Obama anuncia un nuevo plan para el cierre de Guantánamo
“No hay justificación, fuera de la política, para que el Congreso nos impida cerrar una instalación que nunca debió abrirse”
Dentro de una nueva estrategia que pretende dar por terminada esta larguísima guerra global contra el terrorismo, Barack Obama anunció este jueves reglas más restrictivas para el uso de los drones (aviones sin tripulación) y dio un empujón más enérgico para intentar el cierre de la prisión de Guantánamo, algo que, según reconoció, no podrá conseguirse sin la colaboración, improbable, del Congreso.
El presidente norteamericano levantó la moratoria para que los presos de Guantánamo puedan ser transferidos a Yemen —que, hasta ahora, estaba considerado un lugar en el que podrían volver al terrorismo—, y pidió al Congreso que ponga fin a otras restricciones legales para el cierre de la cárcel en la base norteamericana en la isla cubana. “No hay justificación, fuera de la política”, dijo, “para que el Congreso nos impida cerrar una instalación que nunca debió abrirse”
Obama anunció que ha solicitado al Departamento de Defensa que escoja una instalación militar en territorio estadounidense para el envío de los 166 presos actuales y anticipó el nombramiento de un diplomático para que negocie con otros países posibles destinos de algunos de los presos que puedan ser liberados.
Más de la mitad de los detenidos en Guantánamo han sido ya declarados en condiciones de ser puestos en libertad por los investigadores militares. El problema ha sido a dónde enviarlos. La mayoría de ellos son yemeníes y quizá podrían ahora volver a su país, caso de ser aceptados, que no es seguro. Para el resto habrá que buscar diferentes lugares de acogida, para lo que no existen muchos países voluntarios.
¿Imaginan un futuro, dentro de 10 o 20 años, en el que Estados Unidos siga teniendo a gente contra la que no se ha presentado ningún cargo retenida en un pedazo de tierra que no es parte de nuestro país?"
La médula del problema sigue siendo, sin embargo, que el Congreso no está dispuesto a autorizar el traslado de uno solo de los presos hacia territorio de EE UU. Y, sin esa autorización, Obama podría quizá sobre el papel imponer su criterio, pero al precio de una larga y difícil batalla legal y constitucional en la que no está claro quien podría ser vencedor.
Presionado por el escándalo que supone la situación actual, en la que más de un centenar de presos se encuentran en huelga de hambre y muchos de ellos tienen que ser alimentados a la fuerza, Obama volvió a la carga, con más argumentos que nunca, para convencer al Congreso y a la opinión pública del horror que representa Guantánamo.
“¿Imaginan un futuro, dentro de 10 o 20 años, en el que Estados Unidos siga teniendo a gente contra la que no se ha presentado ningún cargo retenida en un pedazo de tierra que no es parte de nuestro país? ¿Eso es lo que somos? ¿Ese es el país que queremos dejar a nuestros hijos?”, preguntó a la audiencia de un discurso que había despertado una enorme expectación, sin duda el más importante en materia de seguridad nacional desde el comienzo de su segundo mandato.
Obama justificó el cierre de Guantánamo y la reducción del uso de los drones dentro de una estrategia anti terrorista cuya esencia es poner fin a la guerra que empezó con el 11 de septiembre de 2001 e identificar cuáles son ahora las nuevas amenazas y las nuevas respuestas que se requieren.
El mejor modo de combatir el extremismo es el de trabajar junto a las comunidades musulmanas que rechazan el terrorismo”
Obama dijo que la ley sobre la Autorización del Uso de la Fuerza Militar, que permitió las guerras de Irak y Afganistán, ha dejado de tener sentido y tiene que ser revocada. De momento, aseguró que no firmará ninguna nueva norma para extender su mandato. “No podemos seguir luchando contra el terrorismo manteniendo al país en una guerra perpetua… Esta guerra, como todas, tiene que terminar”, afirmó.
El riesgo de un nuevo ataque como el del 11-S es hoy menor. El terrorismo que ahora amenaza a EE UU, dijo, se parece más al que existía antes de aquella fatídica fecha. En este momento, “Al Qaeda en Pakistán y Afganistán está casi eliminada” y los riesgos provienen más de otras organizaciones afiliadas en otras partes del mundo, así como del terrorismo nacido dentro de las propias sociedades occidentales, como ha ocurrido en Londres y ocurrió en Boston o Madrid.
“Ese terrorismo no se puede acabar solo con la fuerza militar”, advirtió. “El mejor modo de combatir el extremismo es el de trabajar junto a las comunidades musulmanas que rechazan el terrorismo”.
Para ello es preciso, entre otras cosas, limitar el uso de los drones. Obama defendió la utilización de ese recurso hasta ahora. Dijo que era “legal y había salvado vidas”, y aseguró que el Congreso había sido informado de cada una de las operaciones realizadas. Pero admitió que su moralidad es discutible y que hay usarlo con más transparencia, control judicial y sin violar la soberanía de otras naciones.
El presidente dijo que ha encargado la elaboración de un marco preciso para el uso de los drones y, aunque defendió su utilización en situaciones extremas, prometió que no se hará si no es ante un peligro claro e inminente que no pueda ser evitado de otro modo.
Obama abordó también el problema de la investigación por las autoridades de las filtraciones a la prensa sobre asuntos de seguridad nacional. El presidente, que ha sido muy criticado en los días pasados por el registro de las llamadas telefónicas de la agencia AP, reconoció que no se puede garantizar la seguridad a costa de que los periodistas sientan que su trabajo puede verse amenazado.
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