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El Gobierno y los islamistas sirios ejecutan desapariciones forzosas

La ONU denuncia una “campaña de terror” contra la población civil que se suma a las penurias de los habitantes del país árabe

Un miembro del ISIS da una charla en una antigua escuela de ingeniería en Racca.
Un miembro del ISIS da una charla en una antigua escuela de ingeniería en Racca. AP

A los más de 100.000 muertos que cosecha ya el conflicto sirio y los seis millones largos de desplazados internos y externos se suman ahora nuevas víctimas, la de las desapariciones forzosas que están llevando a cabo el Gobierno y grupos opositores islamistas como el ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria). Según denuncia un informe elaborado por la comisión de Naciones Unidas sobre Siria, hay en marcha una auténtica “campaña de terror” por la que están desapareciendo sobre todo hombres jóvenes, un patrón “consistente en todo el país”, explica el responsable del grupo, el diplomático brasileño Paulo Pinheiro. Hoy es imposible determinar exactamente cuántas personas se encuentran en esta situación pero hay “miles”, constata.

Las denuncias de estas desapariciones provienen de las entrevistas mantenidas por los especialistas de la ONU con supervivientes de estas encarcelaciones y sus familiares. Lo que relatan es un “claro crimen contra la humanidad”, pues se hace con el empeño de “generar miedo y angustia mental” a la población. Lo aplica el régimen de Damasco pero también el ISIS, que según Amnistía Internacional tiene al menos siete centros de reclusión en el norte, donde mayor es su presencia, distribuidos entre Al Raqqa y Alepo. Hasta ahora, este grupo sunnita se había especializado en el secuestro de extranjeros más de que de locales, activistas, religiosos y periodistas, entre ellos, tres españoles: Marc Marginedas, Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova.

La ONU explica que las retenciones del Gobierno se llevan a cabo con “todos los medios” a su alcance, desde el Ejército, los cuerpos de seguridad y las milicias afines. Practican redadas masivas en mezquitas o barrios detectados como opositores, pero también hacen desaparecer uno a uno a hombres que pasan por un puesto de control o acuden a un hospital. Sus familias sólo saben dónde fueron vistos por última vez pero no dónde se encuentran, mientras Damasco niega que estén bajo su custodia.

Los Comités Locales de Coordinación, un grupo opositor que hace recuento de las violaciones del régimen, explica que las macro-redadas fueron más comunes en los primeros meses del conflicto, en 2011, para amedrentar a los manifestantes, y luego se han ido reduciendo, más efectivas, sobre oficinas, negocios o casas identificadas como contrarias. Al igual que Pinheiro, sostienen que cuando sus colaboradores se atreven a denunciar algún caso, desaparecen en pocos días.

La Coalición Nacional Siria, el máximo órgano de interlocución con Occidente, reconocido por las grandes potencias como el representante legítimo del pueblo sirio, ha negado en un comunicado que la oposición esté cayendo también en crímenes de guerra semejantes. El ISIS, matiza, “no es la oposición”, sino que “sus acciones sirven a los intereses de Bachar el Asad”, el presidente. Philip Luther, director de Amnistía Internacional (AI) en Oriente Medio y Norte de África, insiste en la denuncia de la ONU, sostiene que esas detenciones del ISIS son “moneda corriente” ahora, incluso con civiles sirios. El catálogo de abusos y torturas con que trata a estos prisioneros es “impresionante”: latigazos con cinturones, cables y tiras de caucho, descargas eléctricas, posiciones que llevan a una tensión dolorosa como, por ejemplo, colocar las manos atadas sobre un único hombro…

Amnistía Internacional habla de “crueldad” y “falta de humanidad” que se aplica incluso a menores de edad. Estos reciben el mismo trato que los adultos y sirven para castigar a sus padres, que en ocasiones asisten a su maltrato. Sus técnicos, que también han recabado la información por liberados o allegados de desaparecidos, han documentado casos de hombres a los que se ha redoblado el martirio por intentar ayudar a un niño o mantenidos en aislamiento durante más de 40 días.

Los sirios en poder del ISIS son personas que han violado la sharia o ley islámica que tratan de imponer en el norte o gente que no comulga con su visión o pertenece a otra rama opositora. Hay ladrones pero también simples fumadores o chicos que han tenido sexo fuera del matrimonio. “Es una nueva forma de tiranía”, como la define Luther, y por eso AI y la ONU reclaman el “cese inmediato” de este “terrible tratamiento”, un llamamiento extensible al Gobierno de Siria. Amnistía pide a Turquía, además, que deje de ceder su territorio para que el ISIS reciba ayuda y a los Gobiernos del Golfo, que no manden más armas ni más dinero.

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