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El inicio de la ‘solución final’

El Holocausto fue la culminación de una ideología racista que impulsó la creación de un protocolo sistemático y casi burocrático de genocidio. Esta es una de las tesis de ‘La mecánica del exterminio’, del historiador Xabier Irujo, del que ‘Ideas’ adelanta un fragmento

La mecánica del exterminio. La industrialización de la muerte en los campos de concentración nazis
Deportados judíos con sus pertenencias en Wurzburg (Alemania), de camino al tren que los llevará a los campos de extermino en Europa del Este, en abril de 1942.CBW / Alamy

A mediados de marzo de 1942, aproximadamente el 85% de las víctimas del Holocausto aún estaban vivas.

Para finales de diciembre de 1941, la Oficina de Seguridad de las SS se enfrentaba a una cruda realidad: el método existente para el asesinato en masa debía hacer frente a siete desafíos sustanciales que en opinión de la mayoría de los líderes de las SS exigían soluciones alternativas drásticas. Las ejecuciones mediante arma de fuego habían demostrado ser excesivamente lentas y problemáticas. Las unidades de fusilamiento se veían obligadas a recorrer distancias significativas, llevando a cabo operaciones singulares pero concatenadas, pueblo por pueblo y ciudad por ciudad. En segundo lugar, la logística relacionada con el transporte de los equipos de ejecución y de sus víctimas se había convertido en una tarea demasiado complicada y costosa. Además, resultó ser un sistema de exterminio altamente inexacto. Simplemente no había tiempo suficiente para realizar censos o mantener registros de población de acuerdo con la ley, lo que hacía que el proceso fuera altamente impreciso. Agravando estos problemas, la administración de posesiones confiscadas a los prisioneros se convirtió en un caldo de cultivo para unos índices rampantes de corrupción, lo que alimentó incidentes de saqueo, robo y hurto dentro de las filas de aquellos involucrados en operaciones de rastreo y exterminio. Sumado a las complicaciones anteriores, las ejecuciones se llevaban a cabo cada vez más abiertamente, durante el día, en violación directa de los protocolos de secreto prescritos por Heydrich. Esta ruptura de la confidencialidad alimentaba aún más las protestas y estaba generando reacciones adversas contra el régimen alemán. Por último, el coste psicológico sobre los ejecutores y verdugos de estas acciones era profundo y abrumador, y dio lugar a problemas graves de alcoholismo, suicidio e insubordinación. Tras seis meses de campaña, resultaba obvio que la naturaleza de las operaciones tenía efectos profundos y devastadores en el bienestar mental de los ejecutores y había generado un reconocible “efecto de brutalización” en los mismos.

Pero, fundamentalmente, el sistema había demostrado ser altamente ineficaz en términos numéricos. Los métodos alternativos para exterminar por inanición, además de ser más efectivos, eximían a los verdugos de la carga psicológica de confrontar directamente a las víctimas durante el acto de ejecución. El hambre y las duras condiciones climáticas resultaron ser mucho más eficientes para causar la muerte y, en palabras del reverendo Ernst Biberstein, “la ejecución por gas garantizaba una muerte segura”. Todos estos factores abrieron las puertas al desarrollo de nuevos sistemas de exterminio en los campos de concentración. El marco logístico para el asesinato en masa se fue estableciendo lenta y gradualmente. Inicialmente, las unidades de los Einsatzgruppen improvisaron, refinando poco a poco sus métodos. Para finales de 1941, se había conceptualizado un sistema completamente nuevo para la ejecución de las víctimas, que para 1943 sería completamente operativo.

En el verano de 1941, la Oficina de Seguridad de las SS todavía enfrentaba un dilema respecto a cómo dirimir la “solución final a la cuestión judía”. Se consideraron y discutieron diversas opciones. Una alternativa era implementar un método basado en el Plan del Hambre propuesto por Backe, una estrategia que durante el invierno de 1941 había demostrado ser despiadadamente efectiva en términos numéricos. Este enfoque implicaba privar sistemáticamente de alimento a las víctimas.

(...)

Himmler no favoreció el Plan del Hambre tal como lo diseñó Backe por varias razones. Mientras los judíos estaban siendo liquidados, Himmler veía a la población local, incluyendo a ucranianos y otros europeos orientales, como una fuente potencial de mano de obra para el Reich. La muerte por inanición de grandes sectores de la población, según lo propuesto por Backe, agotaría la fuerza laboral disponible, necesaria para diversas tareas, incluido el trabajo agrícola y la mano de obra en las industrias alemanas. La ejecución del plan obstaculizaría la extracción de recursos y el funcionamiento general de los territorios, y eventualmente interrumpiría la explotación económica de los territorios ocupados del Este, que era esencial para el esfuerzo de guerra. Basado en los principios del Plan General del Este, Himmler entendía que a largo plazo los territorios del Este serían colonizados por alemanes étnicos y dicho proceso de ocupación del territorio requería un cierto nivel de estabilidad y mantenimiento de infraestructuras elementales, que las políticas del Plan del Hambre podrían socavar. Finalmente, si bien el SS-Reichsführer tenía estas y otras muchas razones para oponerse al plan, su rechazo se hallaba fundamentalmente motivado por el hecho de que la propuesta de Backe estaba fuera de su esfera de influencia, y él quería asegurar la solución final a la cuestión judía en manos de la Oficina Principal de Seguridad del Reich (RSHA) y mantener estas operaciones bajo el mando de las SS. El Plan del Hambre de Backe no exigía una organización eficientemente equipada, un presupuesto ambicioso o unas poderosas SS.

En última instancia, la decisión de cómo proceder y qué método de exterminio usar reposaba en Himmler, que eligió un camino diferente. Su enfoque alternativo implicaba el establecimiento de un sistema de exterminio que principalmente depend.a de causar la muerte por inanición, complementado con operaciones de gas a gran escala. Estas gasificaciones se llevarían a cabo en instalaciones designadas específicamente para este propósito, que eventualmente se convertir.an en parte de la extensa red de campos de concentración de las SS. Esto se combinaría con la intensificación de las operaciones de los Einsatzgruppen, que implicaban reclutar personal adicional y fortalecer la capacidad de estos comandos para llevar a cabo ejecuciones masivas mediante arma de fuego y otras formas de asesinato alternativas.

Esta decisión marcó un momento crucial en la historia del Holocausto, ya que sentó las bases para el asesinato sistemático en masa de millones de personas durante un período de tres años y medio. La combinación de la inanición y el gas en los campos de concentración definiría trágicamente uno de los capítulos más oscuros y perturbadores de la solución final. El sistema diseñado por la RSHA para implementar la solución final a la cuestión judía consistía en la combinación de tres estrategias (desplazamiento, concentración y exterminio) concatenadas en cuatro pasos (ABAC o desplazamiento, concentración, desplazamiento y exterminio), cada uno con su propio propósito y logística:

a) Desplazamiento y reubicación: el primer paso implicaba el transporte y reubicación de la población judía desde sus hogares y lugares de origen hacia áreas designadas, lo que incluía la creación de guetos o, en algunos casos, el transporte directo de las víctimas a campos de concentración. Esta fase tenía como objetivo separar a los individuos y familias judías de la población general, aislarlos en áreas específicas donde sus movimientos e interacciones pudieran ser controlados de cerca;

b) Concentración en guetos: para aquellos individuos que no fueron seleccionados para su ejecución inmediata, el siguiente paso implicaba la concentración en guetos. Estos espacios estaban superpoblados y carecían de necesidades básicas;

c) Selección para el transporte: en esta fase, se escogía a aquellas personas consideradas no aptas para el trabajo forzado o cuya utilidad “había expirado” para su desplazamiento a campos de concentración. El proceso de selección se llevaba a cabo de manera arbitraria, ya que el objetivo era liquidar por completo los guetos. Se marcaba a aquellos escogidos para la muerte para el transporte a campos de exterminio especializados;

d) Ejecución en campos de exterminio: este paso implicaba la ejecución de aquellos transportados a instalaciones de concentración designadas para este propósito. Aquí, se sometía a las víctimas a métodos sistemáticos de exterminio mediante una combinación de múltiples factores, entre los que destacaban el hambre, el frío, las enfermedades, el agotamiento, la tortura y una variada conjunción de formas de ejecución. Aunque este sistema no era tan simple y efectivo como algunos otros procedimientos de exterminio, se presentaba como un medio operativo para aniquilar a la población judía. Es importante destacar que este engranaje exigía una mayor asignación de recursos en comparación con los campos para prisioneros soviéticos de la Wehrmacht.

Fue en este contexto en el que Heydrich convocó la conferencia que tuvo lugar el 20 de enero en una villa con vistas al lago Wannsee, a solo media hora de la Puerta de Brandeburgo en Berlín. Es obvio que la decisión de exterminar a todos los judíos se había tomado mucho antes. El propósito de la reunión no era tomar nuevas decisiones, sino más bien esbozar cómo se llevaría a cabo el proceso de deportación de todos los judíos europeos a “guetos de tránsito” en el Gobierno General. Heydrich informó que había aproximadamente once millones de judíos en Europa y que la mitad de ellos vivían en países que no estaban bajo control alemán. Aunque la Oficina de Seguridad reconocía, basada en los resultados de las operaciones de exterminio en territorios ocupados, que el objetivo del Plan General del Este de matar a 31 millones de personas no era alcanzable, el esfuerzo seguía siendo complejo y requería la coordinación de varios organismos del Reich. Por lo tanto, uno de los objetivos principales de la conferencia era asegurar la cooperación necesaria y el respaldo de los líderes administrativos en varios departamentos gubernamentales para la implementación de la solución final a la cuestión judía. No obstante, el propósito principal de la reunión era enfatizar que el destino de las víctimas caería bajo la jurisdicción interna de las SS.

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