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El éxito del desarme sirio depende de la transparencia de El Asad

Rusia y EE UU acuerdan que Siria presente en una semana una lista de sus arsenales químicos Gadafi escondió reservas de gas mostaza en el desarme voluntario de Libia de 2003

Siria, que no había admitido formalmente hasta ahora que dispone de arsenales de armas químicas, deberá, según el acuerdo alcanzado este sábado por Estados Unidos y Rusia, hacer un inventario detallado de los materiales y lugares donde se hallan almacenados, además de los laboratorios donde se desarrollan, en el plazo de una semana. El cumplir esa exigencia sería toda una novedad para el régimen de Bachar el Asad, que en el pasado ha demorado y dificultado, cuando no impedido directamente, la labor de investigación de inspectores de Naciones Unidas que han buscado restos de armas químicas en puntos de ataque dentro del país.

La retirada de armas químicas y “su destrucción fuera de Siria, si es posible”, tal y como contempla el acuerdo, es posible, pero con grandes desafíos. El primero, que El Asad mantenga sus promesas. “Se necesitará un alto nivel de transparencia por parte del régimen, y tomará tiempo, pero no es algo imposible, se ha hecho en el pasado”, asegura Eitan Barak, experto en armas químicas en la universidad Hebrea de Jerusalén.

Hasta hoy, el régimen niega haber usado armas químicas contra los rebeldes, aunque Francia, Gran Bretaña y EE UU dicen tener pruebas irrefutables de ello. Hacer un año, un portavoz del ministerio de Exteriores sirio, Yihad Makdisi, dijo en una conferencia televisada que “las armas no convencionales que el ejército sirio posee nunca se usarán contra la ciudadanía o civiles sirios”.

Fue la primera ocasión en que el régimen insinuó que tenía arsenales de armas de destrucción masiva. Según la inteligencia israelí, Damasco dispone de mil toneladas de varios materiales, como gases sarín y mostaza. En marzo, los rebeldes acusaron al régimen de haber empleado sarín en un ataque en Alepo con 26 muertos. Como en el de agosto en Damasco, en el que según EE UU murieron 1.429 personas, el régimen expresó entonces indignación y dijo que permitiría a los inspectores de la ONU entrar en el país. Sin embargo no les dejó acceder a los lugares hasta finales de agosto, cuando ya los había bombardeado a discreción.

El pacto de este sábado entre Rusia y EE UU contempla también la eliminación “de las instalaciones en las que se desarrollan y producen esas armas”. “Esa es una clave para que este proceso tenga éxito: que se acabe con la capacidad del gobierno sirio de producir más armas”, explica Uzi Rubin, analista de defensa y exdirector del sistema de misiles Arrow. “Pero hay que tener en consideración que, al eliminar las armas químicas, no se destruye los sistemas con que se diseminan, los misiles, bombas y demás proyectiles que seguirán en el arsenal de El Asad”, añade.

En el pasado se ha culminado con relativo éxito el desarme químico internacional de dos regímenes autoritarios: el de Sadam Husein en Irak en 1991 y el de Muamar el Gadafi en Libia en 2003. Este último declaró entonces 25 toneladas de gas mostaza que estaban en proceso de destrucción en 2011, cuando estalló la revuelta popular en su contra. Entonces, la Alianza Atlántica y los rebeldes descubrieron que había escondido reservas en la base aérea de Yufra, algo que, dado el nivel de dispersión de los arsenales de El Asad, no sería tampoco muy complejo de hacer en el caso sirio.

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