“El Gobierno actúa como el delincuente que se siente descubierto”
Entrevista a María Corina Machado, diputada de la oposición en el Parlamento de Venezuela
De María Corina Machado (Caracas, 1967) destacan el coraje para enfrentar al poder bolivariano y una inusual vocación de servidor público. La parlamentaria independiente, divorciada y con tres hijos, ha roto con el destino de dama de sociedad que la vida le tenía reservada para convertirse en una aguerrida dirigente obsesionada con derrotar al chavismo.
En esa transformación no pocas veces se ha jugado su integridad física. En 2011, cuando aspiraba a hacerse con la candidatura presidencial de la oposición, fue a recorrer las calles de Turmero, una población del Estado de Aragua, en el centro de Venezuela. Allí la esperaban grupos violentos del chavismo que consideraban una afrenta su presencia. Machado ordenó entonces a su equipo y a su escolta que la dejaran conversar con los jefes de la turba que la hostigaba. Fue la primera vez que estuvo a punto de ser agredida. Cayó al piso en medio del revuelo que se formó. Un escolta recibió el golpe de un casco de motorizado que iba dirigido a ella. En otra ocasión pistoleros a sueldo del Gobierno la expulsaron a tiros del barrio 23 de Enero, un enclave del chavismo radical a menos de dos kilómetros del Palacio de Miraflores.
Pero el viernes 30 de abril no tuvo la misma suerte. Una diputada del Partido Socialista Unido de Venezuela, Nancy Ascencio, le partió el rostro durante una tangana entre diputados del Gobierno y de la oposición. El lunes le retiraron el yeso que usó durante dos semanas para corregir una cuádruple fractura de los huesos de la nariz y la desviación del tabique nasal.
Desde entonces no se ha vuelto a convocar otra sesión plenaria. El Parlamento venezolano sólo se reúne una vez por semana, los martes, de acuerdo a su reglamento. Tal vez el repudio del país y de la comunidad internacional le ha hecho replantear al chavismo la conveniencia de mostrar tan agresiva cara. Aún persisten las dudas: ¿Qué va a pasar cuando el antichavismo regrese a la escena del crimen? ¿Les permitirán hablar de nuevo? ¿Tendrán los micrófonos instalados en sus escaños? ¿Volverán a presidir las comisiones que encabezaban? “Es muy difícil predecir qué va a pasar”, afirma Machado.
Pregunta: ¿Han llegado a algún acuerdo con el oficialismo para normalizar el funcionamiento del Parlamento? ¿Van a recuperar el derecho de palabra que les quitó el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello?
Respuesta: No hemos negociado nada. Mis colegas han planteado seis condiciones para que retorne la normalidad: que el derecho de palabra no se condicione, que haya un equilibrio en los temas planteados en el debate y que no sólo se hable de lo que el oficialismo decida, que se garantice nuestra integridad física, que se nos restituya en la presidencia de las comisiones que teníamos, que se permita el ingreso al hemiciclo de los periodistas de todos los medios del país y que se investigue la agresión de la que fuimos objeto y se castigue a los culpables.
P. El Parlamento no ha convocado aún a plenaria. ¿Por qué?
R. Hay toda clase de interpretaciones acerca de lo que ocurre en el interior del gobierno. Incluso todavía se especula el motivo de la agresión que sufrimos: ¿La ordenaron los cubanos, el verdadero poder en Venezuela? ¿Fue una iniciativa de Cabello? ¿Con qué fin? No se han convocado más sesiones porque saben que la Asamblea Nacional ya no será igual. El mundo estará vigilante porque ya sabe de lo que ellos son capaces de hacer o han confirmado lo que ya sospechaban. Esa desesperación obedece al resultado de las elecciones del 14 de abril. Este régimen, que se ha sostenido sobre la legitimidad de los procesos electorales, de la noche a la mañana se ha encontrado sin esa legitimidad. Neodictaduras como la venezolana necesitan legitimidad de origen para luego cometer abusos en su desempeño no democrático. Esa farsa se desmontó el 14 de abril. El Gobierno hoy actúa como el delincuente que se siente descubierto y busca con su actitud pendenciera aterrorizar a los demás. Lejos de que esa situación nos desmoralice, ha fortalecido nuestro espíritu de lucha. Por eso están persiguiendo a todos los empleados públicos, interviniendo en sus redes sociales o quitándoles sus teléfonos buscando algún indicio que explique el resultado de las elecciones, o de alguna foto de Henrique Capriles.
P. ¿Qué Parlamento esperan encontrar?
R. Nadie puede garantizar qué va a ocurrir. Por lo pronto, lo ocurrido el pasado 30 de abril es una de las derrotas más costosas que ha tenido el régimen. Como venezolana me siento conmovida por las innumerables manifestaciones de afecto recibidas de todas partes del mundo.
P. ¿Qué pasará cuando vuelva a ver las caras de sus agresores?
R. Ha sido una experiencia de muchas fases. Poco después de la agresión, cuando ofrecimos la rueda de prensa, yo no sentía ningún dolor. Tal vez era la adrenalina. Cuando pasaron las horas me di cuenta de que era una lesión seria. Me preocupaba llegar a mi casa y verle la cara a mi hija. Ella rompió a llorar al verme. Se abrazaba a si misma porque no podía abrazarme. Viéndola así pensaba cómo harían las personas que nos golpearon para mirar la cara a sus familias. Porque hay que repetir que lo de ese día fue una agresión premeditada, que tenía la intención de destruirnos moralmente. No lo lograron. Yo siento que lo que ocurrió cohesionó a la bancada de la oposición, ha hecho que nos relacionemos de otra forma con los electores. Ni el Parlamento venezolano ni nosotros seremos los mismos después del 30 de abril. Cuando vuelva a ver a quienes nos agredieron el reto será no convertir lo que pasó en algo personal. Yo siento que soy otra persona. Me siento serena y tranquila.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.