Rusia toma medidas para no perder más terreno en Asia Central
Moscú venderá armamento y dará ayuda militar a Kirguizistán y Tayikistán para frenar la creciente presencia de EE UU en la región
Las relaciones del Kremlin con las repúblicas centroasiáticas que antes formaban parte de la Unión Soviética se han desarrollado con altibajos después de la desintegración del imperio comunista y han estado marcadas por la pérdida de influencia en la región, adonde ha llegado Estados Unidos. Ahora Washington negocia con Uzbekistán crear en el territorio de este país un centro de reacción operativa que, después de 2014, es decir, de la retirada aliada de Afganistán, pasará a cumplir, de hecho, las funciones de una base militar norteamericana en la región.
Ante esta situación, Rusia ha optado por fortalecer sus relaciones con Kirguizistán y Tayikistán, e inyectar grandes sumas de dinero en las fuerzas armadas de esos países. Concretamente, Moscú está dispuesta a dar más de 860 millones de euros para modernizar –con armas rusas, por supuesto- el ejército del primero y a dar cerca de 160 millones a los militares del segundo. Los tayikos recibirán, además, un monto similar en descuentos para la compra de hidrocarburos.
De aquí a marzo deberán definir qué tipo de armamento quiere Kirguizistán para comenzar el suministro el verano próximo, según fuentes del prestigioso diario Kommersant. Tokón Mamítov, presidente del comité de Defensa y Seguridad kirguizo, comentó, lamentándose del estado de su ejército, que este necesita de todo, a excepción de satélites y aviones.
La sustancial ayuda rusa a Bishkek y la más humilde a Dushambé persiguen oficialmente un mismo fin: fortalecer la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva, formada por seis países de la desaparecida URSS: Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguizistán, Rusia y Tayikistán (los que también pertenecen a la más amplia Comunidad de Estados Independientes, que este miércoles se reúne en Ashjabad, Turkmenistán). Con estas medidas, el Kremlin pone obstáculos a la influencia de Estados Unidos, que se hace sentir cada vez más en la región.
Tanto los kirguizos como los tayikos habían mostrado interés en obtener parte del armamento estadounidense que será retirado de Afganistán y, junto con las armas, llegarían naturalmente instructores norteamericanos, afirman algunos expertos. Y aunque la Embajada estadounidense, consultada por el suplemento militar de Nezavizímaya Gazeta, desmintió que Washington tuviera planes de dejar en las repúblicas de Asia Central parte del armamento que usa en Afganistán, todos coinciden en que las medidas que está tomando el Kremlin tienen como fin frenar precisamente la expansión de la influencia norteamericana.
Además, con ellas el Kremlin consigue otro objetivo importante: dar trabajo al complejo de la industria militar rusa. Aunque existen especialistas que consideran que la ayuda a regímenes inestables como los de Kirguizistán y Tayikistán no solo está preñada de riesgos sino que también complica las ya de por sí difíciles relaciones con Uzbekistán. Pero para otros, Moscú vuelve simplemente a la política que venía aplicando en Asia Central desde los tiempos de los zares. El éxito de esta política dependerá en gran parte si el Kremlin logra mostrar una imagen que sea atractiva tanto para la clases dirigentes como para los ciudadanos de a pie de esos países.
En cualquier caso, el fortalecimiento de Rusia en un país de gran importancia estratégica como es Kirguizistán —donde Moscú tendrá una base militar por 15 años, con posibilidad de prolongación— no significa necesariamente que este vaya a cesar su colaboración militar con Estados Unidos. Está por ver si la base norteamericana en el aeropuerto de Manás será realmente cerrada después de 2014. Y el primer ministro Omurbek Babánov ha declarado que Bishkek no se negará a recibir «armas y técnica militar» si los norteamericanos ofrecen dejárselas cuando se retiren de Afganistán.
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