Perú debate la gestión del final de Sendero Luminoso
Dos acciones recientes muestran la libertad de movimientos de los terroristas en algunas zonas El Gobierno trata de minimizar a la banda y se enfrenta a la prensa por darles cobertura informativa
Cerca de 1.500 policías y militares buscan por la selva de Perú a los últimos restos de Sendero Luminoso, el grupo terrorista que martirizó al país durante décadas hasta la captura de sus máximos dirigentes a finales de los noventa. Sin embargo, el último contacto con ellos lo tuvo el pasado martes un grupo de periodistas en medio de la selva. El encuentro dio lugar a unas estremecedoras declaraciones de los terroristas sobre sus acciones, que han indignado al Gobierno. La polémica se ha unido al derribo de un helicóptero de la policía y el secuestro de 36 personas la semana pasada, y ha abierto el debate sobre la estrategia para terminar de disolver los últimos rescoldos del terrorismo en Perú.
Hasta tres medios distintos pudieron entrevistar al terrorista Martín Quispe Palomino, camarada Gabriel, junto a los restos del helicóptero de la policía derribado el pasado jueves en la provincia de La Convención, departamento de Cuzco. Una piloto fue asesinada en el lugar y otros dos eran dados por desaparecidos hasta que se conoció la versión de los terroristas. El líder senderista dijo sobre los policías: “Los hemos ametrallado y, como se resistían, han sido aniquilados” y luego exhibió las botas, gorras y restos del uniforme de los agentes.
“Hemos aprendido poco, el Estado responde con rótulos o nos callamos por motivos de seguridad de Estado”, opina el semiólogo Eduardo Zapata sobre la presencia de Quispe Palomino en los medios. Zapata estudia el discurso de Sendero desde 1989. El mes que viene se cumplen 32 años del primer atentado terrorista de esta organización.
El ministro de Defensa, Alberto Otárola, y el primer ministro, Oscar Valdes, condenaron que los medios dieran cabida al terrorista. “¿Son noticias válidas, fidedignas? Cuidado con caer en este juego, las fuerzas del orden ya tienen cuatro víctimas como para soltar noticias y ser llevados de las narices, quizás inconscientemente, por el narcoterrorismo. Es inaceptable que se publiquen versiones como que 'su ropa la tenemos como trofeo de guerra’”, reclamó Otárola.
La prensa preguntó al premier Valdés por el triunfalismo del Gobierno tras de la liberación de los 36 rehenes, todos trabajadores del complejo gasístico de Camisea, el último secuestro masivo de Sendero, que ha durado cinco días y es muy similar al otro perpetrado en 2003. “La operación ha sido impecable, siempre va a haber muertos. No vamos a permitir que un territorio del Perú sea zona liberada donde los terroristas hagan lo que quieran”, respondió, ante la aparente libertad de movimientos de los terroristas.
“En 1989 decíamos que el discurso de Sendero Luminoso llegaba a la gente más que por su predicatividad –por lo que decía–, por lo que dejaba de decir el discurso oficial del Estado y la sociedad peruana: hoy se repite el problema. No se ha controlado la inflación lingüística, ponemos nombres que no corresponden a las cosas, discutimos sobre cosas inexistentes y mentimos”, explica Zapata, docente de la Universidad de Ciencias Aplicadas.
“Por ejemplo, hablar de 'operación impecable' frente a un hecho como este, cuando están las fuerzas armadas desplegadas en el país pero al enemigo lo encuentra cualquiera [como ha hecho la prensa]. No es con el ocultamiento ni con la mentira que uno puede combatir un fenómeno de este tipo”, añade.
“Todos hemos aprendido poco. Cuando veo en televisión estas discusiones sobre si son terroristas, narcos o narcosenderistas, el nombre no es el problema, sino la existencia de una población desatendida por el Estado o con inequidad, y de un grupo debidamente armado, acostumbrado a la zona, con un discurso simplón que rememora la ideología primigenia”, reflexiona –dolido– el lingüista.
A su vez, el sociólogo Carlos Monge, alerta sobre el peligro “de una aproximación explicita de los terroristas a los grandes proyectos extractivos con una lógica de chantaje a cambio de armas y pagos”.
“Dada la creciente presencia de actividad petrolera y la concesión de bloques en la selva sur del país, podríamos estar viendo el inicio de un proceso similar al de Colombia, donde los alzados en armas encontraron en la minería una fuente de recursos que vieron antes en la coca”, subrayó el director de Revenue Watch en el Perú.
Por su parte, el periodista Gustavo Gorriti, investigador de Sendero, destacó que la difusión de las declaraciones del cabecilla “constituye información muy valiosa para los ciudadanos”, y negó que se trate de propaganda. “Ver a Gabriel fanfarroneando, con brutalidad verbal, sobre cómo mataron es la forma más segura de concitar el rechazo de la mayoría de la población”, comentó a este diario.
La publicación que dirige Gorriti ha difundido audios de las negociaciones para la liberación de los rehenes, e informó primero que el gobierno acerca de los dos policías abandonados en una emboscada, y los dos muertos y diez heridos del Ejército en la zona el sábado último. El experto asegura que lo ocurrido obliga a muchos cambios en la estrategia contrasubversiva.
“Se ha desnudado carencias técnicas, doctrinarias y otras. Se requiere acción contra la corrupción. Además, los oficiales que sirven en la zona se quedan un año o a más tardar dos, mientras los otros [Sendero Luminoso] están desde los años 80 acumulando experiencia”, acotó.
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