batiendo récords que, a pesar de no atraer tanta atención, tendrán enormes consecuencias para miles de millones de personas. ¿Sabía usted que el mundo está hoy cosechando más granos que nunca? ¿Y que aunque ahora hay más consumo, la producción es tan alta que los graneros se están desbordando?

El Consejo Internacional de Cereales estima que los inventarios de soja, trigo, cebada y maíz están alcanzando su mayor volumen en 30 años. En Estados Unidos, este año se espera que la cosecha de maíz supere a la del año pasado (que fue la más grande de la historia). También la de soja ha sido mayor que nunca. Europa está batiendo marcas con sus cosechas de trigo y maíz, mientras que Canadá lo hace con las de trigo, cebada y avena. “Esta nueva abundancia tendrá vastos efectos: reducirá los ingresos de los agricultores y aumentará los márgenes de ganancia de empresas de alimentos y biocombustibles, y eventualmente reducirá la inflación de precios de la comida tanto en países ricos como en los más pobres”, escribe Gregory Meyer, del Financial Times.

¿Y cuál es la razón para esta explosión de cereales? Los altos precios de los últimos años. Estos precios crearon enormes incentivos para que los agricultores invirtiesen en aumentar la producción. De acuerdo con la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, entre 2005 y 2013 el área cultivada de trigo, soja y maíz creció en un 11% a nivel mundial. Nunca antes ha habido tanto terreno cultivado en el planeta como ahora.

El aumento de los precios que estimuló esta expansión agrícola tuvo principalmente cuatro razones: el aumento de la población mundial, el aumento del consumo de comida en países pobres (en gran medida debido al fuerte crecimiento de las clases medias), el uso de cereales para la producción de combustibles tales como etanol, y la mayor frecuencia de fenómenos climáticos extremos que dañan las cosechas. Estos factores no se han atenuado, pero los altos precios que provocaron fueron un incentivo más que suficiente para elevar la producción a volúmenes sin precedentes, lo cual naturalmente presiona los precios a la baja.

Los bajos precios actuales pueden, en unos años, volver a desestimular la inversión y producir caídas en la producción como las que afectaron al mundo en años recientes. Este ciclo, que no tiene nada de nuevo, está adquiriendo nuevas características que comprimen sus tiempos y hacen más extremos sus rangos de variación.

Esta mayor volatilidad será una fuente de inestabilidad en un sector de gran importancia tanto social como geopolítica. Cerca del 20% de la población mundial está directamente involucrada en actividades agrícolas. Por lo tanto, los impactos en este sector afectan directamente a uno de cada cinco seres humanos (como referencia, la industria electrónica mundial solo emplea a 2,3 millones de personas).

Si bien a nivel mundial la agricultura pesa muy poco como actividad económica (es solo el 2,8% del total), en los países más pobres tiende a ser muy importante. En India, por ejemplo, la agricultura representa el 18% de su economía y genera el 54% del empleo.

Tanto la demanda como la oferta de productos agrícolas han experimentado cambios bruscos en los últimos 50 años. Uno de los más notables es la concentración de la producción en unos pocos países. Según los datos de una investigación de Julian Alston y Philip Pardey, solo cinco países (India, Estados Unidos, Rusia, China y Brasil) concentran el 42% de las áreas cosechadas del mundo. En contraste, los 100 países con menor actividad agrícola solo tienen el 0,78% de la superficie cosechada. Estos dos expertos también llaman la atención sobre la rápida caída de la inversión en investigación agrícola.

Esto ocurre cuando los cambios climáticos, económicos y sociales están transformando la agricultura y exigiendo nuevos conocimientos y técnicas más adaptadas al mundo de hoy. Quizás no sería malo que la gente de Apple, Google y otros titanes de la modernidad comiencen a aplicar su creatividad a mejorar la actividad económica más antigua de la humanidad.

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