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El papa Francisco recibe a un líder indígena perseguido en Argentina

El líder de una comunidad de la etnia qom mantiene una disputa con un gobernador que pretendía construir que en sus territorios

Alejandro Rebossio
El Papa recibe al indígena Félix Díaz
El Papa recibe al indígena Félix DíazAP

Los indígenas eran casi invisibles en Argentina. En las escuelas se enseñaba sobre ellos como pueblos del pasado que habían sido aniquilados por el imperio español y la República Argentina del siglo XIX. Estaban recluidos en sus territorios, pero desde los 90, con la extensión de la agricultura transgénica, grandes inversores comenzaron a desplazarlos. Algunos se marcharon a las ciudades, con las consiguientes dificultades económicas y culturales inherentes a la migración, y otros se quedaron a pelear por sus tierras, reconocidas en la Constitución de 1994, pero muchas veces vulneradas por jueces que ignoran sus derechos.

El clamor de los indígenas argentinas, que representan el 2,3% de la población, llegó este lunes hasta Roma a oídos de su compatriota Francisco. El Papa recibió a Félix Díaz, el líder de una comunidad de la etnia qom en la provincia norteña de Formosa que desde hace tres años mantiene una disputa con el gobernador de ese distrito, el peronista Gildo Insfrán, que pretendía que en sus territorios se construyera una sede universitaria. En 2010, después de meses de bloqueo de una carretera nacional, los qom fueron desalojados del camino por la Policía formoseña, que quemó sus casas y mató a uno de ellos. También murió un uniformado en la refriega. En 2011, Díaz y algunos de su comunidad viajaron a Buenos Aires para acampar hasta conseguir la mediación del Gobierno de la también peronista Cristina Fernández de Kirchner. Después de meses de vivir en la famosa avenida de 9 de Julio, un ministro se comprometió a interceder, pero Díaz considera que hasta ahora no ha solucionado el conflicto territorial. Por el contrario, el jefe indígena está procesado por un juez de Formosa por presunta usurpación de tierras.

A principios de junio, en la ciudad de Formosa se celebró un congreso de indígenas de toda Argentina en la que denunciaron que 18 personas de sus comunidades habían sido asesinadas en los últimos cinco años por pelear por sus propiedades, en episodios en lo que a veces los jueces, los policías y los gobiernos provinciales habían rotulado de accidentes o disputas personales. Díaz participó de aquel encuentro y después llevó sus conclusiones hasta la Casa Rosada (sede presidencial de Argentina, en Buenos Aires). Pernoctó enfrente del edificio, en la Plaza de Mayo, pero no logró su objetivo de que Fernández los recibiera. Días antes, en el festejo patrio de Argentina, el 25 de mayo, la jefa de Estado se había mostrado en un acto junto con el gobernador formoseño.

Con el apoyo del Nobel de la Paz argentino, Adolfo Pérez Esquivel, luchador contra la última dictadura de su país (1976-1983), Díaz viajó a Roma y le solicitó al máximo pontífice que mediara entre él y la presidenta argentina. “Le hemos pedido que interceda y él dijo que la mejor forma de resolver los problemas es a través del diálogo. Él va a intentar eso, espero que salga (adelante la iniciativa)”, declaró Díaz a la radio de su país al salir del encuentro de 45 minutos. Francisco, que cuando era arzobispo de Buenos Aires ya había recibido a Díaz y mantenía una tensa relación con Fernández, cuenta desde que es papa con el apoyo del kirchnerismo. Habrá que ver si este nuevo vínculo sirve para canalizar la reclamación indígena o si la jefa de Estado vuelve a distanciarse del excardenal Jorge Bergoglio.

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