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El hermetismo de Bachelet mantiene en vilo al centroizquierda chileno

La presidenta electa elige con extrema reserva a su primer equipo de Gobierno, que dará a conocer esta semana

Rocío Montes
Michelle Bachelet durante los comicios.
Michelle Bachelet durante los comicios.Claudio Cruz (AFP)

La presidenta electa Michelle Bachelet anunciará su gabinete antes de que el próximo lunes 27 de enero la Corte Internacional de Justicia de Naciones Unidas (CIJ), con sede en La Haya, haga público el fallo que resolverá la controversia marítima entre Chile y Perú. Elegida el pasado 15 de diciembre con el 62%, la socialista se tomó dos semanas de vacaciones y desde su regreso se ha dedicado a diseñar su equipo de Gobierno con una reserva extrema que mantiene expectantes y paralizados a los máximos representantes de la centroizquierda chilena y a los propios candidatos.

Uno de sus posibles ministros explica en privado: “Lo único cierto es que nadie sabe nada. Y esto no lo creen en ninguna parte de Latinoamérica”. El dirigente es uno de los pocos que acepta conversar con una periodista en estas semanas en que Bachelet decide el engranaje que la acompañará en su segundo período en La Moneda. La mayoría de los candidatos para ocupar una secretaría de Estado se excusa y pide comprensión, ya que sabe que cualquier paso en falso puede terminar por frustrar su llegada a este Gobierno que arranca el 11 de marzo. La pediatra socialista valora la discreción, aborrece las filtraciones y acostumbra a ocupar una frase que hizo conocida el socialista español Alfonso Guerra: “El que se mueve no sale en la foto”. Los dirigentes chilenos lo saben y en las últimas semanas han preferido sumergirse: se han tomado vacaciones fuera de Chile, se han marchado a la playa aprovechando el calor de este verano o, definitivamente, han optado por no contestar el teléfono ni responder los mensajes.

Los medios de comunicación locales, sin información y sin saber la fecha exacta de los anuncios, se han instalado en punto fijo fuera de la casa de Bachelet, en el portal de su cuartel general y en la sede de Fundación Dialoga, que la pediatra socialista fundó poco después de dejar La Moneda en marzo de 2010. Los periódicos lanzan sus pronósticos diariamente y no existe una conversación de la elite política que no contemple las siguientes preguntas: ¿quién finalmente será escogido por Bachelet?¿cómo estará conformado su comité político?¿de qué forma se configurará su equipo económico?

El modelo chileno es de un presidencialismo extremo y en el poder de la socialista, elegida con un nivel inédito desde el retorno a la democracia en 1990, parece ser todavía más evidente. Las reuniones de trabajo con los partidos políticos de su conglomerado, la Nueva Mayoría, suenan más a actividades de buena crianza que a encuentros donde se tomen decisiones profundas. Ella escucha a los dirigentes, pero luego elige en solitario y no comparte sus conclusiones con casi nadie. Cuando Piñera fue electo en enero de 2010 fue diferente: la conformación de su primer Gabinete fue filtrada por un periódico algunos días antes, prueba del estilo menos formal del presidente de derecha. Pero a Bachelet le gusta sorprender: su primer y único nombramiento hasta la fecha, anunciado el pasado 7 de enero, fue su directora de Protocolo. Mujer, abogada, con una carrera brillante, y desconocida para la clase política y población.

Una de los cargos que generan mayor expectación tanto en los círculos políticos como empresariales es el del ministerio de Hacienda, un puesto que en otros países de Latinoamérica el candidato presidencial anuncia con anterioridades para calmar la ansiedad de los grupos económicos. La carrera por ser el jefe de las arcas fiscales la lidera el economista Alberto Arenas, uno de los hombres fuertes de la campaña, encargado del programa de Gobierno y de militancia socialista. Su nombre, sin embargo, genera reticencias en el empresariado, según indican en el propio bacheletismo, por lo que si la presidenta opta por nombrarlo será un golpe a la cátedra y una nueva muestra de fuerza de esta segunda etapa.

La ecuación política que debe resolver Bachelet es compleja: pretende incorporar a jóvenes y a independientes; a mujeres, aunque no se ha comprometido con paridad; y tendrá que definir si finalmente dará una cartera a los comunistas, que por primera vez en cuarenta años volverían a La Moneda como parte del oficialismo, en una inédita alianza con el centroizquierda y la Democracia Cristiana. La decisión se vuelve todavía más difícil si se considera que la Presidenta electa no solamente quiere anunciar a sus ministros, sino también, de una vez, a sus subsecretarios e intendentes. Uno de sus asesores de confianza lo explica: “Es Bachelet 2.0, que repetirá todo lo bueno y evitará todo lo malo de su primera Administración. Con más fuerza, más experiencia”.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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