Matan a puñaladas a un conocido líder indígena en el oeste de Brasil
Aunque la policía habla de crimen pasional, el escenario del crimen es un territorio en disputa entre indígenas y terratenientes
El principal líder indígena de una zona conflictiva en el sur de Mato Grosso do Sul, Centro-Oeste brasileño, Ambrósio Vilhalva, un guarani-kaiowá de 52 años, fue asesinado a puñaladas en la noche del pasado domingo en la comunidad en la que vivía, situada en el área rural de la ciudad de Caarapó. El suceso se produjo tras volver a su casa después de encontrarse con un grupo de amigos a 200 metros de su residencia, una tienda de lona improvisada en el terreno que su comunidad disputa a un terrateniente.
Conocido por liderar bloqueos de carreteras durante las protestas, Vilhalva era el representante de su aldea, la Guyraroká, en la asamblea que reúne a los principales líderes indígenas de la región. Hijo del cacique local, vivía hacía por lo menos 20 años en una aldea precaria de 30 hectáreas situada en un territorio que ya fue reconocido como indígena, pero que aún no ha sido homologado por la presidenta Dilma Rousseff. El área que el Ministerio de Justicia reconoció en 2009 es mayor que la que ocupan los indígenas. Tiene 11.440 hectáreas y está bajo el dominio de un grupo de terratenientes, entre ellos el diputado estatal Zé Teixeira (defensor de los propietarios rurales y afiliado al partido Demócratas). El lugar se usa, según los indios, para plantar caña.
El liderazgo que Vilhalva ejercía en su comunidad era reconocido y aumentó a partir de 2008. Aquel año estrenó, junto a otros indígenas de su aldea, y el actor de Globo TV, Matheus Nachtegale, la película Tierra Roja. El filme abordaba la cuestión indígena y los conflictos territoriales a los que se enfrentan.
El delegado de la Policía Civil de Caarapó, Benjamin Lax, que investiga el caso, dice "no tener dudas" que el crimen fue una cuestión familiar y descartó que el asesinato de Vilhalva tenga alguna relación con las disputas por tierra.
Un día después del crimen, uno de los tres suegros de Vilhalva, Ricardo Mendes Quevedo, de 53 años. fue detenido ante la sospecha de haberlo matado, pero negó los cargos.
Vilhalva convivía maritalmente con tres mujeres. Dos de ellas, que habitaban en su propia casa, eran madre e hija (ésta última hijastra del asesinado). Ambas acusaron a Quevedo de ser el responsable, según la policía. “Dijeron que, antes de morir, Ambrosio decía que había sido atacado por Ricardo. No puedo dudar de una mujer que acusa al propio padre y de otra que acusa al abuelo por el crimen”, afirmó Lax.
Según el policía, tanto la víctima cuanto el supuesto agresor estaban embriagados en el momento del asesinato. “Si no hubieran consumiddo alcohol, tal vez el crimen no hubiera ocurrido. No veo una cuestión de conflicto por tierra en ese caso".
Para el coordinador regional de la Fundación Nacional del Indio (Funai) en Dorados, Vander Nishijina, hay que investigar el caso.“En un primer momento parece haber sido una cuestión pasional. De momento, ese fue el foco de investigación de la policía y es lo que la comunidad ha hablado. Pero todo tiene que ser investigado”.
La tesis del crimen pasional, sin embargo, genera desconfianza entre los líderes indígenas que afirman que investigarán en paralelo los hechos.
El antropólogo Tonico Benites, de 40 años, indígena y portavoz de la Asamblea General Guarani, explica que el incidente ha sucedido en una área muy disputada. A unos 20 kilómetros de las tierras de Vilhalva, el cacique Marcos Veron, de 72, fue asesinado en 2003 . En esa época, hombres armados invadieron la tierra donde estaba la aldea de Veron, en disputa con los terratenientes locales, y golpearon a un grupo de indios. En 2011, tres hacendados, acusados por el crimen, fueron condenados a 12 años y 3 meses de prisión por secuestro, tortura y organización criminal, pero fueron absueltos del homicidio.
Según su opinión, solo en Mato Grosso do Sul, que tiene como su motor económico la industria agropecuaria, hay al menos 25 áreas en litigio judicial entre indios y terratenientes, después de que fueran declaradas de propiedad indígena.
Los indios de la región, afirma, viven con el miedo de que ocurra una masacre similar a la del cacique Veron hace 10 años. “Es un escenario de conflictos, de ataques. Los terratenientes ya anunciaron que van a contratar grupos armados para proteger las tierras”, cuenta Benites. Vilhalva, dice él, era un líder conocido en la comunidad. “Siempre decía que sufría amenazas, que aparecían personas extrañas para arrumar pelea con él”, afirma.
Un informe del Consejo Indigenista Missionário (Cimi) reveló que 554 indios fueron asesinados entre 2003 y 2012 en todo Brasil. La mayor parte de ellos, 310 (56%), murió en Mato Grosso do Sul.
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