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El plan de estímulo fractura a los ‘tories’

El giro económico impulsado por George Osborne provoca una rebelión en el partido El ministro propone nuevas infraestructuras y un banco para pymes

Protesta estudiantil contra los recortes en el Departamento de Educación, el pasado mes de marzo en Londres.
Protesta estudiantil contra los recortes en el Departamento de Educación, el pasado mes de marzo en Londres. peter marshall (cordon press)

Contrariamente a todos los pronósticos de hace dos años, cuando George Osborne asumió las riendas de la economía británica defendiendo un drástico plan de austeridad presupuestaria y profundos recortes del gasto social, el personaje ha devenido la “bestia negra” no tanto de los sectores progresistas como del ala más derechista de su propio partido conservador. Las reacciones más negativas a la remodelación del Ejecutivo que ultima David Cameron provienen precisamente de ese sector de la intransigencia tory, que desprecia el tímido aunque sensible viraje de la política económica para incrementar los préstamos gubernamentales a la pequeña empresa y avala, además, nuevos proyectos de infraestructuras que requerirán fondos públicos.

Las huestes conservadoras que reclamaban un mayor tijeretazo ultraliberal a las prestaciones del Estado y una reducción de los impuestos, o bien directamente la cabeza de Osborne, descubrieron el pasado domingo que el Gobierno de Cameron ha decidido optar por el lado pragmático y menos ideológico.

A la hora de apuntalar una economía que ha cumplido su tercer trimestre en recesión y no avista asomo de crecimiento en lo que resta de año, el Ejecutivo ha optado por crear un “banco para la pequeña empresa”, que compense el bajo nivel de préstamos dispensado por las entidades nacionales, y acelerar diversos proyectos de infraestructuras. Entre ellos destaca la construcción de la tercera pista del aeropuerto londinense de Heathrow (principal aeropuerto del país), reclamada desde varios sectores económicos y denostada por los grupos ecologistas y los vecinos de la zona.

El apoyo a las pymes puede ser entendido por el gran público, independientemente de su filiación, pero las últimas medidas disgustan por igual a los verdes y a la recia aristocracia rural del campo, una base electoral muy sólida para los tories.

En el terreno político, esta iniciativa impulsada por Osborne representa el argumento definitivo para un sector del Partido Conservador que esgrime músculo desde que quedara clara la debilidad de Cameron como gobernante. El principal portavoz de ese sector es David Davis, rival de Cameron en 2005 para el liderazgo del partido, y estos días protagonista de un debate público con su teórico jefe de filas. “¿Eres un hombre o un ratón?”, llegó a espetarle en un discurso público. El primer ministro respondió al desafío desde las páginas del Mail on Sunday. “Estoy frustrado por las vallas que tienes que saltar para conseguir algo”, admitió.

Este juego de rivalidades escapa a quienes buscan desentrañar lo que realmente acontece en el seno del Partido Conservador. La ofensiva derechista también está denostando el actual pacto de coalición con los liberal-demócratas, aparentemente pasando por alto el hecho de que, sin el control de una mayoría absoluta, los apoyos de ese aliado son indispensables para la andadura del gobierno. El pulso, por tanto, se dirime a medio o largo plazo y sólo la recuperación económica que acallaría cualquier crítica podría rescatar a Cameron del pozo en el que lo han hundido sus propios correligionarios.

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