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Obama coloca a Geithner al frente de las negociaciones para evitar el ‘abismo fiscal’

El presidente de EEUU confía las conversaciones con el Congreso a su secretario del Tesoro, que no repetirá mandato

Yolanda Monge
Timothy Geithner.
Timothy Geithner.Pete Souza / Casa Blanca

Superado el largo fin de semana de Acción de Gracias, el Congreso de Estados Unidos y el presidente Barack Obama enfrentan 36 días cruciales antes de que el país caiga en el llamado abismo fiscal, esa situación a la que se llegará el 31 de diciembre y que supone el recorte de cerca de 700.000 millones de dólares en gasto público y subida de impuestos si demócratas y republicanos no cierran un acuerdo antes de que se inaugure 2013.

Para liderar tan difícil misión, la Casa Blanca ha elegido a Timothy Geithner, secretario del Tesoro, para conducir unas negociaciones con el Congreso que ya se adelantan tormentosas, según informa hoy el diario The Wall Street Journal. Según el Journal, a Geithner –51 años, que llegó a la Administración Obama durante una crisis y pretende cerrar ahora otra antes de abandonar su puesto en el Tesoro para dedicarse a escribir, quizá, sus memorias- se le unirá un equipo de expertos en presupuesto de la Casa Blanca, entre los que estará Jacob Lew –anterior jefe de presupuesto de la Casa Blanca y ahora jefe de Gabinete-; el director del Consejo Nacional de Economía, Gene Sperling, y su número dos, Jason Furman; Rob Nabors, máximo representante de la Casa Blanca en las relaciones con el Gongreso; y el jefe de personal del senador Harry Reid –líder de la mayoría en el Senado-, David Krone.

“Esta no es la primera vez que ninguno de ellos ha estado en un rodeo”, dijo estableciendo su maestría en tan delicado asunto una fuente demócrata. Además, tanto Krone como Nabors tienen muy buenas relaciones con el nuevo jefe de gabinete del presidente de la Cámara de Representanes, el republicano John Boehner.

Obama ya ha dicho que cualquier acuerdo debe incluir un aumento de impuestos para las rentas más altas, algo que los republicanos rechazan de plano. La propuesta del presidente es la de no prorrogar las exenciones fiscales que George Bush hizo para los ingresos superiores a los 250.000 dólares anuales, que vencen a final de año y sí extender esos beneficios para el resto de los contribuyentes, el 98% de la nación.

Los republicanos insisten en su discurso de que aumentar las cargas a los más adinerados sería contraproductivo a la larga y sólo provocaría ralentizar el crecimiento y prolongar el estigma de una penosa situación económica. La tasa impositiva más alta –que ahora está en el 35%- se convertiría automáticamente en un 39,6% a principio de 2013 a no ser que haya un nuevo acuerdo presupuestario.

Cada familia pagaría una media anual de 2.000 dólares más a partir del nuevo año
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La Casa Blanca ha advertido esta mañana que de no congelarse los impuestos para las clases medias cada familia pagaría una media anual de 2.000 dólares más a partir del nuevo año, según un informe de la Administración demócrata. Ese dato supone que, sin duda, la gran mayoría de los estadounidenses contendrían su gasto justo en la época de compras más importante del año, la campaña navideña. El círculo vicioso se inicia ahí. A partir del freno del gasto se interrumpiría una serie de datos económicos positivos de las últimas semanas que mostraban que los norteamericanos estaban, finalmente, abriendo sus carteras tras años de cautela tras las recesión.

El gasto de los consumidores representa una parte importantísima de la actividad económica de EEUU. Una quinta parte de las ventas anuales totales se hace en el periodo que va desde el final de Acción de Gracias al 1 de enero y la intranquilidad que puede generar una eventual subida de impuestos no va a yudar a fomentar el gasto.

Según una encuesta de CNN, dos de cada tres estadounidenses temen que el país sufra graves problemas económicos si cae en el abismo fiscal. Uno de cada cuatro ciudadanos de Estados Unidos considera que el abismo fiscal provocará una nueva crisis económica, mientras que el 44% teme graves problemas. Frente a este pesimismo, están quienes consideran que no tendrá consecuencias (7%). Por interés propio y del país, más de un 70% de los encuestados que cita CNN quiere que los partidos políticos lleguen a un acuerdo con el Congreso, según el sondeo, que contempla un margen de error de tres puntos.

Sin embargo, el 67% de los estadounidenses son pesimistas y cree que los líderes demócratas y republicanos mirarán por sus propios intereses en lugar de avanzar en las negociaciones que ya han comenzado. Sobre quiénes tendrían la culpa del fracaso, un 45% señala al Partido Republicano, frente al 34% que apunta al presidente Obama.

La situación actual viene heredada del enfrentamiento que sufrió la Casa Blanca y la Cámara de Representantes en agosto de 2011, cuando el déficit amenazó con bloquear el funcionamiento del país. Entonces se llegó a un pacto que lo que hizo básicamente fue aplazar un acuerdo definitivo sobre los impuestos y el presupuesto de programas federales hasta después de las elecciones esperando que los comicios fueran un refrendo para las políticas demócratas –subida de impuestos a los más ricos- si era reelegido Obama o las republicanas si llegaba a la Casa Blanca el candidato conservador.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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