Alrededor del 30% de la población negra en Brasil es emprendedora

En los últimos diez años, Brasil ha dado un salto en la elevación de renta y en la disminución de la pobreza y de la miseria. Fruto de ello la población negra y mulata ha pasado de ser mera empleada y muchas veces parada, a convertirse en emprendedores en un 30,19%, tal y como reflejan los datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE)

La cifra es importante porque la población negra y mulata brasileña, a pesar de constituir ya el 51% de la población, ha sido siempre la más castigada con el desempleo o con los trabajos peor remunerados, generalmente descartados por los blancos.

Todo ello, como fruto de la esclavitud que en Brasil aún se mantuvo hasta 1888 y que hizo que gran parte de aquella población y sus descendientes, al no haber recibido educación en las escuelas o haber acudido a las peores, haya sido la menos profesionalizada y con la renta más baja.

Hoy las cosas empiezan a cambiar, y según expertos del IBGE como Cimar Aceredo, o economistas como Marcelo Neri, director del Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea), varios factores están contribuyendo para esa ascensión de la clase más penalizada. Entre ellos se señalan el aumento considerable de los sueldos incluso para los trabajos desarrollados por población negra y mulata; una mayor escolaridad, y últimamente, las cuotas establecidas en las universidades públicas y privadas.

Por último, según Neri, está contribuyendo a ese ascenso el haber recobrado el orgullo de su condición que un día les avergonzaba y aislaba de la comunidad blanca.

Esta percepción ha cambiado con los Gobiernos del expresidente Lula da Silva y su sucesora, Dilma Rousseff, que han creado políticas de defensa de los afrodescendientes y han introducido en las escuelas el estudio de la historia de la esclavitud y de lo que la cultura afro ha aportado a este país en las artes, la literatura y la religión.

La reciente ley equiparando a las empleadas del hogar con los demás trabajadores en todos sus derechos laborales ha implicado un aumento salarial para una categoría en su 90% constituida por mujeres negras o mulatas.

Sin embargo, las dificultades de esta categoría de brasileños para convertirse en empresarios son aún mayores que las de los blancos. Cuentan con menos ahorro ya que siempre tuvieron trabajos poco remunerados; les es más difícil acudir al crédito público y la preparación educativa y cultural de los mismos. La educación de una persona de piel oscura en término de años de estudio representa el 80% de la que recibe un blanco, según datos del Censo nacional.

Actualmente, en un país que cuenta con una persona negra como Joaquim Barbosa en la presidencia del Supremo y donde todas las políticas públicas están encaminadas a ayudar a los afrodescendientes a abrirse paso en la vida, son ellos mismos los que empujan con ahínco para dejar de ocupar el último puesto dentro de la escala social brasileña.