De la guerra a la guerrilla
El conflicto será largo a menos que los tuareg no contribuyan a acortarlo
Gao, la mayor aglomeración urbana del norte de Malí, cayó el sábado en manos del Ejército francés secundado por el maliense, y Tombuctú, la mítica ciudad, será arrebatada a los islamistas radicales a principios de esta semana. Les faltará aun por liberar Kidal, ahora feudo de los tuareg extremistas, pero es solo cuestión de días. No hay más centros urbanos en Malí septentrional.
Francia intervino precipitadamente en Malí el 11 de enero para frenar el avance de la rama magrebí de Al Qaeda (AQMI) y sus dos aliados, tuareg islamistas y el grupo que secuestró en 2011 a los cooperantes españoles en Tinduf (Argelia), hacia Bamako, la capital. Pero a medida que enviaba soldados a su antigua colonia —ahora dispone ya de 2.500 hombres— ha ido modificando sus planes.
Primero se trataba de detener la progresión de los terroristas y de sus socios más allá de los límites de ese inmenso territorio (830.000 kilómetros cuadrados) del que se habían apoderado en marzo. Para reconquistar el norte, París quería esperar a que estuviera acabado en Malí el despliegue de los Ejércitos de África Occidental (CEDEAO) y de Chad.
Pero la conquista de Gao demuestra que los franceses han decidido hacerse ellos mismos con el control de los núcleos urbanos septentrionales, no así del conjunto del extenso territorio. De eso se encargará el contingente africano. Pasará de los 3.000 soldados previstos inicialmente hasta 7.700 sin que se sepa aún quién lo va a sufragar.
Los islamistas también han cambiado de táctica. En algunos de los pueblos, sobre todo en Konna, de los que se adueñaron a mediados de enero opusieron resistencia al avance de las fuerzas especiales francesas y tuvieron cientos de bajas, según reveló el diario Le Monde. En Gao, el sábado, apenas un puñado de hombres hostigó a los franceses antes de retirarse. En Tombuctú el grueso de los terroristas se macharon antes de vislumbrar al enemigo.
Al Qaeda y sus socios huyen hacia zonas colindantes de la frontera norte, hacia los alrededores de Kidal y hacia ese cuerno septentrional de Malí que se introduce entre Argelia y Mauritania. Desde ahí intentarán volver a sus orígenes, es decir a la guerra de guerrillas y a los atentados. Sus primeras víctimas serán, probablemente, los soldados africanos que desplegarán en los lugares más recónditos. El fulgurante avance de las tropas franco-malienses no debe llamar a engaño. Aunque tendrá otro cariz queda aún guerra por delante.
El conflicto será largo a menos que los tuareg no contribuyan a acortarlo. El grueso de esta minoría étnica del Sahel se había reagrupado en Malí alrededor de Iyad Ag Ghali, un líder histórico que se radicalizó, fundó Ansar Dine (Partidarios de la Religión) y se alió con Al Qaeda. Ahora acaba de surgir en un seno una escisión, el Movimiento Islámico del Azawad, (nombre tuareg del norte de Malí), que ansía negociar con Bamako. El frente tuareg se fragmenta y debilita de paso a los terroristas a los que no será acaso tan fácil esconderse en las zonas bajo su influencia.
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