Una fuerte réplica sacude de nuevo el centro de Italia
Hay 235 víctimas mortales; al menos 1.000 heridos, de los cuales un centenar está grave.- 70.000 personas perdieron sus casas mientras la tierra sigue temblando
Una réplica de magnitud 5,3 se ha sentido esta noche en la región central de Italia, devastada por el terremoto que este lunes dejó más de 200 muertos. La tierra sigue temblando mientras los equipos de rescate se afanan en la búsqueda de unos 11 desaparecidos tras el desastre que ha enlutado al país. Según las autoridades italianas, esta nueva remecida ha derribado algunas estructuras y han confirmado que no se han producido víctimas mortales.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha viajado este martes a la región de Los Abruzos, golpeada por el terremoto de 6.3 en la escala Richter que ha devastado la zona y ha dejado a decenas de miles de personas sin hogar. Desde la ciudad de L'Aquila, una de las más afectadas, el jefe del Gobierno ha actualizado el balance del seísmo, que se ha llevado por delante la vida de 207 personas, de las que 17 están aún sin identificar. Los bomberos han rescatado de entre los escombros a unas 150 personas. Una nueva cifra de fallecidos ha sido ofrecida por las autoridades de Protección Civil poco antes de medianoche. Según este cuerpo, a cargo de las tareas de búsqueda y rescate de supervivientes, han muerto 235 personas en Los Abruzos. El anterior balance situaba en 228 los muertos, según fuentes hospitalarias de L'Aquila.
Tras el temblor del domingo, seguido anoche y este martes por varias réplicas, la última de ellas de 5,3 en la escala Richter según el Instituto Geológico de EE UU, los equipos de búsqueda se centran en el rescate de las víctimas que aún pueda haber bajo los cascotes a los que han quedado reducidos miles de casas y edificios. Un total de 7.000 personas trabajan para encontrar a estas personas. El Ministerio de Exteriores español ha confirmado que un español, dado por desaparecido tras el seísmo, está en un hospital recuperándose de heridas poco graves. El cónsul general en Nápoles, Luis Gómez de Aranda, ha dicho por su parte que el resto de españoles que se encontraban en la zona están ya evacuados.
El Gobierno de Berlusconi, que el lunes declaró el estado de emergencia, ha declarado día de luto nacional. Ayer, ya desde la región afectada, ha actualizado el trágico balance del seísmo: 207 muertos, 17 de ellos sin identificar; 1.000 heridos, de los cuales un centenar está grave; 15 desaparecidos y más de 70.000 personas se han quedado sin hogar.
Nuevos temblores
El suelo ha temblado y los vecinos de L'Aquila han vuelto a sentir pánico en mitad de un gran alboroto. Las réplicas no dan tregua a los habitantes de esta ciudad. Anoche ya saltaron las alarmas. A las 23.57, y con una magnitud de 3,8 grados en la escala de Richter, la tierra ha vuelto a temblar en los alrededores de las ciudades de L'Aquila, Barreto y Scoppitto. Pasada la 1.15 de la madrugada, una nueva sacudida, esta vez de 4,8 grados, se ha sentido de nuevo sobre la zona. Por ello, Berlusconi ha recomendado a los ciudadanos que "no entren en sus casas".
Esta noche, a las 19.50 horas la ciudad de L'Aquila se ha visto sacudida por un terremoto de 5,3 grados que se ha sentido también en Roma. La profundidad del terremoto ha sido de 13,1 kilómetros y a 70 kilómetros al oeste de la ciudad adriática de Pescara en la región de Los Abruzos. El seísmo, de magnitud parecida al del terremoto del lunes, ha hecho caer partes de la iglesia de las Almas Santas en la Plaza del Duomo de L'Aquila, cuya cúpula estaba parcialmente derruida, además escombros de los edificios dañados por el terremoto producido en la madrugada.
L'Aquila, epicentro del seísmo, parecía bombardeada. El miedo se ve en la cada cara de cada ciudadano, como en la de Magdalena León, una española que vive en L'Aquila como profesora. "Sentí cómo temblaba todo, sentí cómo se movía la cama", dice entre lágrimas.
Grandes destrozos
Prácticamente todos los inmuebles de L'Aquila muestran importantes desperfectos, incluidos varios de los magníficos edificios históricos y las iglesias que adornan la bella ciudad medieval, capital de la región de Los Abruzos, de 68.000 habitantes. Algunos edificios se han derrumbado por completo, muchos enseñan sus entrañas desnudas a las calles repletas de escombros y detritus.
Una mujer sentada a pocos metros se sobresalta. Sus dos hijas están ahí abajo. De 22 y 24 años, vivían en un piso en la primera planta y estudiaban en la universidad local. "Volvieron a L'Aquila el domingo por la noche, a las 23.30. Tenían clase la mañana siguiente", dice Marcella. Las lágrimas se asoman, pero la madre las mantiene ahí, en el borde de los ojos. Repite varias veces, como en una letanía, la palabra "clase". La interrumpen las excavadoras, que reanudan su acción.
Un poco más allá, ante otro edificio derrumbado, Renato Salvarese, de 49 años, trata de echar una mano. Fue otro de los que primero se lanzaron entre los escombros durante la noche. Unas monjas que gestionan una residencia para ancianos le describen como un héroe. "Se me murió un chaval, Andrea, entre las manos, hostias. Solo decía 'sacadme, por favor, sacadme'. Nada más. Le sacamos, pero demasiado tarde", dice Salvarese, y no hay nada más que añadir.
Este hombre, oriundo de la Campania, vivió otro tremendo terremoto que las fallas geológicas de la zona causaron en 1980, un centenar de kilómetros más al sur. Más de 3.000 murieron entonces. El temblor pudo sentirse en gran parte del país, desde la región de Emilia Romagna hasta Nápoles.
En la parte nueva de la ciudad, miles de personas deambulaban aparentemente sin rumbo. Se sienten más seguros en los espacios abiertos, ante las constantes réplicas. Muchos pasarán esta noche en tiendas de campaña instaladas en los dos centros deportivos de la ciudad, que no dan abasto. Otros dormirán en sus vehículos.
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