La idea de someter los temas de la UE a referendo tensa la coalición alemana
El SPD proponía votar la admisión de nuevos socios o los rescates financieros
Las negociaciones entre los democristianos de la canciller Angela Merkel y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) para formar una gran coalición de Gobierno pasan por momentos tensos. Este martes, las diferencias entre los partidos alcanzaron un punto álgido y desconcertante: no enfrentan al SPD con sus adversarios electorales democristianos —la CDU de Merkel y la bávara Unión Social Cristiana (CSU)— sino a los dos partidos democristianos entre sí. Uno de los negociadores de CDU y CSU, el también ministro de Interior en funciones Hans-Peter Friedrich (CSU), llegó el lunes a un acuerdo previo con el socialdemócrata Thomas Oppermann para proponer que los ciudadanos sean consultados en referendos sobre decisiones como "la admisión de nuevos socios en la Unión Europea, la transferencia de competencias a Bruselas o las prestaciones financieras alemanas". La conservadora CSU y el SPD conformaron así una inopinada alianza que obligó a la CDU de Merkel a desmentir los planes plebiscitarios de sus socios de coalición.
El jefe de la Comisión de Interior en la Cámara baja, Wolfgang Bosbach (CDU), se reconoció "perplejo" ante la propuesta de Oppermann y Friedrich. Aseguró Bosbach que la CSU y la CDU habían debatido la posibilidad de manera interna, pero explicó que ambas formaciones hermanas habían "acordado dejar la ley como está". A diferencia de la vecina Suiza, Alemania solo permite los plebiscitos nacionales para asuntos que atañen a la organización del Estado federal. Los 16 länder sí utilizan esta forma de consulta para asuntos regionales. Un ejemplo reciente fue la candidatura bávara para los Juegos Olímpicos de invierno en 2022, rechazada el domingo en referendo por los ciudadanos de Baviera.
Precisamente el diario muniqués Süddeutsche Zeitung publicó el martes que la CSU y los socialdemócratas presentarán hoy su propuesta de legalizar los plebiscitos federales al grupo de trabajo que negocia los términos de la gran coalición. La CDU se había negado en repetidas ocasiones a esta medida, en palabras de Bosbach porque "la canciller y presidenta del partido, Angela Merkel, es partidaria de preservar la democracia representativa". La canciller y la plana mayor democristiana saben lo difícil que habría sido convencer a los alemanes para que voten a favor de los rescates europeos, de las contribuciones a los fondos de estabilidad y otros compromisos adquiridos por Merkel en los cuatro años de crisis de deuda europea. Bosbach se preguntó por qué habría que consultar solo sobre asuntos europeos y no sobre asuntos internos, "por ejemplo, las pensiones".
El sello conservador de la propuesta viene de la Unión Social Cristiana (CSU), el partido hermano de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) en la próspera y conservadora Baviera. El ministro Friedrich, uno de los dos representantes de la CSU en el Gobierno federal en funciones, se distinguió por su conservadurismo durante toda la legislatura pasada. Suya y de la CSU es la proposición de que las decisiones sobre Europa sean sometidas a referendo. Fuera del país puede parecer que el texto sobre la consulta es un síntoma del desapego europeo de los democristianos. Pero la CSU es un partido que solo se presenta a las elecciones bávaras, donde arrasa con mayorías de ensueño. Con su salida de tono, los socialcristianos lograron abrir los noticieros con una propuesta heroica por lo improbable, que los deja en buen lugar ante sus votantes conservadores. Al módico precio de enfadar a Merkel durante un par de horas.
El vicepresidente del grupo parlamentario democristiano en el Bundestag, Günter Krings (CDU), se distanció de ella y descartó que se haya alcanzado acuerdo alguno "sobre la introducción de elementos plebiscitarios" en el sistema federal. El texto de Friedrich y Oppermann se refiere al artículo 20 de la Ley Fundamental, que admite los referendos. La propuesta conocida ayer contempla dos sistemas de convocatoria. El primero quedaría en manos de la propia Cámara baja (Bundestag). Una mayoría de dos tercios impondría un plebiscito para ratificar las leyes. El segundo método para forzar un referendo partiría de los ciudadanos, que deberían presentar un millón de firmas.
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