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Lisa Mosconi, neurocientífica: “El ‘menopau­sismo’ es hacer creer a las mujeres que pierden valor”

Es una de las científicas más influyentes, según ‘The Times’, y publica un ensayo sobre la menopausia y el cerebro. La investigadora dice que el grueso de los estudios sobre este asunto se han hecho en mujeres blancas

Lisa Mosconi
María Antonia Sánchez-Vallejo

El trabajo de la neurocientífica Lisa Mosconi, cuyo nombre figura en la lista de las científicas más influyentes del mundo que elabora The Times, aborda desde una perspectiva integral la relación entre menopausia y cerebro, un campo al que se dedica “desde 2010, cuando nadie hablaba de ello”. Italiana radicada en EE UU hace dos décadas, es profesora de Neurociencia en la Universidad Cornell, donde dirige dos programas, la Women’s Brain Initiative y la Clínica de Prevención del Alzhéimer. El lanzamiento en castellano de su tercer libro, Menopausia y cerebro (editorial Kairós), coincide con la presentación del último y ambicioso proyecto que dirigirá, CARE, que pretende “reducir el riesgo de sufrir Alzhéimer a través de la endocrinología”, con 16 grupos de trabajo y un presupuesto de 50 millones de dólares.

La entrevista tiene lugar en su acogedora casa de Nueva York, un oasis de paz y naturaleza envuelto en la nieve, un día después de que el Parlamento español aprobase una proposición de atención integral a la menopausia, algo que Mosconi celebra como “un paso en el sentido correcto”. A la inversa, tuerce el gesto al mencionarse los recortes en investigación por parte de la nueva Administración estadounidense. Ante la chimenea, cuyo fuego atiza su esposo, también científico, Mosconi, comunicadora vivaz y cálida, incide en la importancia demográfica de las mujeres en edad menopáusica: “En 2050 habrá más de 1.230 millones de mujeres en el mundo menopáusicas o a punto de estarlo. Casi la población de China”.

Pregunta. El Parlamento español ha aprobado dedicar más atención a la menopausia. ¿Se investiga lo suficiente?

Respuesta. Es uno de los campos de la medicina menos investigados, diagnosticados, tratados y financiados. El Instituto Nacional de Salud de EE UU le asignó en 2019 menos de 10 millones de dólares.

P. ¿Por qué sigue siendo un tabú?

R. Nuestra sociedad ha practicado el sexismo y el edadismo. Y, cuando se combinan, aparece el menopausismo: hacer sentir a las mujeres que son menos valiosas que antes.

P. Menos mujeres, en suma…

R. Nos lo hacen sentir los hombres, pero también, a veces, otras mujeres. Muchas luchan contra esto y aceptan la mediana edad.

P. La menopausia no es una enfermedad, pero sus síntomas se tratan como si lo fuera.

R. Muchos médicos y científicos sostienen que no hay necesidad de sobremedicar. La menopausia es solo parte del envejecimiento normal, pero es cierto que hay mujeres que sufren. No es normal tener niebla cerebral, lapsos de memoria, palpitaciones, sudores nocturnos, no poder dormir o sentirse deprimida. Muchas no pueden soportarlo.

P. Entonces, ¿qué es exactamente, una enfermedad o un trastorno transitorio?

R. Según los manuales, es un estado de deficiencia de estrógenos causado por hipogonadismo. Palabras muy negativas: deficiencia sugiere que algo necesita ser tratado. Hipogonadismo no le suena bien a nadie, deriva de fallo ovárico. Indican que hay un problema que hay que resolver, así es como lo enfocan la mayoría de los científicos.

P. ¿Usted propone otro acercamiento?

R. Desde el punto de vista evolutivo y neurológico, la definición correcta sería “parte de una categoría biológica muy singular llamada transiciones neuroendocrinas”. No es solo envejecimiento, no es una enfermedad: es una transición neuroendocrina en la que el cerebro, el sistema neurológico, y el endocrino, el sistema hormonal, cambian juntos en un momento determinado.

P. ¿Cómo influye el cerebro?

R. El 10% de las mujeres no tienen síntomas cerebrales de la menopausia, solo constatan que ya no tienen el periodo. Más del 80% experimenta al menos un síntoma cerebral. El 80% de ellas tienen sofocos, que es un síntoma neurológico: el cerebro regulando la temperatura del cuerpo. Más del 50% puede tener síntomas depresivos. Sin duda, trastornos del sueño. Casi dos tercios de las mujeres tienen niebla cerebral y fallos de memoria. Para la mayoría, eso puede alargarse.

P. ¿Y cuál es la relación de la menopausia con la enfermedad de Alzhéimer?

R. La menopausia puede ser el comienzo. La niebla cerebral no se resuelve y empeora. Algunas tienen tendencias suicidas. Es muy difícil decir que la menopausia es lo que desencadena esta enfermedad. Pero los cambios hormonales de la menopausia pueden ser un desencadenante.

P. ¿Cómo?

R. Cuando se extirpan los ovarios a una mujer en edad fértil, un procedimiento que precipita la menopausia, se desencadena la acumulación de placas amiloides de Alzhéimer en el cerebro; se produce una inflamación y las neuronas empiezan a morir. La menopausia es un desencadenante, pasa en modelos animales. Hallazgos similares aparecen en mujeres con menopausia precoz.

P. ¿Cuándo hay que prestar atención?

R. La edad media de la menopausia es de 51 o 52 años en los países industrializados. A escala mundial, de 49. La precoz es antes de los 45 años, e incluso peor, antes de los 40 años. Estas mujeres tienen un mayor riesgo de padecer Alzhéimer y demencia, en comparación con las mujeres que atraviesan la menopausia después de los 50 años. Si a una mujer le extirpan el ovario antes de los 45 años, el riesgo es hasta un 70% mayor. Y eso es algo que deberíamos tener en cuenta; a las mujeres en EE UU todavía se les extirpan los ovarios por afecciones benignas, por recomendaciones y pautas obsoletas. Porque es una cirugía más limpia, no porque sea necesario. ¿Se imagina que un hombre fuera al médico con una infección en el testículo, y el médico le dijera: ‘Oh, cortémoslo’, sin más?

P. Las mujeres tienen dos veces más probabilidades de desarrollar Alzhéimer, y ese riesgo es más elevado aún entre las mujeres negras. ¿Influye la situación económica?

R. Esa investigación no se ha hecho. Sabemos que las mujeres negras e hispanas tienen un riesgo aún mayor de desarrollar demencias en comparación con las mujeres caucásicas. También un mayor riesgo de tener una menopausia más severa. Esto puede explicar el mayor peligro de demencia en el futuro, pero la investigación no se ha hecho. La gran mayoría de los estudios sobre el Alzhéi­mer y la menopausia se han realizado en mujeres blancas.

P. Luego sí hay una correlación con la economía o la clase social…

R. El acceso a un tratamiento es la clave. Solo uno de cada cinco [médicos] residentes recibía formación en menopausia en EE UU.

P. ¿Hay alguna solución mágica?

R. La terapia hormonal, aunque resulte controvertida. Hoy reconocemos que, si se toma en el momento adecuado, en las dosis adecuadas para aliviar los síntomas y durante el tiempo adecuado, es bastante segura. Y el riesgo de cáncer de mama se considera poco común, no cero, pero sí raro.

P. ¿No hay alternativas más seguras que la terapia hormonal?

R. Hay soluciones. Quizá no para todos los síntomas de la menopausia, pero sí para muchos. No se trata necesariamente de medicamentos, sino de ajustes en el estilo de vida. Una mentalidad positiva puede ayudar. El aprendizaje, estar activas intelectualmente. Algunos suplementos pueden ayudar. Y luego los medicamentos, de los no hormonales a los hormonales. El tratamiento no hormonal está indicado para las mujeres que, por ejemplo, tienen antecedentes de cáncer, o coágulos de sangre, u otras contraindicaciones, como enfermedad hepática.

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