Cameron supera el euroescepticismo de Thatcher
La dura posición europea del primer ministro despierta a los europeístas británicos Los liberales alertan de las consecuencias económicas de la incertidumbre
El discurso que el primer ministro británico, David Cameron, pronunciará el próximo viernes en Holanda ha levantado evocaciones de la célebre intervención de Margaret Thatcher en el Colegio Europeo de Brujas, hace casi 25 años. La Dama de Hierro fundó entonces las bases del llamado euroescepticismo y puso freno a la Europa federal en nombre de la Europa de los Estados-nación. Pero sus palabras de entonces suenan hoy a europeísmo al lado de los propósitos de Cameron (reducir en lo posible el papel de Reino Unido en la Unión Europea repatriando a Westminster todos los poderes que pueda) y el debate sobre la permanencia o no de los británicos en la UE.
La inminente intervención de Cameron, esperada desde hace meses, está teniendo de momento el efecto contrario al que busca: está despertando a los europeístas británicos del letargo en el que están sumidos desde hace años. El número dos del Gobierno británico, el viceprimer ministro y líder liberal-demócrata Nick Clegg, lanzó este lunes a cuenta de Europa el ataque más duro al primer ministro desde que se formara la coalición en 2010.
Mientras Cameron se dispone a lanzar el viernes un proceso de revisión del papel de Reino Unido en la UE que puede prolongarse durante años hasta que los británicos se pronuncien en referéndum, Clegg cree que ese proceso va a crear incertidumbre y eso puede tener “un efecto descorazonador en la economía”.
“Deberíamos ser muy cuidadosos en un momento en el que la economía británica está todavía a duras penas recuperándose de la peor crisis económica en una generación y no crear un periodo prolongado con un alto grado de incertidumbre porque, en mi opinión, la incertidumbre es enemiga del crecimiento y del empleo”, declaró Clegg en una entrevista en el programa Today de BBC Radio 4.
La construcción europea es probablemente el asunto que más separa históricamente a los conservadores y a los liberales-demócratas, que han hecho todo lo posible para que sea un asunto que no torpedee los difíciles equilibrios de la frágil coalición que gobierna el país. Pero no parece probable que se vaya a poner en peligro el Gobierno porque tanto las propuestas que pondrá Cameron sobre la mesa el viernes como las palabras de Clegg tienen, sobre todo, objetivos electoralistas. Nada de lo que anuncie el primer ministro tomará cuerpo hasta pasadas las elecciones de 2015.
De alguna manera, Cameron está pergeñando parte de su programa electoral: con sus diatribas antieuropeas busca el apoyo del sector del Partido Conservador reticente a su liderazgo y los votos de los electores que se pueden ver tentados por apoyar al UK Independence Party, un partido que defiende que Reino Unido deje la UE y que ha hecho bandera de su discurso contra los inmigrantes.
A Clegg incluso le viene bien la deriva antieuropea de Cameron: le permite marcar las distancias con los conservadores de cara a las elecciones de 2015 sin tener que preocuparse por las consecuencias inmediatas para la coalición porque no hay nada que legislar.
Pero la posición de Cameron no es meramente electoralista: es la consecuencia natural del constante deslizamiento de los conservadores y de grandes sectores de la opinión pública hacia posiciones abiertamente hostiles a la Unión Europea. El discurso de Thatcher en Brujas marca el pistoletazo de salida de ese deslizamiento porque la Dama de Hierro lanzó ese día el gran asalto a la Europa federal.
Pero, curiosamente, sus palabras no son en absoluto una defensa de los intereses británicos frente a los de los demás socios. Thatcher reivindica el europeísmo británico. “Nosotros los británicos somos tan herederos del legado de la cultura europea como cualquier otra nación. Nuestros vínculos con el resto de Europa, el continente europeo, han sido el factor dominante de nuestra historia”, llega a decir. Su discurso es, sobre todo, la defensa de un método de trabajo, a partir de los Estados-nación, frente a la tendencia de los federalistas, representados aquellos días por el entonces presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, de acumular poder en Bruselas como mecanismo de creación de la Europa federal.
Quizás la mayor paradoja es que las demandas del actual primer ministro de dar marcha atrás se producen cuando la visión de Thatcher parece haberse impuesto en casi toda Europa y cuando lo que ella defendía en Brujas se ha convertido en catecismo de Bruselas: cooperación entre Estados soberanos; políticas comunitarias más efectivas, empezando por reformar la agricultura; defensa de la iniciativa privada frente a la intervención del Estado; un mercado abierto al resto del mundo; y descargar a Estados Unidos del fardo económico de la defensa de Europa.
“Nuestro destino está en Europa”
Después de pensarse durante varios meses lo que va a decir, David Cameron ha tenido tiempo de sobras para releer el discurso de Margaret Thatcher en Brujas. Seguramente se habrá sorprendido de los encendidos elogios de la Dama de Hierro a la causa europea. Y, sin duda, tendrá él mismo la prudencia de incluir algún cántico apasionado a Europa antes de entrar a desgranar su verdadero objetivo: marcar una hoja de ruta que permita al Reino Unido desvincularse de algunos de los compromisos que ahora le ligan a la UE, pero sin abogar por la completa retirada de todas las políticas comunitarias menos el mercado interior, como querría un notable sector de su partido.
Pero al primer ministro le va a ser difícil repetir algunos de los cánticos europeístas de Thatcher, porque chirriarían en los oídos de la mayoría de los militantes del Partido Conservador actual. "Gran Bretaña no sueña con tener una existencia cómoda y aislada en los márgenes de la Comunidad Europea. Nuestro destino está en Europa, como parte de la Comunidad. Eso no quiere decir que nuestro futuro esté ligado solo a Europa, pero tampoco es ese el caso de Francia, o de España, o de cualquier otro miembro", dijo Thatcher.
Entonces en la cúspide de su poder, la Dama de Hierro repasó en Brujas la vinculación milenaria de Gran Bretaña a Europa y sus sacrificios en defensa de la libertad de Europa: "Estamos orgullosos de que Gran Bretaña fuera durante siglos el hogar de gente del resto de Europa que buscaba cobijo frente a la tiranía. Pero sabemos que sin el legado europeo de ideas políticas no habríamos logrado lo que hemos logrado". Sin embargo, deja claro el que es núcleo duro de su mensaje: "Europa será más fuerte si Francia es Francia, España es España, Gran Bretaña es Gran Bretaña, cada uno con sus costumbres, tradiciones e identidad. Sería una locura intentar encajar a todos en una especie de retrato robot europeo".
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