_
_
_
_
_
La punta de la lengua
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Atención a los ejemplos

Pedro Sánchez dijo en femenino solamente una de las ocupaciones que citó: cajera

Entrevista de Jordi Évole a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, el pasado 25 de junio.
Entrevista de Jordi Évole a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, el pasado 25 de junio.ATRESMEDIA (ATRESMEDIA)
Álex Grijelmo

Pedro Sánchez incurrió durante su presencia en el programa Lo de Évole (La Sexta) el 25 de junio en algunas desatenciones lingüísticas, disculpables si se miran de una en una (nadie está libre de lapsus y errores) pero interpretables en su conjunto como una nueva muestra del lenguaje político de hoy, al que podemos sumar el periodístico. (Esto de “Podemos Sumar” ha debido de ser una trampa de mi subconsciente).

El jefe del Gobierno, dentro de la propensión política de alejarse del idioma de los hablantes y de nuestra literatura, no evitó esdrujulizar palabras agudas o llanas: “Horadar la crédibilidad”, “la déshumanización del adversario”, “el íncumplimiento de la legalidad”, “con nipulaciones como el famoso Falcon”…

A este avión le ha dado Sánchez “el mismo uso que el resto de presidentes”, pero eso no lo diría así la gran mayoría de los hispanohablantes, quienes incluirían el ar­tículo propio de las formaciones partitivas; y tampoco usarían “en base a” (“en base a tres cosas”; “en base a mentiras”, dijo), locución en la cual las preposiciones en y a no están justificadas en español (Diccionario Panhispánico) ni, ¡sorpresa!, tampoco en inglés ni en francés (on the basis of y sur la base de).

A esto hay que añadir fallos de concordancia (“cosas que dábamos por hecho”; “que en ayuntamientos se prohíba las concentraciones contra la violencia machista”; “el reproche de muchísimos de esas familiares”); un queísmo (“a sabiendas [de] que no es verdad); un pleonasmo (”funcionarios públicos”); un verbo cambiado de conjugación (“vertir maldades” [por “verter”]), y un caso más de relegación de “cuyo” (“me encontré con una madre que se había suicidado su hijo”). No me imagino hablando así a Alcalá Zamora, ni a Azaña, ni a Fraga, ni a Suárez, ni a González, ni siquiera (hoy estoy generoso) a Aznar. Al comparar discursos de antaño y de hogaño se aprecian algunas diferencias.

Ahora bien, aún me llamó más la atención la frase contenida en el audio que abrió el programa, leída por Sánchez en un discurso el 31 de mayo: “A la hora de la verdad, en una urna vale lo mismo el voto de un conductor de autobús que el del propietario de un canal de televisión. Cuenta lo mismo el voto de una cajera en un supermercado que el del presidente de un banco”. Oponía así empleos de remuneración relativamente baja con otros de la alta escala social.

En la izquierda se abusa de las duplicaciones, pero más eficaces en pos de la igualdad nos parecen los ejemplos que ilustran un discurso. En esa frase, Sánchez expresa en femenino una de las cuatro ocupaciones que cita. Perdía así la ocasión de decir, por ejemplo, “directoras o presidentas de medios” (ahí están los casos de Elena Sánchez en RTVE, Pepa Bueno en EL PAÍS, Gabriela Cañas en Efe, Montserrat Domínguez en la SER…): o “presidentas y directivas de bancos” (Ana Botín, María Dolores Dancausa, Christine Lagarde…). Sólo feminizó lo que ya se ve feminizado, y reservó al masculino los empleos de mayor poder.

La izquierda suele repetir duplicaciones positivas o neutrales (trabajadores y trabajadoras, empleados y empleadas) y olvida las que percibe negativas (empresarios y empresarias, banqueros y banqueras...), pese a que las mujeres también ejercen esos trabajos.

Conviene cuidar los ejemplos de un discurso, porque activan estímulos entre la audiencia. De igual modo, la calidad del lenguaje público vivifica en los demás el deseo de expresarse con elegancia, claridad y argumentos. La parte buena es que en todo esto Sánchez tiene margen de mejora.


Apúntate aquí al boletín semanal de Ideas.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_