La cuerda floja de las remesas
El dinero de los emigrantes bolivianos supera la inversión extranjera, espantada por la caótica situación, y puede hacer peligrar el crecimiento económico
Que Bolivia haya recibido en el primer trimestre del año 221 millones de dólares en remesas no es malo. Se puede discutir sobre cómo se va a emplear ese dinero. Pero malo no es. Ahora, si esa cantidad supera a la inversión extranjera del país (207 millones de dólares, según datos del Banco Central boliviano), la situación comienza a ser preocupante. ¿Pan para hoy y hambre para mañana?
Las remesas, en la mayoría de los casos, se emplean para ayudar a subsistir a los familiares que un emigrante ha dejado en su país de origen y cuyo nivel económico suele ser muy bajo. "A corto plazo puede suponer un alivio en la balanza de pagos, pero no crea puestos de trabajo, algo que sí logra la inversión extranjera", advierte Carlos Malamud, analista del Real Instituto Elcano. Existe, por tanto, un cierto riesgo de que el crecimiento económico boliviano llegue a torcerse.
Según el Banco Central de Bolivia, los 207 millones procedentes de la inversión extranjera se reparten de la siguiente manera: 124, para la minería; 28, en hidrocarburos; 28, en el sector servicios; 19, en la industria, y 7,4 millones están destinados a transporte y comunicaciones. Sin embargo, tal y como recoge el portal de análisis Infolatam, la entidad financiera indica que, durante ese mismo periodo, en Bolivia se produjo una desinversión de 90 millones de dólares, de modo que la inversión extranjera neta fue de 117,3 millones.
Poca confianza
La caótica situación que vive el país, en conflicto prácticamente permanente desde hace meses, y la agresiva política de nacionalizaciones de Evo Morales desde asumiera el cargo en enero de 2006, son las razones principales de que la ya escasa confianza de los inversores extranjeros siga cayendo en picado.
A pesar de todo, al presidente boliviano no le faltan gestos para el optimismo, sobre todo por parte de sus más cercanos aliados. El último, esta semana, cuando durante su visita a Irán, el presidente Mahmud Ahmadineyad prometió invertir más de 1.000 millones en la industrial del gas y el petróleo en Bolivia. Sólo queda saber si ese gesto será fructífero o quedará en un titular anecdótico en las hemerotecas.
Bolivia tiene, según datos de la Economist Intelligence Unit, que recoge el Observador Económico de América Latina de Caja Madrid, una inversión total por valor del 14,5% del producto interior bruto, una cifra tremenda para un país emergente que necesita renovar infraestructuras, bienes de equipo o el parque industrial. En el resto de la región esa cifra es del 20,9%, todavía lejos de los países emergentes asiáticos donde, en general, la inversión total por valor del PIB ronda el 30%.
Teniendo en cuenta este dato, diversos analistas consideran que la fijación de Bolivia tendría que ser ver cómo se puede convertir el dinero procedente de los emigrantes en una palanca de desarrollo. En muchos lugares y para muchas personas, no sólo en el país andino, puede suponer un elemento disuasorio de incorporación al mercado de trabajo. Alguien que vive en España o Estados Unidos ?los dos países, junto a Argentina, son los principales puntos de procedencia de las remesas? envía el suficiente dinero como para subsistir y no trabajar. "Las remesas están destinadas principalmente a satisfacer las necesidades diarias de las familias de bajos recursos. Sin embargo, estos recursos también pueden ser destinados al ahorro y/o inversión", advierte el Banco Central. Pueden, sí, pero no lo son. La cooperación de organismos multilaterales con instituciones económicas del país debería ser el punto de partida, según varios analistas consultados. Proyectos que quedan muy lejanos para Bolivia, como el Quinto Suyo, que apoya y refuerza a los peruanos en el exterior, parecen el ejemplo a seguir en cuestión de remesas.
A todo ello hay que sumarle el hecho de que el Gobierno boliviano cobra el 1% del dinero de las remesas ?siempre que éstas superen los 1.000 euros? en concepto de impuestos, algo que no ha sentado nada bien.
Por si fuera poco, la situación de crisis mundial puede acentuar ese torcimiento de la economía boliviana. El Banco Interamericano de Desarrollo prevé un descenso del 25% de los envíos. "Es probable que en lo que resta de año se experimente algún impacto", sugiere el Banco Central boliviano. Además, en lo que afecta a España, donde la situación no es nada halagüeña, hay que tener en cuenta que el 31,4% del dinero que recibe Bolivia de sus emigrantes procede de aquí. El valor de las remesas españolas en todo el 2007 supone el 10% del PIB del país andino.
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