Berlusconi abre la campaña en Italia con una ofensiva populista antialemana
El exjefe de Gobierno acusa a Monti de practicar una política "germanocéntrica" Anuncia que estudia un pacto con la Liga Norte para la candidatura electoral
Por si alguien tenía alguna duda de que Italia ya está en campaña electoral y de que va a ser una campaña electoral a degüello, Silvio Berlusconi se levantó temprano, llamó a uno de sus canales de televisión y soltó la siguiente declaración de intenciones: la prima de riesgo es una estafa, una invención urdida por Alemania con la ayuda de Mario Monti y la complicidad de Europa para derribar al gobierno democrático y, de paso, enriquecerse a costa de Italia y de los italianos… Será mentira, pero qué más da. Astuto como él solo, Berlusconi sabe que, con las encuestas en contra, su partido a la greña, Monti en loor de santidad y los jueces a la vuelta de la esquina, la única posibilidad de arañar votos es abrazarse a la causa del populismo, negar la triste realidad y pintar otra sin deudas ni impuestos ni la tijera de Angela Merkel en el horizonte. El mayor antisistema de Italia tiene 76 años, una inmensa fortuna y ningún escrúpulo.
Lo peor, sobre todo para Italia, es que Berlusconi tiene por delante dos meses y medio de una campaña electoral donde toda la atención europea va a estar pendiente de lo que aquí suceda. Si hace 13 meses este país fue el laboratorio de los gobiernos técnicos, ahora lo será del populismo. Según las últimas encuestas, entre el partido de Berlusconi —que aún no se sabe si se va a seguir llamando Pueblo de la Libertad o va a recuperar el más aguerrido Forza Italia— y el Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo pueden reunir más del 30% de los votos. Uno y otro jugarán a ser los candidatos malditos, los que traten de canalizar la rabia contra Europa, el euro y un gobierno tecnócrata de profesores y banqueros que no ha sido capaz de cortar parejo. Las clases media y baja han sufrido los recortes mientras los sectores más pudientes han seguido conservando sus privilegios.
Todo un terreno abonado al populismo que Silvio Berlusconi empezó a recorrer el martes por la mañana. Sus asesores le avisaron de que Mario Monti estaba listo para intervenir en el plató de RAI1 y él contraprogramó de inmediato. Entró por teléfono en la emisión de Canale Cinque y se despachó a gusto: “La prima de riesgo es una estafa. Una invención para derribar una mayoría votada por los italianos y que gobernaba el país. Nunca antes habíamos oído hablar de la prima de riesgo, solo se habla de ella desde hace un año, ¿a quién le importa los intereses que se pagan a los inversores que compran nuestra deuda respecto a los inversores que compran la deuda alemana?”. La canciller Angela Merkel se apresuró a advertirle: “No vamos a permitir que haga su campaña contra Alemania”.
Berlusconi se manifestó “ofendido” por las fuertes críticas recibidas durante la jornada del lunes por líderes y medios europeos por su decisión de retirar la confianza al Gobierno técnico. Todo lo contrario que Monti, confortado por sus homólogos tras el anuncio de dimisión. El anterior primer ministro acusó al actual de haber practicado una política “germano-céntrica” que, según Berlusconi, ha fracasado, colocando al país en peor situación que cuando él dejó el Gobierno hace 13 meses: “Todos los indicadores económicos han empeorado. No me toca a mí hacer juicios, pero todos los datos son negativos”. En el colmo del desparpajo, Berlusconi negó que tenga mala prensa en la Unión Europea. “Cuando yo representaba a Italia en Europa”, ha sostenido, “estaba entre los dos o tres jefes de Gobierno más respetados. Era el único que llegaba desde la trinchera del trabajo. Pero es verdad que estaba en contra de las peticiones alemanas que han arrastrado a Grecia casi a la guerra civil”. A la pregunta de si cree que Europa teme su regreso al poder, el magnate fue tajante: “Ni en sueños”.
Las palabras de Berlusconi —que admitió su intención de reeditar su antigua alianza con la Liga Norte— fueron casi en directo rechazadas por Mario Monti y, ya por la tarde, por el líder del centro izquierda, Pier Luigi Bersani. Según el primer ministro técnico, que sigue sin soltar prenda sobre su futuro, “en las campañas electorales se presentan soluciones mágicas a los ciudadanos para despertar sus instintos más viscerales”. Y luego añadió: “Los políticos no deben prometer lo que luego no podrán mantener. Es importante que no traten a los ciudadanos como incautos, sino como personas maduras”. Por su parte, Bersani dijo que “Berlusconi solo dice estupideces”.
Al nieto de Monti lo llaman spread en la guardería
Ser familiar de un político tiene sus ventajas, sus inconvenientes y sus peligros. El más pequeño en comprobarlo es el nieto de Mario Monti, el primer ministro identificado dentro y fuera de Italia por su política de austeridad y su lucha sin cuartel a la prima de riesgo (spread, en jerga financiera). Lo ha contado el profesor durante una entrevista matutina en la RAI: “Estaba en casa por la tarde y ha visto en el telediario que se hablaba de spread. Y ha dicho: 'Mamá, mamá, spread soy yo'. Porque en la guardería lo llaman spread. Hasta ese punto ha entrado en el lenguaje cotidiano. No sé por qué razones estos chicos han identificado en él este apodo… Los pecados del abuelo caen sobre el nieto”.
Mario Monti, que tras su imagen de seriedad esconde un fino sentido del humor, ha contado la anécdota sonriendo. Al fin y al cabo, su política –y su nieto—puede ser identificados por el término inglés spread. Peor lo tendría un hipotético nieto de Berlusconi, quien a esa hora despotricaba contra el Gobierno técnico por un canal de televisión. Mejor el apodo “spread” que el de “bunga bunga”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.