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Todos contra Juncker

Los cinco candidatos de los mayores partidos despliegan su ideario para una nueva Europa en el debate electoral El líder del PPE defiende la gestión de la crisis de su partido: "Evitó la ruptura del euro"

Martin Schulz y Jean-Claude Juncker, antes del debate.
Martin Schulz y Jean-Claude Juncker, antes del debate. Yves Logghe (AP)

De menos a más, de guante blanco –salvo algún aguijonazo— y en un esfuerzo titánico por decirle a los ciudadanos que Europa importa y que el 25-M es una fecha clave para el futuro del proyecto europeo, en pleno auge del eurodesencanto tras la mayor crisis desde su puesta en marcha. El primer y único debate entre los cinco candidatos de los grandes partidos europeos (el popular Jean-Claude Juncker, el socialdemócrata Martin Schulz, el liberal Guy Verhofstad, el izquierdista Alexis Tsipras y la candidata de los Verdes, Ska Keller) se ha convertido esta noche en un intento por poner contra las cuerdas a Juncker, el líder del Partido Popular Europeo, la fuerza mayoritaria en casi la mitad de los Estados miembros, que ha gestionado la crisis europea al frente de la Comisión Europea, del Eurogrupo y que ha dominando con germánica mano de hierro el Consejo Europeo. España ha sido protagonista de la noche, tanto por los efectos de la austeridad como por el rescate bancario, el aborto y, sobre todo, por el referéndum secesionista de Cataluña.

Fiel a su ideario socialcristiano, Juncker ha reclamado una Europa “más solidaria, que ponga fin a la fractura Norte-Sur y que active el tratado comercial con Estados Unidos”, y ha defendido su legado en la gestión de la crisis: "Evitamos la ruptura del euro". Schulz ha puesto el énfasis en la lucha contra el paro, ha asegurado que luchará contra la evasión fiscal y ha subrayado que regulará el sistema financiero. Tsipras era el más esperado porque no partició en debates anteriores, y ha protagonizado algunos de los momentos de mayor dureza de la noche: “Grecia ha sido una especie de cobaya; el resultado de las políticas aplicadas en mi país no se lo deseo a ningún otro socio. Es algo catastrófico. Tenemos que echar a la troika de las instituciones europeas”. Para Verhofstadt, la pregunta clave es si la ciudadanía quiere “volver a los antiguos Estado nación o tener una Europa más integrada, que pueda plantar cara a China, a Estados Unidos y a los emergentes”. La alemana Ska Keller se ha centrado en una candidatura alternativa “que se preocupe más de las personas que de los bancos” y que sea "pionera en la lucha contra el cambio climático".

Con los inevitables mensajes enlatados de estas ocasiones, el debate ha ido cogiendo vuelo a lo largo de la noche. Especialmente tras algunas embestidas (Schulz ha cargado contra la canciller alemana, Angela Merkel, y Tsipras contra Juncker por patrocinar Gobiernos tecnocráticos en Grecia e Italia). Cataluña y en menor medida Escocia han acaparado el interés de los candidatos, que han llegado a un grado de concreción poco habitual para lo que suele estilarse en ese tipo de formatos. Con la clara excepción de Juncker, casi todos han expresado una opinión más favorable a la consulta de la mostrada hasta ahora por las instituciones comunitarias, e incluso por alguno de los candidatos a lo largo de la campaña. Verhofstadt y Keller, además, defienden a las claras que se vote.

Lo único en lo que coinciden exactamente los cinco es en que el presidente de la Comisión Europea tiene que ser uno de ellos, pese a que los tratados son lo suficientemente ambiguos si no hay un resultado concluyente el 25-M. "El presidente de la Comisión no puede ser elegido como en el pasado, por los primeros ministros con un trato cerrado", según ha resumido Martin Schulz.

Estos son los asuntos centrales que se han debatido.

AUSTERIDAD Y PARO. Juncker ha defendido el legado de los conservadores en la gestión de la crisis, frente a los ataques del resto. “No puede haber crecimiento sin consolidación fiscal”, según el socialcristiano luxemburgués, que aún así ha abogado por eliminar “los excesos de la austeridad” y por crear empleo “a través de la profundización en el mercado único y en el tratado comercial con Estados Unidos”. Verhofstadt va en una línea parecida: reclama más mercado interior, y defiende la necesidad de recortes (su número dos, Olli Rehn, fue el encargado de aplicarlos en la Comisión). Schulz, muy sólido en las arenas movedizas de las políticas económicas, se ha mostrado partidario de combinar “la disciplina inevitable con más inversiones estratégicas”, ha puesto el acento en la lucha contra la evasión fiscal y ha subrayado la necesidad de “regular la banca y conseguir que el sistema financiero asuma responsabilidades por el desastre que provocó”. Los candidatos de Izquierda Unitaria y los Verdes se han desmarcado de esa apuesta más o menos velada de combinar disciplina fiscal y políticas de estímulo: Keller ha explicado que la receta de la austeridad “no ha funcionado” y ha apostado abiertamente por inversiones verdes, que generen empleo sostenible. Tsipras, por su parte, ha sido rotundo: “Europa está aplicando las políticas que llevaron a una Gran Depresión; hay que acabar con la austeridad”. El candidato izquierdista reclama una conferencia de deuda como la celebrada en Londres en 1953, en la que se condonó a Alemania una parte importante de la deuda. Ninguno de los candidatos ha recogido el guante.

A todo eso ha respondido Juncker con una cerrada defensa de la acción de gobierno de la Comisión Barroso y del Eurogrupo. “Europa no hizo una apuesta pura por la austeridad. Al principio de la crisis aplicó políticas keynesianas. Se han aprobado normas para que la banca sea responsable de los riesgos que asume”. “Me dan perfectamente igual los banqueros”, ha explicado en un alarde de sinceridad el exprimer ministro de un país que vive básicamente de ese sector, “y si los hemos rescatado es porque de lo contrario la economía se hubiera venido abajo”.

SECESIONISMO. Cataluña, y en menor medida Escocia, han acaparado un inesperado interés de los candidatos por bajar a la arena de lo concreto. Con la excepción de Jean-Claude Juncker, casi todos han mostrado una postura más comprensiva hacia Cataluña que la expresada hasta ahora por las instituciones comunitarias. Aun así, solo Ska Keller ha apoyado abiertamente la integración de una Cataluña independiente en el seno de la UE. “Si yo fuera presidenta de la Comisión Europea y los catalanes decidieran la independencia, los acogería en la UE”, ha precisado.

“La UE no tiene que involucrarse en esto. Ni intervenir de manera negativa, como lo ha hecho hasta ahora Barroso. Que decidan ellos: España y los catalanes”, arrancó Guy Verhofstadt, sensible hacia el sentimiento nacionalista como ex primer ministro de un país, Bélgica, marcado por este debate. Más ambiguo, Martin Schulz admitió que la UE “no puede dar una respuesta de una sola manera” y se refirió al caso de Escocia para asegurar que, si se escindiera de Reino Unido, habría que “iniciar un proceso en ese momento para unirse a la UE”.

Los más categóricos al respecto fueron Juncker –“estoy a favor se respetar las Constituciones nacionales”, una afirmación que le valió el aplauso del público- y el izquierdista Alexis Tsipras: “No podemos fomentar los movimientos de fronteras en Europa. En Cataluña o Escocia quizás lo mejor sea una mayor autonomía, ir hacia un sistema federal”. Probablemente, fue el bloque que más aunó las distantes opiniones de Juncker y Tsipras.

INMIGRACIÓN. Todos los candidatos se han manifestado a favor de crear una política europea conjunta sobre inmigración que establezca canales legales de entrada para evitar que cada vez haya más afluencia irregular a la UE. Juncker ha expresado una idea rompedora, contraria a la política que han venido practicando los Gobiernos conservadores en el continente (singularmente el de Mariano Rajoy): “Que los países dejen de reducir su presupuesto a ayuda al desarrollo”. Y Schulz se ha mostrado sorprendido de haber encontrado “un nuevo aliado” en esta reclamación.

UCRANIA. Los candidatos han reflejado en este punto un alineamiento más cercano a sus países de origen que a su tendencia ideológica. El más radical, el griego Alexis Tsipras, que ha condenado el apoyo que Europa presta al Gobierno provisional de Kiev: “No podemos reconocer un Gobierno en Ucrania con neonazis en el poder”. Fuera de estos postulados, la alemana Ska Keller ha apoyado las sanciones que Europa ha impuesto hasta el momento pero ha pedido que se dejen de exportar armas a Rusia. Schulz y Juncker han defendido el diálogo con el presidente ruso, Vladímir Putin, porque “no podemos abrir un guerra”, según el candidato conservador.

El más rotundo con el líder ruso ha sido Verhofstadt: “Somos demasiado blandos con Rusia y con Putin. Las sanciones son el único lenguaje que entiende”.

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