Se acabó el 'Lulinha, paz y amor'
El presidente de Brasil contraataca en su intento de articular alianzas para la próxima campaña electoral
Ya se sabía por los discursos que lleva pronunciando en los últimos tiempos en el duro tono del antiguo sindicalista. Pero ahora ha sido el mismo presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, quien lo ha confirmado con una frase escueta: "Se ha acabado el Lulinha, paz y amor", eslogan que le hizo ganar las elecciones de 2002 y fruto del publicista Duda Mendoça —actualmente bajo la mirada de la justicia— para quitar el miedo de los electores al Lula temible de la luenga larga y de las diatribas contra los ricos y poderosos.
Lula, acosado tras haber perdido a sus mejores hombres, caídos bajo el peso de la corrupción, comenzando por sus tres mejores ministros (José Dirceu, Luiz Gushiken y Antonio Palocci), ha preferido pasar de nuevo al ataque. Acaba de acusar a su Partido de los Trabajadores (PT) de ser demasiado blando en su defensa frente a la ofensiva que la oposición está lanzado contra su Gobierno, cada día más debilitado e incapaz de aprobar nada en el Parlamento.
Tras haber perdido 15 de kilos de peso, el presidente brasileño sabe que sólo le resta el ataque, ya que la oposición, sobre todo después del caso Palocci, con la dimisión del ex ministro de Economía acusado de corrupción, ha vuelto a poner en entredicho la gestión de su Gobierno.
A los pocos asesores que le han quedado, tras haber perdido a la mayoría en estos cuatro años de mandato, el ex sindicalista les ha motivado usando sus famosas metáforas futbolísticas: "A estas alturas no podemos pretender marcar goles sino luchar para defendernos y que no nos marquen".
La economía era el punto fuerte del Gobierno de Lula. La economía no se había tambaleado por los escándalos más evidentes. Pero la caída de Palocci, que era el gran baluarte contra la inflación y a favor de un desarrollo permanente y sustentable, ha hecho que hasta ese baluarte empiece a resquebrajársele.
Según el último sondeo realizado el pasado fin de semana por la empresa Datafolha, a pesar de que Lula sigue encabezando claramente la preferencia del electorado para las próximas elecciones presidenciales de noviembre, con un 40% de intención de voto, por primera vez disminuye el porcentaje de los que piensan que la economía va a mejorar; y disminuye asimismo el número de los que creen que la inflación no va a crecer y de los que piensan que el poder adquisitivo de los ciudadanos va aumentar.
El PT de Lula está encontrando grandes dificultades en articular nuevas alianzas para la próxima campaña electoral. El mayor partido del país, el Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), está partido en dos y, a pesar de haber apoyado hasta ahora al Gobierno de Lula, tiene dudas de si continuar haciéndolo, por aquello de que, cuando la nave hace aguas, todos saltan por la borda.
Mientras tanto, el candidato del PSDB, Gerardo Alckmin, ya ha sellado un acuerdo con el Partido Frente Liberal (PFL), el mayor partido de la oposición, con una gran penetración nacional, y está en conversaciones con la parte del PMDB que no ha apoyado a Lula en esta legislatura.
![Luiz Inácio Lula da Silva.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/EUALBKZOEB3BTJ3LA4NS4KZHNE.jpg?auth=01cc42c785a5b11cd98954edf25f926061571b23b581da127512cda24bbbef8e&width=414)
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