“Vamos a resistir, pero ya está todo decidido”
Los trabajadores ocupan la sede de la emisora estatal en protesta por su clausura
Irini Karidi, una ingeniera jubilada de 63 años, se subió el martes por la tarde a su coche para recorrer los 15 kilómetros que separan su casa de la sede la Radiotelevisión Griega (ERT) para ir a defender lo que siente como un derecho. Como ella, centenares de personas se desplazaron hacia el edificio de la emisora en cuanto se confirmó la decisión del Gobierno de suspender las emisiones del canal público a medianoche. “Nosotros pagamos por la televisión pública. Es la única que ha quedado con una programación cultural. No pueden hacer esto”, decía Karidi. En las calles aledañas se formó un atasco tan imprevisto como el mismo anuncio de clausura temporal hecho por el Ejecutivo.
Poco antes del apagón de la señal, en la redacción de la ERT, situada en la segunda planta del edificio, los periodistas miraban a las decenas de pantallas que retrasmitían una edición monográfica del telediario en la que ellos mismos eran los protagonistas de la noticia.
Ellos y los 2.850 trabajadores de la emisora. “Cuando la noticia llegó esta tarde, no cogió a todos por sorpresa”, comentaba Antonis Alafogiorgos, uno de los presentadores del telediario. Aún maquillado y con la corbata algo desencajada, explicaba que en los primeros momentos se intentó hablar con representantes del Gobierno. “La troika ha pedido los despidos en el sector público y ellos les dan 2.800 despidos. Intentaremos resistir, pero si lo han decidido lo harán”, asegura.
Lo que nadie se esperaba es que se hiciera mediante un decreto y en apenas seis horas. “No de esta forma, por lo menos. Se rumoreaba que algo iba a pasar, pero esto no es normal”, comenta Vasilis Mitropulos, un director de fotografía de 37 años. Lleva 11 años en la empresa y lo que más le duele son las palabras que han acompañado el anuncio de la decisión del Ejecutivo por parte de su portavoz, Simon Kedikoglu, que definió a la emisora como “un caso único de opacidad y despilfarro”.
“Han usado palabras de descalificación, dando una imagen negativa de los trabajadores. Como si no fuéramos trabajadores honrados. Y no es justo. La calidad de la televisión pública y el trabajo que hacemos no se puede medir solo con el dinero”.
Entre los trabajadores que se agolpaban frente a la entrada de la emisora estaba también una orquesta que, tras una ronda de intervenciones de apoyo, ocupó los escalones de la entrada y empezó a tocar el himno nacional griego. Yosif Ketenzian cantaba. Es barítono en la orquesta donde también trabaja su mujer, soprano. Tienen cuatro hijos y si les despiden no saben qué van a hacer ahora. Ganan, tras los recortes impuestos por las medidas de austeridad, unos 1.300 euros. “Es lamentable lo que están haciendo. Y lo que dice el ministro es mentira. Siento una emoción muy grande porque es nuestro patrimonio. Un símbolo nacional”.
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