La kirchnerista ausencia del senador Menem
La actividad legislativa de la Cámara alta corre el riesgo de paralizarse
Argentina parece condenada a vivir el año del Bicentenario de su independencia de España de una tensión política a otra. Pasada la crisis por la presidencia del Banco Central, el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y la atomizada oposición pelean por el control del Senado, pero ninguno logra imponerse y la actividad legislativa corre riesgos de paralizarse.
Se suponía que la oposición había reunido los 37 senadores necesarios para dominar la mayoría de las comisiones de la Cámara alta, espacios clave para acelerar o detener los proyectos de ley, pero en el último momento de la sesión del pasado miércoles le faltó uno: nada menos que el ex presidente Carlos Menem (1989-1999), de 79 años.
Menem y los Kirchner son peronistas, pero están enfrentados desde que el matrimonio llegó al poder, en 2003: el primero había liderado el giro del partido al neoliberalismo, y los últimos lo recondujeron hacia su particular vertiente de izquierdas. Por eso sorprendió que Menem ayudara con su ausencia al kirchnerismo a evitar una derrota en el Senado. A su edad y pese al rechazo que genera su figura en un sector mayoritario de la población argentina, el senador Menem ha vuelto al centro de la escena.
Las elecciones legislativas del 28 de junio pasado habían significado para el kirchnerismo la pérdida del control de las dos Cámaras del Congreso, que dominaba desde 2003. Pero los nuevos parlamentarios sólo asumieron sus cargos el 10 de diciembre y entonces el Congreso estaba de vacaciones de verano, que finalizan el próximo lunes. Y a principios de diciembre, la oposición en la Cámara de Diputados, dividida entre radicales, cívicos, peronistas disidentes, conservadores e izquierdistas, logró arrancar al kirchnerismo la mayoría de las presidencias de las comisiones.
El pasado miércoles iba a suceder lo mismo en el Senado, donde radicales y peronistas disidentes predominan en la oposición, pero no ocurrió así. Con dificultad, habían contado que tenían los 37 senadores necesarios para celebrar la sesión del Senado, incluido un peronista que dejó el kirchnerismo esta misma semana, pero a las 15.00 (hora argentina), cuando ocuparon sus bancas, faltaba uno: Menem, que había permanecido en su provincia, La Rioja (noroeste de Argentina). A partir de entonces surgieron las especulaciones, desde su estado de salud hasta un hipotético acuerdo con los Kirchner para presionar en los tribunales que investigan al anciano senador por presuntos casos de corrupción. Sólo ayer, un día después, Menem aclaró en un comunicado de prensa el motivo de su ausencia: "No he participado en ninguna de las negociaciones por cargos, comisiones y designación de autoridades de la Cámara", dijo en contraposición a lo que habían sostenidos otros peronistas disidentes.
Sin Menem, los otros 36 senadores opositores no podían iniciar la sesión de la Cámara, pero ésta comenzó porque aparecieron los 35 kirchneristas. Primero votaron de común acuerdo al presidente provisional del Senado, el kirchnerista José Pampuro, pero cuando el jefe del grupo radical, Gerardo Morales, propuso votar la composición de las comisiones, su par peronista, Miguel Ángel Pichetto, le respondió que no iba a aceptar un "cogobierno", y entonces él y todos sus correligionarios se retiraron del recinto y dejaron otra vez el Senado sin quórum. "No tenían los 37 votos que dijeron que tenían y hay que volver a discutir [el reparto de las comisiones]", dijo ayer el jefe de Gabinete de Ministros, Aníbal Fernández.
Si las fuerzas opositoras no pueden convencer a Menem, por más que logren algunos consensos en la Cámara de Diputados -sobre el reparto de impuestos entre las provincias o la normalización del desprestigiado Instituto de Estadísticas-, no podrán ni siquiera celebrar sesiones en el Senado. En ese caso, la presidenta Fernández no se verá ante el dilema de vetar leyes que no le agraden. Claro que también le será difícil que aprueben sus iniciativas. Por ejemplo, la del matrimonio gay o una mayor regulación del sistema bancario.
Como respuesta al bloqueo kirchnerista en el Senado, la diputada opositora Elisa Carrió, de la Coalición Cívica, llamó a la oposición a ausentarse el lunes del Congreso, cuando Fernández abra con su discurso las sesiones ordinarias de 2010.
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