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Ucrania sopesa acercarse a Rusia en detrimento de la Unión Europea

El presidente Yanukóvich precisa apoyo económico de Moscú para la reelección en 2015 Yulia Timoshenko afirma temer por su vida y espera permiso para ser tratada en el extranjero

Pilar Bonet
Yevguenia Timoshenko, hija de la ex primera ministra de Ucrania.
Yevguenia Timoshenko, hija de la ex primera ministra de Ucrania.Alexander Prokopenko

En una bien vigilada clínica de Járkov, la ex primera ministra de Ucrania, Yulia Timoshenko, espera a que se decida su destino, que es clave para que su país pueda firmar el Tratado de Asociación con la Unión Europea el 28 de este mes en la cumbre de Vilna. Los pronósticos no son buenos para la mujer que en 2004 simbolizó las esperanzas de la Revolución Naranja y que en 2011 fue condenada a siete años de cárcel por firmar unos desventajosos contratos de importación de gas con Rusia. Del presidente de Ucrania depende que su irreconciliable rival pueda ser tratada en el extranjero, pero Víctor Yanukóvich apura el plazo disponible, mientras calcula si le vale la pena congelar por un tiempo el acercamiento a la UE a cambio de que Rusia le preste un apoyo económico que le sería muy útil para ser reelegido en 2015.

Los pronósticos tampoco son buenos para el carcelero de Timoshenko, que podría convertirse en vasallo de Rusia. Vladímir Putin no confía en promesas y, para ayudar a su colega eslavo, exige una irreversible integración de Ucrania en la Unión Aduanera (formada por Rusia, Bielorrusia y Kazajistán) antes de los comicios presidenciales ucranianos. Esta semana es decisiva en la Suprema Rada (Parlamento ucraniano) para aprobar o no la ley que permitiría el tratamiento de reclusos en el extranjero, así como las leyes de reforma de la fiscalía y del sistema electoral, exigidas también por la UE.

¿Cómo vive Yulia Timoshenko? En una reciente conversación con EL PAÍS en Kiev, Yevguenia, de 33 años, la única hija de Timoshenko, dice temer por la vida de su madre. Yulia Timoshenko “no puede caminar sin ayuda y tiene una capacidad de movimiento muy limitada, porque desde hace un año combate el dolor con dosis cada vez más elevadas de analgésicos”, dice. La ex primera ministra sufre una dolencia de espalda por la que es tratada en un aposento especialmente habilitado para ella en una clínica de Jarkov. La terapia que le administran allí “no es suficiente”, ya que “es necesaria una operación, como recomendaron los profesores alemanes que la visitaron tras la crisis sufrida el pasado verano”, señala Yevguenia.

“Mi madre está agradecida a los médicos ucranianos que la tratan, pero esos médicos, al igual que los jueces, los fiscales y los funcionarios de prisiones que la rodean están sometidos a enormes presiones. Hacen lo que les mandan y no podemos confiar en ellos”, afirma. El pasado sábado Yulia Timoshenko difundió un comunicado acusando a las autoridades penitenciarias de mentir, al alegar que sufría una gripe para impedir que la visitaran sus colegas de partido. Las autoridades penitenciarias “están dispuestas a cumplir cualquier orden, si hay que pegar, pegan; si hay que matar, matan, y desvergonzadamente ejercerán la violencia contra todos los que consideren peligrosos para sí y su poder”, señalaba el comunicado.

El Parlamento de Kiev debate esta semana la ley que permitirá a los presos tratarse en el extranjero

Yevguenia afirma que sobre su madre se ha ejercido una “fuerte presión psicológica” mediante cámaras de vídeo que registraban todos sus movimientos e incluso las conversaciones con su abogado. Las cámaras fueron eliminadas en febrero de 2012 por orden de Yanukóvich, señala. “Lo más doloroso”, continúa, “fue cuando le pegaron el 20 de abril de 2012 al transportarla a la clínica y nadie fue castigado por ello”. Yevguenia dice visitar a su madre “una o dos veces por semana” y tener derecho a visitarla de forma ilimitada en tanto que “defensor público”, una categoría prevista en la legislación ucraniana. La ex primera ministra no dispone de móvil ni de Internet, pero sí de un televisor. Las ventanas de su habitación están enrejadas y se abren parcialmente de forma vertical. De vez en cuando, los medios de información ucranianos anuncian nuevos procesos, por supuestas cuentas en el extranjero e incluso por supuesta implicación en asesinato. Estos anuncios, que no llegan a confirmarse, son “una burla psicológica destinada a desacreditar a Timoshenko ante los líderes occidentales”, dice Yevguenia. “Las autoridades han contratado a diferentes auditorías extranjeras y no pudieron encontrar nada contra mi madre”, sentencia.

La familia de Timoshenko está hoy dispersa. Su marido, Alexander, está en Praga tras obtener asilo político en la República Checa en 2012. Yevguenia dice haber dejado “los negocios inmobiliarios” en Kiev para hacer campaña a favor de su madre. “Tenía varias compañías inmobiliarias y luego tuve varios restaurantes. En los últimos dos años, ya no puedo dedicarme a los negocios, aunque alquilo locales”. “Tenía un restaurante en Dnepropetrovsk que me quitaron hace unas semanas por decisión de los jueces”, afirma, refiriéndose a un negocio familiar en aquella ciudad, donde aún vive su abuela materna. En el restaurante expropiado se preparaba la comida para Yulia Timoshenko, que no prueba los alimentos de la prisión, según su hija. “Le llevamos los alimentos y el agua. Ella teme y nosotros también tememos por su vida. Le entregamos un paquete cada semana, pero el peligro no solo viene por la comida y el agua, puede venir de otras partes”, sentencia. “Mi madre es la rival número uno de Yanukóvich, pero cualquiera que sean los sentimientos de este, no deberían hacer fracasar la oportunidad histórica para Ucrania, que merece una vida mejor”.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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